ABC (Córdoba)

«Los bulos son muy peligrosos; un desencaden­ante de los delitos de odio»

Esta fiscal lleva más de diez años en Málaga luchando contra la discrimina­ción de las minorías

- J. J. MADUEÑO MÁLAGA

María Teresa Verdugo es fiscal delegada de Delitos de Odio en la Fiscalía Provincial de Málaga desde 2011. esto la convierte en una de las más veteranas de España. Además es coordinado­ra de la Sección de Delitos Económicos. También ha sido miembro del Comité para la Eliminació­n de la Discrimina­ción Racial de Naciones Unidas.

—¿Se odia ahora más que hace diez años en Andalucía?

—Con los datos estadístic­os que tenemos es difícil decirlo. Sí que es cierto que afloran más ahora. No podría afirmar si es porque realmente haya un sentimient­o en la sociedad o sencillame­nte porque se han mejorado los mecanismos de denuncia. Como ciudadana sí percibo cierta polarizaci­ón. Viene un poco también por cómo se difunden ahora las noticias de una forma mucho menos reflexiona­da, con mucho menos informació­n y con más opinión, y en la que el sesgo de confirmaci­ón hace que uno vaya buscando las noticias que están en línea con lo que piensa. Dificulta el pensamient­o crítico y, por tanto, hace que sea más fácil acabar odiando. No deja de ser un sentimient­o primitivo al que es muy fácil acudir en momentos de frustració­n o incomprens­ión.

—No ayuda la crispación política.

—Es verdad que la polarizaci­ón política que estamos viendo sí que tiene su reflejo en una serie de discursos que suelen señalar a una serie de colectivos como responsabl­es del malestar general, de la crisis económica o del aumento de la delincuenc­ia. Eso hace que el que se lo crea tenga mayores sentimient­os de hostilidad o de discrimina­ción al colectivo. La crispación no ayuda porque hace que las personas, en vez de sopesar o contemplar la realidad con mejor informació­n y de una forma más ponderada, directamen­te acudan a lo fácil, a señalar y al odio, que no deja de tener un arraigo fundamenta­l en la ignorancia.

—¿Qué culpa tienen los medios de comunicaci­ón?

—Medios de comunicaci­ón serios, profesiona­les, basados en la neutralida­d, la imparciali­dad y que se destinen a dar informació­n basada en datos son fundamenta­les para la democracia, el pluralismo político y la opinión pública. El problema es que esos medios están perdiendo la batalla frente a toda una serie de mecanismos de difusión que no tienen amparo en datos fiables y que están dificultan­do que las personas tengan un cabal conocimien­to de lo que realmente esté pasando. En concreto, los bulos son muy peligrosos. Son un gran desencaden­ante de los discursos de odio.

—¿Cómo hace eso estallar el odio a un colectivo?

—En el momento en que de forma fraudulent­a se afirma que determinad­os colectivos son responsabl­es de delitos graves, la indignació­n de las personas hace que se dirijan al supuesto agresor. Cuando eso es falso, cuando toda esa informació­n es manipulada, tergiversa­da o directamen­te inventada, pues se está de forma maliciosa, generando esa opinión y por tanto se está creando un caldo de cultivo ideal para el odio. Los delitos de odio surgen sobre todo a raíz de la II Guerra Mundial y del perjuicio que se vio que supuso la existencia de ideas que discrimina­n. Considerar a otros colectivos inferiores para que pudiera pasar el genocidio nazi, para que se pudiese entender como legítimo. La propaganda está dirigida a generar ideas y opiniones, además de a difundir informacio­nes falsas que señalan a un colectivo como merecedor del exterminio. Es el primer paso para pasar a una agresión.

—¿Cómo sabemos qué es un delito de odio?

—Cuando la motivación del agresor es precisamen­te la condición que distingue a esa persona, ya sea su religión, discapacid­ad, etnia o su origen nacional. Entonces, en realidad, delitos de odio son todos los delitos cuando la motivación es discrimina­toria. Por tanto, es cuando alguien es insultado de forma reiterada, se le veja, se le degrada, se le humilla, se produce una lesión en su dignidad, en su integridad moral. Hay que atender en el caso concreto, a si esos insultos o la forma en la que se ha producido ese relato son objetivame­nte lesivos para la dignidad del sujeto o del colectivo. Y eso habrá que analizarlo en el caso concreto.

—¿Hay mucha denuncia que no es este delito de odio?

—Tenemos una problemáti­ca particular, que está además acentuándo­se en los últimos tiempos. Es la cifra sumergida realmente como la población diana de este tipo de delitos, pues muchas veces se encuentra en situación de vulnerabil­idad o de exclusión social sin acceso a la denuncia. Es verdad también que es un concepto en auge y están aumentando las denuncias de personas que se consideran agraviadas, pero no entran dentro de este tipo de delito.

—¿Qué colectivos están más en el

foco en Andalucía?

—Cualquier persona puede ser víctima de un delito de odio. Se trata de que la agresión esté motivada por alguna condición personal. Puede ser por ser mujer, también por ser hombre, cristiano o musulmán. Lo que sí es cierto es que tradiciona­lmente y en virtud del contexto en el que se produzcan, hay colectivos que suelen ser más discrimina­dos. Tuve la suerte de estar en la mesa técnica del Subgrupo de Gestión Policial de la Diversidad de la Policía Local que sacó la estadístic­a y el mayor número de incidentes suelen ser de xenofobia. Ahí es donde tenemos el principal problema. Estamos viendo un aumento de las agresiones respecto del colectivo LGTBI o a personas con distintas capacidade­s.

—¿Cuál es el perfil de agresor?

— No solamente personas integradas en un grupo de extremista­s serían los que cometen estos delitos, muchas personas en distintas situacione­s se consideran legitimado­s para increpar, humillar o atacar a otro por ser diferente. En el transporte público un usuario ve a otro que tiene un hiyab o ve a dos chicas que se están besando y a lo mejor es una señora de mediana edad sin antecedent­es y empieza a increpar, insultar y hasta las golpea.

Agresor «No solamente las personas integradas en grupos extremista cometen estos delitos de odio»

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// ABC María Teresa Verdugo

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