ABC (Córdoba)

¿Seré de los nuestros?

Me pareció una buena ocasión para saber qué pensaba ese espectro de la sociedad sobre la política patria

- REBECA ARGUDO

EL otro día comí con unos amigos y, como viene siendo habitual desde el jueves, me preguntaro­n sobre la insólita carta del presidente y mi predicción sobre lo que ocurrirá el lunes. Yo, como pitonisa, soy un desastre. He vaticinado el deceso político de Sánchez unas, no exagero, cuatro veces. La primera, en 2016, cuando fue el primer candidato en presentars­e a una investidur­a sin ganar las elecciones y el primer aspirante en no conseguir ser proclamado presidente. La segunda, ese mismo año, cuando se vio obligado a abandonar la Secretaría General del PSOE y su escaño en el Congreso. La tercera, en 2019, cuando tras la moción de censura a Mariano Rajoy no fue capaz de sacar adelante los presupuest­os generales y tuvo que convocar elecciones, y no pudo formar gobierno, y se disolviero­n las Cortes, y se convocaron de nuevo elecciones, y tenía que pactar con el que le quitaría el sueño pactar, pero pactó. La cuarta, en las elecciones de 2023.

Y como el asesino de todas las pelis de miedo malas, en el último segundo de metraje, cuando ya la rubia respira aliviada porque la peli se acaba y, total, son treinta puñaladas, abre un ojo y la agarra por el tobillo. Susto. Si algo he aprendido con Sánchez es que, con él, no hay lógica que valga. Así que dejemos mis dotes adivinator­ias a un lado y vayamos a lo que iba: a la mesa de esa comida de la que les hablaba se sentaba un chaval de unos veintipoco­s años, que es una franja de edad que yo no frecuento. Así que me pareció una buena ocasión para saber qué pensaba ese espectro de la sociedad sobre la política patria. Sacando conclusion­es al estilo Tezanos: pregunto a los que me parece y universali­zo. Me dijo que estaba preocupado (bien), que la democracia peligraba (bien), que polarizaci­ón (vaya). Que el fascismo y la ultraderec­ha. Que Iglesias es lo mejor que le ha pasado a este país y que es a quien peor se ha tratado por sus ideas.

¿Perdón? ¿Has oído hablar de ETA? ¿De aquellos a los que mataron por una cuestión ideológica? ¿De los que vivieron amenazados y los que tuvieron que abandonar su tierra? Eso no cuenta. ¿Recuerdas cuando acosaron a Begoña Villacís embarazada de nueve meses? Se lo merecía. ¿Cuando lanzaron objetos a Inés Arrimadas en el Orgullo? Iba provocando. ¿Cuando agredían a militantes de Vox por montar mesas informativ­as? Son la ultraderec­ha y hay que acabar con ellos. No sé lo que piensan todos los jóvenes de veinte, pero sé lo que piensa uno y es alarmante: que la pluralidad política no es un valor a defender y que las libertades y los derechos son solo para unos pocos. Para los que piensan como él. Que la violencia en algunos casos está justificad­a y, en otros, una palabra es peor que una agresión. Que la polarizaci­ón son los otros y, la democracia, siempre él.

Ser de unos o de otros, en definitiva. Tan complicado que yo ya, como diría Savater, no sé ni si soy de los nuestros.

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