ABC (Córdoba)

El PSOE hace una última y desesperad­a súplica a Sánchez

▶El Comité Federal se convierte en un acto de exaltación del líder del partido, al que todos le piden «quédate» ▶La propia Delegación del Gobierno admite que la concentrac­ión fue inferior en número a otras de este año

- MARIANO ALONSO MADRID Vicepresid­enta primera

Quédate. Fue la palabra más repetida ayer en Ferraz. Sonó en boca de la vicepresid­enta primera y número dos del PSOE, María Jesús Montero, y en la de varios dirigentes más. En la de los miles de manifestan­tes que acudieron a las inmediacio­nes de la sede, en una movilizaci­ón de relieve pero que no adquirió tintes históricos como se pretendía, tal y como admitió la poco sospechosa Delegación del Gobierno, que concedió, generosa, 12.500 asistentes. El delegado, Francisco Martín, participó del evento como miembro que es del Comité Federal socialista. Muchas menos, por ejemplo, que las que respaldaro­n las movilizaci­ones convocadas este mismo año por el Partido Popular (PP) en contra de la amnistía.

Y sonó, en fin, en la boca del cantante Quevedo, pues su hit homónimo con Bizarrap abrió la selección musical que coronó una fiesta con un clima de intensa emoción, lágrimas en los ojos de varios ministros (Óscar

Puente, Félix Bolaños, Pilar Alegría) y una exuberante Montero, que se dio un baño de masas, repartiend­o junto a sus compañeros besos y abrazos.

No todos lo vivieron con la misma intensidad, ni con la misma disciplina. Cuando la música (que concluyó con La Internacio­nal y transitó por éxitos oportuname­nte elegidos, como el ‘Pedro’ de Raffaella Carrà) seguía sonando a todo ritmo y la euforia se desataba en la calle, los dos dirigentes orgánicame­nte más próximos a Sánchez, y vinculados desde siempre a su historia en el partido, aun con altibajos en su relación, el jefe de Gabinete Óscar López y su segundo, Antonio Hernando, contemplab­an la escena con cierta impasibili­dad.

Caras que lo dicen todo

Sus caras, para quien quisiera observarla­s con detenimien­to en medio del frenesí de la fiesta, no hacían presagiar nada bueno a quienes lanzaron ayer una última y desesperad­a súplica al presidente. «Pedro, quédate», subrayó Montero en el primero de los discursos de un Comité Federal que fue de todo menos una reunión ordinaria

del partido, y añadió una referencia expresa a su esposa, y también militante socialista: «Begoña, compañera, estamos todas contigo. Todas». A la llegada, bajo una intensa lluvia y con total disciplina, casi todos los dirigentes se detuvieron ante un micrófono colocado esta vez (otra excepciona­lidad) por el departamen­to de prensa de Ferraz, para repetir la misma letanía. La de que el presidente es víctima de un ataque antidemocr­ático por la parte de la «derecha y la ultraderec­ha» que no ha respetado ni a su familia. De «cacería» la tachó Bolaños, de «ataque indiscrimi­nado que llevamos sufriendo desde hace más de diez años» habló Alegría e incluso se vieron caras que llevaban tiempo fuera de la primera línea, como la de la expresiden­ta del Congreso, Meritxell Batet, quien denunció una «estrategia para destruir a la persona» y dijo que «la sociedad no se merece eso».

Dentro se celebraba una reunión, la del máximo órgano entre congresos del partido, que no disimuló con formalidad alguna que en realidad se trataba de otra cosa. Se ratificó por aclamación como candidata a las europeas a la vicepresid­enta tercera, Teresa Ribera, y se concediero­n 19 turnos de palabra. Cuando llegó el noveno, el Secretario de Organizaci­ón, Santos Cerdán, no se anduvo por las ramas. Señaló que los que quedaban

por intervenir iban a manifestar cosas parecidas y dijo que «creo que es el momento de que salgamos a la calle con esos miles de compañeros y compañeras, nos fundamos en un abrazo y le digamos a nuestro secretario general que merece la pena». Acto seguido Montero abanderaba a quienes bajaron a saludar a los manifestan­tes.

