El problema de replicar sin escalar
La acción israelí, en Damasco, el 1 de abril, que liquidó, entre otros, al general Mohamed Reza Zahedi, el enlace superior de la Guardia Revolucionaria iraní con Hizbolá, fue un modelo de coordinación operacionesinteligencia. Acción respondida por Irán con una colosal tromba de proyectiles contra territorio israelí, compuesta por más de 330 drones y misiles lanzados desde múltiples orígenes de fuego (Irán, Líbano, Yemen, Siria e Irak). Tal lluvia de fuego fue apagada en el aire por la acción integrada de la defensa antiaérea israelí (Iron Dome) apoyada, entre otros, por EE. UU., Reino Unido, Francia y la autorización de Jordania y Arabia Saudí para utilizar su espacio aéreo. Fueron lanzados, al menos, 185 drones kamikazes, 36 misiles de crucero y 110 misiles balísticos. Solo una decena de estos últimos impactaron en suelo israelí sin consecuencias mayores. Por parte norteamericana participaron, entre otros, aviones navales y de su Fuerza Aérea además de los destructores antimisiles USS Carney y USS Arleigh Burke (este último basado en Rota).
Aunque todavía es pronto para obtener conclusiones definitivas sobre la batalla, pueden avanzarse, por el lado iraní, cuatro consideraciones sustanciosas. La más inmediata es el carácter escalatorio del ataque iraní que, por primera vez, se ha realizado desde su territorio. Ha constituido, por tanto, un ‘casus belli’ de libro que muta el paradigma iraní y que, previsiblemente, será respondido por Israel en una acción que, incluso, podría alcanzar infraestructuras del programa nuclear de Teherán. La segunda es que la participación coordinada y simultánea en el ataque de los más sanguinarios grupos terroristas de Oriente Próximo (Hizbolá, Hamás, hutíes, milicias proiraníes de Siria e Irak) certifica a Irán como caudillo y nodriza del terrorismo islámico y como gran amenaza terrorista global. La tercera conclusión es que esta guerra de frentes múltiples contra Israel ha fracasado rotundamente; o, en otros términos, que la bestial iniciativa islamista no ha sido una muestra de capacidad sino de debilidad operativa, bien que haya servido para avivar el visceral odio contra Israel entre las masas musulmanas. Por último, resulta relevante la equivocación del régimen teocrático iraní, decidiendo bombardear masivamente Israel. Iniciativa que ha suscitado una inesperada oxigenación de Netanyahu al despertar una corriente de simpatía y solidaridad mundial cuando parecía que Israel había perdido la batalla de la comunicación. Esa decisión de Teherán podría calificarse, en este caso, como la madre de todos los errores.
Por el lado israelí, destacan tres consideraciones iniciales. La primera es que Israel no está solo. La batalla ha mostrado que ni EE. UU. ni sus aliados occidentales más importantes, Francia y Reino Unido, lo dejarán caer (aquí resulta imposible resistir la tentación de valorar como inoportunamente ridículo el melancólico periplo lobista de Sánchez por Europa en favor del estado palestino). La segunda es la demostración del apabullante poder militar israelí, apoyado sobre una superioridad tecnológica frente a Irán y sus marionetas. Y, en tercer lugar, confirmando el pensamiento táctico según el cual una defensiva bien organizada y nutrida es la forma más fuerte de combate, la batalla ha afirmado el liderazgo de Netanyahu, tanto para responder a lluvias de fuego como para mantener viva la campaña
en Gaza. El problema por resolver es cómo replicar –no hacerlo se interpretaría como debilidad– sin escalar.
Bajando la línea de mira hacia la franja de Gaza, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) siguen operando a la vez que permitiendo el crecimiento de la ayuda humanitaria. Prosiguen la limpieza residual en los dos tercios superiores de la Franja. En el tercio sur, han rebajado su presencia, especialmente desde la madrugada del 7 de abril, cuando la 98ª división se replegó fuera de la zona de Jan Yunis. Las dos finalidades esenciales de Netanyahu, liberar a los secuestrados y liquidar el poder operativo de Hamás, se mantienen. El previsto ataque a Rafah, donde se atrincheran y camuflan entre la población civil los restos operativos de Hamás, y permanecen alrededor de 100 secuestrados, está contenido. El ‘impasse’ está siendo aprovechado para reorganizar fuerzas, llamar a nuevos reservistas y preparar el potencial asalto a Rafah.