ABC (Córdoba)

Una larga historia de cercanías

▶El cervantism­o asumió hace más de un siglo el estrecho vínculo biográfico del autor de ‘El Quijote’ con Córdoba ▶Sorprende lo poco que se conoce en la ciudad esta relación que certifica la Real Academia de la Historia

- FÉLIX RUIZ CARDADOR CÓRDOBA

SI usted pasea por la iglesia de San Juan de los Caballeros y su entorno quizá lo esté haciendo a apenas unos metros del lugar en el que Miguel de Cervantes cursó sus primeras letras con siete añitos de edad. Si se pasea por la Ribera, tal vez lo haga muy cerca de donde vivió parte de su infancia. Y si se sienta en una terraza de la Plaza de la Compañía, pues en las inmediacio­nes del Colegio jesuita en que algunos historiado­res consideran que estudió y de donde presuponen que estaba la casa de su abuelo Juan.

Estas cuestiones puede que sorprendan a muchos lectores en 2024, pero lo cierto es que la intensa relación biográfica de Cervantes con Córdoba ha ocupado en el pasado muchas líneas en libros y también en periódicos. Incluido —como es lógico si se tiene en cuenta la intensidad del debate cervantino durante los siglos XIX y XX— el documento que el profesor e investigad­or sevillano José de Contreras y Saro ha recuperado y que esta semana ha ocupado titulares en la prensa nacional e internacio­nal. Lo que él defiende es que Cervantes nació en la ciudad, ya que en el proceso que se siguió para admitir en la cofradía sevillana del Santísimo Sacramento a su amigo Tomás Gutiérrez, que era cordobés, el escritor de ‘El Quijote’ se declara como paisano suyo, natural por ello de Córdoba. A ello le añade la hipótesis de que las dos partidas de bautismo que en el siglo XVIII se encontraro­n con el nombre de Cervantes en Alcalá de Henares y en Alcázar de San Juan (la primera de ellas es la que se considera como verdadera de forma general) se correspond­en no con el escritor sino con dos primos de edad similar a la suya.

El documento que da pie a esta nueva teoría lo descubrió el abogado Adolfo Rodríguez Jurado a comienzos del siglo XX, una época que fue especialme­nte dinámica en lo que se refiere al hallazgo en diversos archivos de documentos cervantino­s. Su aparición provocó de hecho un intenso debate en Córdoba, que llegó a su punto de ebullición cuando en 1914 se convocó un concurso literario, en formato de Juegos Florales, centrado en este asunto. Ganaron aquella justa literaria el historiado­r y académico Francisco Rodríguez Marín y el escritor y religioso montalbeño Alfonso Adamuz Montilla. En ambos trabajos intentaban estos intelectua­les dar respuesta a la pregunta que bullía en la ciudad sobre si Cervantes nació en Córdoba o no. Y llegaban a conclusion­es similares. La primera: que no se puede asegurar que la ciudad fue la cuna original de Cervantes. La segunda: que de lo que no existe duda es de que su familia paterna era cordobesa y que pasó momentos importante­s de su vida en la ciudad.

Similar opinión de los historiado­res de entonces es la que mantienen hoy los actuales, como explica a ABC el profesor cordobés Juan Pérez Cubillo, que a comienzos del siglo XXI coescribió junto a Francisco Paños el volumen ‘La sombra de Miguel Cervantes en Córdoba’ (Utopía Libros). Según su opinión, con la que concuerdan otros expertos que se han pronunciad­o esta semana, pesa más ahora mismo la seriedad de los estudios de grandes cervantist­as y «los documentos fehaciente­s» que aportan sobre su vida que «el hecho de que podamos entender esa frase que aparece en el documento de Sevilla como una literalida­d». De lo que tampoco duda Pérez Cubillo es de que la familia paterna del escritor era cordobesa, lo que facilitó su vínculo con la urbe. Más si se tiene en cuenta que su posible estancia en Alcalá de Henares fue breve debido a la precaria situación profesiona­l de su padre, el cirujano Rodrigo de Cervantes, que deambuló por varias ciudades —probableme­nte junto a toda su familia— en busca de estabilida­d.

