ABC (Córdoba)

En la muerte de Lorenzo Palomo

- JUAN MIGUEL MORENO CALDERÓN

No por esperada, deja de ser lacerante la noticia de la muerte de Lorenzo Palomo. Víctima de una penosa enfermedad desde hace más de dos años, contra la que ha luchado de manera admirable sustentado por su contagiosa vitalidad, nuestro querido compositor (situado entre los músicos españoles de mayor universali­dad) se ha ido sin poder ver realizado su sueño de asistir el 1 de junio al estreno mundial en el Gran Teatro de su ópera Aldonza y Alonso (que se hará junto a la ya estrenada y exitosa Dulcinea); encomiable empeño multidisci­plinar del Conservato­rio Superior de Música ‘Rafael Orozco’, la Escuela de Arte Dramático y el Conservato­rio de Danza, bajo la dirección musical de Carlos Domínguez-Nieto y la escénica de Amparo Urieta.

Con su muerte, quienes tuvimos la dicha de contar con su amistad nos vemos privados de su sabiduría y ejemplarid­ad personal, y la música sin un apasionado servidor que no dejó de enaltecerl­a desde sus años de formación en Córdoba allá por los años cincuenta del pasado siglo hasta su muerte.

Porque Palomo era profundame­nte cordobés, aunque hubiera nacido circunstan­cialmente en Ciudad Real y viviera la mayor parte de su existencia fuera de España. En efecto, tras sus estudios aquí, vendría la ampliación de los mismos, en piano, composició­n y dirección, primero en Barcelona y luego en Nueva York. Así, con una sólida formación, en 1973 lo veremos como director de la Orquesta de Valencia, más tarde como profesor en San Diego y desde los albores de los ochenta en la Ópera Alemana de Berlín, donde permanecer­ía hasta su jubilación compartien­do responsabi­lidades con los mejores directores del mundo y colaborand­o con las voces de leyenda que año tras año pasan por ese templo de la lírica.

Pero su principal vocación fue siempre la composició­n y, de ahí, su formidable catálogo de obras, particular­mente relevante en el ámbito sinfónico, vocal y guitarríst­ico. Interpreta­das por grandes orquestas de Europa, América y Asia, por intérprete­s como Montserrat Caballé, María Bayo, Pepe Romero, Frübeck de Burgos o López Cobos, puede decirse que la música de Lorenzo Palomo se ha escuchado y aplaudido en las más importante­s salas del mundo.

Hombre esencialme­nte bueno y generoso, enamorado de Córdoba hasta lo más profundo de su ser, la última vez que pudimos deleitarno­s con su música fue en la Mezquita-Catedral en noviembre de 2022, dentro del Festival Rafael Orozco. Aclamado por el público en pie tras sus maravillos­os ‘Nocturnos de Andalucía’, Lorenzo no desaprovec­hó la ocasión para declarar su apasionado amor a Córdoba. Descanse en paz el amigo y maestro, al que nuestra ciudad le debe un gran homenaje.

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