Sánchez unge a Martín Santos como símbolo de la memoria democrática
▶ El presidente abre la muestra que la Biblioteca Nacional dedica al escritor
Pedro Sánchez llegó a la Biblioteca Nacional de España (BNE) puntual y sonriente, y minutos después, con la cabeza bien alta dijo: «No hemos llegado hasta aquí para consentir la ola de revisionismo ultraderechista». El miércoles la había agachado frente al Príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, como señal de respeto. Antes, recién aterrizado en España desde Qatar (ay), había estado en el Valle de los Caídos viendo las exhumaciones. «Sin memoria no hay democracia», posteó en la red social X, con un vídeo de la visita, inicio de su gira nacional contra las leyes de concordia autonómicas que están promoviendo PP y Vox.
El presidente fue a la BNE a inaugurar la exposición dedicada al escritor Luis Martín Santos, que en 2024 habría cumplido cien años. Lo anunció por sorpresa, nada raro a estas alturas, y por la mañana reinaba en el edificio de Recoletos un ambiente como de ‘Bienvenido Mr. Marshall’. «Sí, sí, imagínate el jaleo, avisando de un día para otro, qué sorpresa», comentaba un alto cargo de la institución.
«Este es un homenaje fundamental a un escritor fundamental, pero también a un humanista –continuó Sánchez–. ‘Tiempo de libertad’ es mucho más que el título de esta exposición. Era también el título que había escogido para cerrar la trilogía abierta con ‘Tiempo de silencio’. Son tres palabras que trazaban una posibilidad remota para la España de aquel tiempo». Repitió la palabra dictadura varias veces, como invocando fantasmas frente al espejo. «Sí, dictadura, porque llamar a aquellos años de otra forma es una infamia», insistía, envalentonado el presidente.
«Antifranquista»
¿Qué hacía allí Sánchez? ¿Por qué también estaban Zapatero y un largo etcétera de ministros y cargos públicos? Una posible respuesta la encontramos en las palabras matutinas de José Andrés Torres Mora, exdiputado socialista, jefe de gabinete de Zapatero entre 2000 y 2004 y actual presidente de Acción Cultural Española, una de las entidades organizadoras de la muestra, que se subió al atril y dejó claro ante la prensa a qué venía tanta pompa: «Luis Martín Santos escribía para mejorar España. Para despertar conciencias y mover voluntades. Y ese compromiso político era el de un socialista del PSOE. Martín Santos era antifranquista por socialista».
Luego recordó que, como tantos otros, estuvo en la cárcel, pero que hizo lo que hizo «no solo para acabar con la dictadura franquista, sino también para alcanzar este tiempo de libertad que ahora vivimos y debemos preservar». Poco después, Óscar Arroyo, nuevo director de la BNE, comparó a Luis Martín Santos con Juan Rulfo, pero eso es otra historia, mucho más complicada. El comisario de la muestra, Juliá Guillamon, empezó avisando de que él no era un experto en Martín Santos.
Literatura del siglo XX
La exposición propone un recorrido no tanto cronológico como temático. Primero, los años de vértigo: de 1962 a 1964, esto es, lo que va de la publicación de ‘Tiempo de silencio’ a la muerte trágica del autor, que perdió la vida, como Camus, en un accidente de tráfico. Tenía 39 años. Su mujer había muerto en un accidente doméstico unos meses antes. Y mientras tanto su novela triunfaba dentro y fuera de España.
Aquí acabó convirtiéndose en uno de los títulos impepinables de la literatura del siglo XX, además de en lectura obligatoria para varias generaciones (Sánchez se incluyó entre ellas). Lo que sigue son diferentes secciones que completan el mosaico: médico, psiquiatra, activista político, disidente de la dictadura, joven encarcelado, padre de familia, intelectual comprometido, explorador de la noche, hombre incansable. Es el primero de muchos actos por su centenario, que Galaxia Gutenberg ha aprovechado para recuperar su obra.
En fin, la figura de Luis Martín Santos no solo se define en lo que hizo, sino en lo que no tuvo tiempo a hacer: cuántos libros dejó sin escribir, por ejemplo. Pero Sánchez cerró su intervención lamentando que, con su muerte temprana, tal vez nos perdimos «un gran servidor público» para la Transición.