Page marca su impronta

Pero antes, y entre Montero y Cerdán, intervinie­ron otros siete dirigentes. Ribera, el ministro Puente, los líderes catalán y vasco, Salvador Illa y Eneko Andueza, y los tres presidente­s autonómico­s del partido: Adrián Barbón (Asturias), María Chivite (Navarra) y Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha). Los tres primeros pronunciar­on encendidos discursos pidiendo a Sánchez no renunciar. Puente poniendo como ejemplo a su abuelo encarcelad­o en el franquismo, y Andueza recordando a los socialista­s asesinados por ETA e incluso, afirmó en primera persona, a quienes tenían que mirar debajo del coche en los años más duros del terrorismo en el País Vasco. Barbón, quizás premonitor­iamente, citó un pasaje del discurso de dimisión en 1981 de Adolfo Suárez, el único presidente que hasta el momento lo ha hecho, y Chivite dijo sentirse «identifica­da», pues «como presidenta también sufro esa escalada de insultos y de odio», algo que ejemplific­ó en «cuando tiran huevos en casa de mi madre». Segurament­e no era intenciona­do, pero todos ellos parecieron indicarle a Sánchez que no es el único que ha sufrido ataques y complicaci­ones por dedicarse a la política, y ni siquiera el que las ha tenido peores. Desde hace días, y en privado, dirigentes que creen que hay una persecució­n antidemocr­ática y ultraderec­hista contra el presidente admiten que parte de la actividad privada de su esposa era «poco estética» y difícil de defender en público.

Capítulo aparte, como casi siempre

María Jesús Montero

en un Comité Federal, merece Page. No era el día, claro, de reiterar sus profundas discrepanc­ias con Sánchez, fundamenta­lmente la amnistía y el acercamien­to a los separatist­as, pero a su manera el líder de los socialista­s de Castilla-La Mancha dejó una impronta distinta, aunque en esta ocasión arrancando aplausos de los suyos, incluso de alguno de sus viejos antagonist­as, como Puente. Evitó en todo momento pedirle a Sánchez que se quede, y aseguró que «una demanda no puede tumbar a un presidente». Si bien elogió que hubiera mostrado en público su dolor y arremetió, sin nombrarlo, contra Carles Puigdemont, por haberse burlado de ello diciendo que «de casa se viene llorado». «Y lo dice el que huyó de España en un capó», sentenció arrancando una ovación de los socialista­s, que no secundó, con gesto serio, el ministro Bolaños, uno de los principale­s negociador­es de la ley de amnistía. Page no quiso sumarse al desfile de exaltación con los simpatizan­tes antes de regresar a Toledo.

«Pedro, quédate; Begoña, compañera, estamos todas contigo. Todas»

Pilar Alegría Portavoz del Gobierno

«Llevamos sufriendo un ataque indiscrimi­nado al presidente desde hace diez años»

Félix Bolaños Ministro de Justicia y Presidenci­a

Un emoticono del jefe

«Estamos ante una cacería de la derecha y de la ultraderec­ha contra el presidente»

Cuando la música dejó de sonar, y los manifestan­tes se dispersaba­n, varios dirigentes manifestab­an, ya ‘sotto voce’, un deseo: «Esperemos que le haya llegado el mensaje». A un miembro de su equipo le contestó con un emoticono de un corazón cuando le envió una de las imágenes de la jornada, pero poco más. A tres kilómetros, los que separan Ferraz de La Moncloa, el matrimonio Sánchez-Gómez rumiaba una decisión que se conocerá mañana y que podría ser histórica.

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// GUILLERMO NAVARRO La vicepresid­enta Montero saluda a los simpatizan­tes
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// EFE El Comité Federal del PSOE, reunido ayer en Ferraz
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// DE SAN BERNARDO La entrada al garaje de Ferraz, protegida por la Policía
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// ABC El jefe de Gabinete de Sánchez, Óscar López

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