Algo de especulaci­ón

El relato de la infancia de Cervantes tiene algo de especulaci­ón, porque grandes evidencias no hay y a él nunca le gustó escribir sobre ello. Quizá la narración más demorada sea la que dejó el cervantist­a Luis Astrana, que entre 1948 y 1958 publicó en siete volúmenes su monumental ‘Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra’. Astrana cuenta allí que Cervantes, tras nacer en Alcalá y vivir un tiempo en Valladolid, llegó a Córdoba con siete años y que aquí cursó sus primeros estudios reglados, primero con el sacerdote Alonso de Vieria en su escuela de la collación de San Juan y posteriorm­ente en el recién estrenado colegio de los Jesuitas en la Compañía. Astrana Marín sostiene que en esos años, en la escuela y en sus andanzas por la plaza del Potro, debió de conocer a otros personajes destacados de su generación como el futuro escritor y carabera Juan Rufo, el Tomás Gutiérrez que ahora aparece en el documento sevillano o el poeta Gonzalo de Cervantes, que era su pariente.

Aunque esa estancia fue corta, de apenas dos años pues luego la familia prosiguió su largo deambular por Cabra y Sevilla, se sobrentien­de según esta línea de trabajo que la ciudad dejó una fuerte impronta en el escritor por ser años muy decisivos en la formación de la primera memoria, en el aprendizaj­e y en la forja de las primeras amistades personales. Que la ciudad fuese la cuna de su vocación tampoco parece extraño si se tiene en cuenta que del colegio de la Compañía y de

Origen El documento que da pie a esta nueva teoría lo descubrió el abogado Adolfo Rodríguez Jurado a comienzos del siglo XX

la Córdoba de esa centuria y la siguiente surgieron una legión de intelectua­les que nutrieron el Siglo de Oro. No obstante, hay otros biógrafos que apuntan a que sus estancias en la ciudad de niño fueron más eventuales.

Tampoco es desdeñable el hecho de que en la obra cervantina la presencia de referencia­s cordobesas sea una constante, tanto en El Quijote como en otros textos y con un total de citas superior al de otras ciudades cervantina­s como Alcalá o Sevilla. Así lo demostró en sus trabajos de hace un siglo el gran cervantist­a sevillano Francisco Rodríguez Marín, que también trazó la línea genealógic­a paterna de Cervantes, cuyo abuelo fue según sus estudios el abogado cordobés Juan de Cervantes, su abuela la cordobesa Leo

Formación Tras nacer en Alcalá y vivir un tiempo en Valladolid, llegó a Córdoba con siete años y aquí cursó sus primeros estudios reglados

Citas No es desdeñable el hecho de que en la obra cervantina la presencia de referencia­s cordobesas sea una constante

nor de Torreblanc­a y su bisabuelo un ballicher y comerciant­e cordobés dedicado a la trapería y llamado igual que el padre del escritor, Rodrigo. En cuanto al nacimiento en Alcalá, Rodríguez Marín lo daba como cierto, pero tan fortuito o eventual como el que podamos achacar hoy a ilustres cordobeses nacidos fuera como Antonio Gala o Vicente Amigo.

Esas, frente a las diversas tesis que aparecen cada cierto tiempo, son las conviccion­es que maneja el cervantism­o oficial y que también defiende la Real Academia de la Historia en su biografía del gran escritor, con firma de Martín de Riquer. Con todo ello, y salvo que aparezcan documentos realmente novedosos que permitan mudar esa línea, lo que queda claro es que la relación de Cervantes y Córdoba fue de estrecha cercanía. Quizá lo que sorprenda es que la ciudad no haya sabido dejar constancia de estos vínculos en su entorno urbano o en sus programas culturales divulgativ­os hasta el punto de que, tal como se ha visto en la polémica surgida esta semana, sigue sorprendie­ndo a los cordobeses de hoy.

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 ?? // ABC ?? Retrato de Miguel de Cervantes, autoría del pintor madrileño del siglo XIX Eduardo Balaca y que se puede ver en el Museo del Prado; arriba a la derecha, un plano de la ciudad en la época del escritor
// ABC Retrato de Miguel de Cervantes, autoría del pintor madrileño del siglo XIX Eduardo Balaca y que se puede ver en el Museo del Prado; arriba a la derecha, un plano de la ciudad en la época del escritor

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