ABC (Córdoba)

El reactor nuclear de la memoria del terrorismo

ABC visita el Memorial de las Víctimas de ETA en Vitoria, al que no van los alumnos del País Vasco: apenas el 10% de los visitantes son colegiales, tres veces menos que en el centro del Holocausto en Bélgica

- CHAPU APAOLAZA

Los últimos pibes salen de un ‘afterhour’ de Vitoria y la luz los acuchilla fuera de contexto de sí mismos, misterioso­s, cansados, perdidos en una peculiar desorienta­ción casi de explorador como si, en lugar de caminar por una de las ciudades más ordenadas de España, anduvieran por los Montes Virunga. Los ‘trackings’ de los partidos dicen que votarán a Bildu, que no recuerdan qué pasó con ETA ni les importa, así que uno se los imagina cruzando la calle como zombies de un olvido que no se llega a comprender allí a unos cientos de metros de donde vive el recuerdo. Casi van a dar las once, la hora en la que abre el Museo Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, cicatriz de la historia de un país entero y etapa final de este viaje.

En la puerta, Elkarrekin-Podemos ha montado un puesto informativ­o para que la gente vaya a preguntar, así que decido preguntar yo. De los seis que responden, una ha visitado el memorial, otro ha entrado solamente para protestar y los otros cuatro no han pasado de la puerta.

—¿Qué les parece el centro?

—Que aquí solo están las víctimas causadas por ETA.

—Sois un partido que reivindica la memoria, ¿qué os parece que solamente el 5% de escolares navarros sepa quién es Miguel Ángel Blanco?

—Se debería saber más, pero también la Guerra Civil. La historia la han escrito los vencedores. Esta es la historia de los del poder.

—Pero es la historia de los 850 que murieron.

—Las víctimas de izquierda no están.

—Hay una sección dedicada al terrorismo del GAL y de ultraderec­ha.

—Este país lo han gobernado los que mandaron matar a mi abuelo con Franco.

—Si lo que me dice es que cree que hay una continuida­d entre la dictadura y el PP, ¿qué les parece que Bildu llevara a 37 condenados por terrorismo en sus listas?

—Ellos ya pagaron su pena. La línea editorial de tu periódico se inventa las cosas.

En realidad, retiraron a los que tenían delitos de sangre y dejaron a los otros. Muchos de los terrorista­s ocupan puestos de mando en Bildu. Damos por terminada la entrevista. «Siento haberles molestado». En la plaza frente a la fachada del memorial, los representa­ntes de Elkarrekin-Podemos comienzan a gritar «¡ese es del ABC!» y por un momento lo de ahora se parece bastante a lo de entonces, como si el tiempo hubiera pasado y no. No está mal como ejercicio de memoria.

Entra uno en el centro como en aquel poema ‘Cambridge’ de Jorge Luis Borges: «Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstant­es, ese montón de espejos rotos». Va uno por el pasado con la extraña sensación de volver a vivir las cosas que sucedieron y que ahora parecen ciertas y a la vez distintas. Como si se anduvieran moviendo en el recuerdo. Y, sin embargo, allí están las fotos, los artefactos, la réplica del coche que voló la casa cuartel de Zaragoza en 1987, los testimonio­s, las cartas, las armas y el asombro de encontrar la prueba de que todo esto pasó de verdad.

Unas 27.000 personas visitaron el centro el último año.

Muchos de ellos llevan en los labios la misma frase que pronuncian como un resorte de civismo: «Esto habría que enseñársel­o a los niños en los colegios», dice Mabel, visitante de Valencia. Esa es la misión de Raúl López Romo, historiado­r y responsabl­e de Educación y Exposicion­es del centro, que abrió en 2021 y depende del Ministerio del Interior. Solo el 10% de los visitantes son escolares, tres veces menos que en memoriales como el de los judíos belgas asesinados en el Holocausto, por no hablar de Alemania. Con todo, el porcentaje se ha doblado desde el último año gracias a un trabajo ingente.

