ABC (Córdoba)

Los patios llenos abren el debate sobre el uso de cámaras y móviles

▶No todos los dueños limitan el empleo de tecnología, pero los visitantes suelen ajustarse a las restriccio­nes

- ALFREDO MARTÍN-GÓRRIZ CÓRDOBA

COLAS kilométric­as, muchísimos visitantes, y un ambiente festivo reinaban en los patios de Córdoba desde las 11.00 de la mañana de ayer, cuando antes de abrir ya se agolpaban ante la puerta los más previsores, dispuestos a evitar el calor esperado y superior a 30 grados. Las plantas de los recintos empezaban ligerament­e su decadencia en un mayo de floración atípica respecto a la de años anteriores, tanto por el calor de principios marzo como por las copiosas lluvias posteriore­s.

Se temía por cierto adelanto en algunas especies, algo que se produjo pero sin llegar a deslucir ninguno de estos rincones. A falta de las cifras oficiales de asistentes, la impresión general de los propietari­os o inquilinos es que este 2024 ha atraído a más gente que nunca.

Y ponen un debate sobre la mesa: qué hacer con el uso de móviles, tanto por los desperfect­os que se producen por la distracció­n al rozarse contra plantas o macetas; o bien por permanecer dentro demasiado tiempo y contribuir a la ralentizac­ión de la entrada de público y a que las esperas sean demasiado largas.

Aunque ahora está fuera de concurso por pertenecer al Ayuntamien­to, el patio de Trueque, 4 es de los más vistosos de Córdoba, y de hecho ganador en diversas ocasiones antaño. Su cuidador, Rafael Estévez, recuerda que cuando consiguió el primer premio en 1978 la gente estuvo viéndolo entre las ocho de la tarde y las siete de la mañana. «El patio está perfecto, aunque las últimas lluvias estropearo­n algunas macetas», resume.

Estévez echa de menos aquella vida de los patios de antaño, cuando gente cantando iba de uno a otro, sólo se abría por las tardes y, sobre todo, no había móviles. Este cuidador llama la atención sobre un asunto que será recurrente en la consulta realizada por este periódico. «Como se pongan a hacerse fotos no se van de aquí, mucho más si son familias que hace tiempo que no se veían, y que si cómo estás, qué tal todo», explica con gran sentido del humor pero censurando sin duda la manera en la que las fotos realizadas condiciona­n el flujo de personas desde la entrada.

No deja de alertar que tantas poses contribuye­n a crear desperfect­os sobre todo por las fricciones con los bolsos y mochilas cuando la persona en cuestión está más pendiente del selfie. Es común que en muchos sitios se avise de que al pasar hay que ponerse esos complement­os delante.

En el patio de la calle Chaparro, 3 se acogieron a la posibilida­d, recogida en la normativa, de prohibir las fotos. Así lo explica una de las personas que viven en este recinto, Gloria Palenzuela. De esta forman evitan desperfect­os y promueven que el público observe la belleza del recinto y pregunten a los propietari­os.

Se trata de un patio amplio que tiene sol y sombra, por lo que el adelanto de la floración se lo puso complicado. Finalmente luce como se esperaba, y junto a las flores un escritorio homenaje a Antonio Gala con manuscrito­s auténticos y un bastón del fallecido escritor cedido por su fundación.

Muy cerca se encuentra el ganador de entre los patios singulares, Marroquíes,

que optó por prohibir el uso de trípodes, palos de selfies y cámaras grandes, aunque no de móviles o cámaras pequeñas.

Ángela Moreno, vecina de lugar, llama la atención sobre la ausencia, este año, de días flojos. Todos han contado con una gran afluencia, ya de 2.000 personas el jueves en el que empezó el festival. «No nos lo podíamos creer», asegurado, y eso que se trata de un patio de gran aforo, hasta 60 personas, acostumbra­do a un enorme trasiego. «Además, en nuestro caso la floración ha estado en su punto, aunque ya se ve algún fallillo, los primeros días ha sido espectacul­ar», cuenta.

En todos los rincones

Por su ubicación, en San Juan de Palomares, 8 no están acostumbra­dos a entradas tan abundantes, de hasta 1.600 personas algunos días. Su propietari­o, Gabriel Castillo, que tiene además allí su estudio de restauraci­ón, habla maravillas de la floración, mejor que la del año pasado, y de esa asistencia masiva de gente: «Aquí nunca ha habido tanta ni esas colas por este barrio».

También llama la atención sobre el uso de móviles, por el que algunos visitantes, sin querer, se echan encima de las flores. «Aunque ya hay muchos que preguntan antes», reconoce. En la misma zona, Víctor Urbano, que vive en el patio de la calle Frailes, 6, ha observado una situación de temperatur­a y floración mejor a la de otros años,

y también que la gente pregunta sobre el posible uso de móviles, debido a que en otros patios se encuentran con restriccio­nes.

En el patio de Alvar Rodríguez, 11, Francisco Luis Jiménez tiene datos acumulados, hasta el viernes 10 de mayo, de unas 9.000 personas, «bastantes más que otros años». Por el tamaño del patio, y para evitar problemas con los móviles, se determinó un acceso reducido cada vez de unas diez personas. Jiménez cree que cada vez impera más el civismo y la educación en los visitantes que acceden a estos recintos.

Muy cerquita, en Alvar Rodríguez, 8, su propietari­a, la florista Ángela Gómez, coincide con otras personas en que la asistencia ha sido constante, mayor que otros años y no tan concentrad­a en los fines de semana. «Esta vez hemos tenido geranios y gitanillas estropeado­s por el viento y la lluvia, pero en general toda la floración ha estado bien», resume. Gómez comprende que

Las fotografía­s constantes, dicen los dueños, entorpecen la visita y retrasan a quienes están esperando en las colas

El segundo sábado cerró como un día de muchas aglomeraci­ones en que la floración había empezado a resentirse

algunas personas no quieran fotos en su patio, tanto porque los visitantes utilizan el reportaje con interés económico a veces como, en otro sentido, por la lentitud que los selfies en el interior imprimen a las colas.

En Ocaña, 9, Ricardo González, su propietari­o, cree que la afluencia de público puede estar un poco por encima que en ediciones anteriores, a la espera de lo que depare un fin de semana que se encontrará «con la floración ya un poquito pasada».

También ve el inconvenie­nte del uso de móviles por el acercamien­to a las flores y porque impiden la circulació­n del público. En Parras, su propietari­o, Rafael Lucena, detalla que incluso entre semana han tenido medias de entre 1.500 y 1.600 visitantes, «y hasta superamos los 2.000 el primer sábado». Califica dicha asistencia de espectacul­ar.

Entre las lluvias y el calor de marzo han tenido que ir reponiendo para llegar en plenas condicione­s a la recta final, teniendo a su vez cuidado con los acercamien­tos a las plantas por los selfies. Los últimos autorretra­tos de la temporada se harán el domingo 12 de mayo y las flores, y sus dueños, se quedarán un poco más tranquilos, pero ya con el trabajo de continuar con los cuidados hasta que los meses lleguen al siguiente mayo y haya que abrir las puertas de nuevo.

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// VALERIO MERINO Visitantes en uno de los patios de Córdoba
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Cola para acceder al patio de la calle
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Marroquíes, uno de los más visitados. A la derecha, visitantes en Tafures, 2
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// VALERIO MERINO

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