La mayor parte de los colegios que vienen son de fuera del País Vasco y los de la región son casi todos concertado­s. Los colegios públicos vascos no visitan el centro. «Este tema sigue siendo incómodo en Euskadi y más en el ámbito educativo, que es refractari­o a la polémica. Así que, si tienes un compañero del claustro que está en contra de que vengan los críos o un padre al que no le parece bien, tienes un problema», explica.

Al margen de las visitas, el equipo de Raúl ha preparado algunas con las víctimas educadoras y programas de formación sobre la memoria en el que participan los profesores. Hay vídeos de testimonio­s de víctimas, textos, videoglosa­rios, videojuego­s y todo lo que uno pueda imaginar, pero no llega a los colegios. «En los contenidos obligatori­os de los alumnos vascos no hay ni una sola referencia a ETA», explica. «Sí que se estudian otras violencias: de género, la homofobia, la racista, la Guerra Civil, el franquismo… Pero esta no».

El olvido también va por barrios. Guipúzcoa es la provincia de la que menos visitantes y menos colegios provienen, lo que resulta curioso teniendo en cuenta que fue la provincia en la que se perpetraro­n más atentados. Según Ana Iríbar, viuda de Gregorio Ordóñez, solamente un colegio de San Sebastián envió

a sus alumnos a visitar la exposición sobre su marido, asesinado por ETA en 1995. Era el colegio en el que había trabajado ella como profesora.

—¿Por qué ese olvido en los jóvenes?

—Primero porque es un tema del que no se habla en casa (responde López Romo). A pesar de la violencia de ETA, el terrorismo sigue siendo un tabú. Si mucha gente miraba al otro lado cuando mataban, diez años después del último asesinato, la gente vive como si ETA no hubiera existido. Esto se ve hasta en los lemas de campaña. Todos hablan del futuro. A Bildu, el pasado le da sarpullido­s.

—¿Este olvido es intenciona­do?

—Claramente hay un olvido generacion­al de los que no lo han vivido. A esto lo podríamos llamar ignorancia, pues es más fácil conocerlo si lo has vivido directamen­te. Por otra parte, hay un olvido intenciona­do porque una parte minoritari­a de nuestra sociedad tiene una responsabi­lidad en lo ocurrido por la que no han pedido perdón, ni han condenado, ni nada. No afecta solamente a los de los comandos de ETA. La izquierda ‘abertzale’ en general pretende que olvidemos porque tiene mucho que ocultar.

Este viaje a la memoria termina en el reactor nuclear del terror de ETA, que es la réplica exacta del zulo donde encerraron a José Antonio Ortega Lara y a la que los visitantes pueden acceder cada media hora. Pedro la visita durante menos de un minuto. Cuando sale, el pasado se le ha venido encima de golpe. Para él, ha pasado el tiempo en la misma dirección pero en sentido contrario y pareciera veinte años mayor que cuando entró. Han regresado las mañanas mirando debajo del coche de camino a la central nuclear de Lemóniz, los cambios de ruta por las amenazas, el secuestro de José María Ryan, su jefe, la foto en el zulo encañonado, la mujer y los niños pidiendo que no lo mataran y el cadáver aparecido en un camino forestal maniatado y con un tiro en la nuca.

Pedro ha salido espantado del zulo, como si hubiera visto un fantasma y abre los ojos un poco más de lo normal. Diminutas gotas de sudor le perlan la frente y le tiemblan los labios de una manera casi impercepti­ble: «Me he emocionado mucho y estoy muy triste. Ojalá no hubiera venido nunca».

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 ?? ?? ฀Recreación del zulo donde ETA mantuvo secuestrad­o a Ortega Lara durante 532 días ฀Dos personas atienden a la explicació­n en la visita al Centro Memorial ฀Fachada del edificio, situado junto a la plaza de España de Vitoria ฀Portadas de distintos diarios, entre ellos ABC, sobre atentados de ETA
฀Recreación del zulo donde ETA mantuvo secuestrad­o a Ortega Lara durante 532 días ฀Dos personas atienden a la explicació­n en la visita al Centro Memorial ฀Fachada del edificio, situado junto a la plaza de España de Vitoria ฀Portadas de distintos diarios, entre ellos ABC, sobre atentados de ETA
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