Xi Jinping y Putin defienden una «solución política» a la guerra de Ucrania
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Dos amigos septuagenarios conversan mientras dan un paseo y toman el té: el curso del mundo solo pende de sus palabras cuando uno es Vladímir Putin y el otro Xi Jinping. El líder ruso llegó ayer a China para saludar a su principal baluarte ante Occidente tras la invasión de Ucrania. A tratar, la situación militar y la cooperación económica, con la aspiración de que el régimen chino mantenga la primera mediante la segunda.
China ha presentado desde el comienzo del conflicto una pretendida equidistancia que esconde en realidad un apoyo implícito a Rusia. Nada más que eso, pues dicha postura representa el mayor punto de fricción con la Unión Europea y EE.UU. Xi no desea defender a Rusia a costa de sus lazos con la comunidad internacional ni al revés, un equilibrio complicado del que hasta ahora ha salido indemne con milimétricos ajustes. De ahí que, por ejemplo, haya criticado pero respetado las sanciones vigentes.
Putin, en cambio, cuenta con menos opciones. El viaje reviste especial importancia por ser el segundo en seis meses y el primero de su nuevo mandato, revalidado en un sucedáneo de elecciones del pasado mes de marzo. «Fue el nivel sin precedentes de la asociación estratégica entre nuestros países lo que determinó mi elección de China como el primer Estado que visitaría después de asumir el cargo de presidente», explicaba en una entrevista divulgada el miércoles con la agencia de noticias estatal china, Xinhua. «Intentaremos establecer una cooperación más estrecha en los campos de la industria y la alta tecnología, el espacio y la energía nuclear con fines pacíficos, la inteligencia artificial, las fuentes de energía renovables y otros sectores innovadores».
Si completa los seis años de esta quinta legislatura, Putin superará a Stalin como el líder más longevo en la historia moderna de Rusia desde Catalina la Grande. Si alguien puede entenderle, ese es Xi, quien cursa un extraordinario tercer mandato que quebró las convenciones de sucesión desarrolladas por Deng Xiaoping, convertido en el líder chino más poderoso desde Mao Zedong y sin heredero a la vista.
La de ayer supone la cuadragésima tercera reunión, en ambos casos más que con cualquier otro mandatario internacional, y ha proporcionado muestras redobladas de su cálida relación personal. Xi ha dado la bienvenida a Putin en el Gran Palacio del Pueblo, donde tras la recepción oficial han mantenido una charla a puerta cerrada que ha durado mucho más de lo esperado y ha retrasado dos horas la posterior aparición –sin preguntas– ante una selección de medios de comunicación.
Relación con Occidente
Durante su intervención, Putin confirmó que la guerra de Ucrania ha sido uno de los temas tratados. «Estamos agradecidos a China por sus esfuerzos para resolver la crisis de Ucrania», señaló, y aseguró que ambas partes desean «una solución política a la crisis», opinión que reiteró Xi. China y Rusia proclamaron a principios de 2022, poco antes de la ofensiva sobre Ucrania, una «sociedad sin límites», término que la propaganda china ha dejado de emplear.
Restan, además, diferencias vigentes, como el uso de armas nucleares, y otras subyacentes como rencillas territoriales o la competencia en Asia Central. «Para China el mayor problema de la guerra es su relación con Occidente. Rusia y China no son aliados, son enemigos», apuntan a ABC fuentes diplomáticas ucranianas, quienes hacen referencia a los tratados desiguales del siglo XIX y la presencia de tropas rusas en Pekín. «La postura de China responde a un interés propio. Rusia ha querido arrastrarle en varias ocasiones a un mayor compromiso».
Xi y Putin firmaron un comunicado conjunto que ofrece un frente común en las cuestiones geopolíticas más acuciantes. Rusia reconoce la soberanía de China sobre Taiwán, mientras que «valora positivamente la posición objetiva y sin sesgos de China en la cuestión de Ucrania», mientras que China «apoya los esfuerzos del lado ruso para asegurar la seguridad y la estabilidad». Ambos acusan a EE.UU. de «dar pasos desestabilizadores que suponen una amenaza directa a la seguridad de Rusia y China», como el despliegue de misiles, el desarrollo de armamento no nuclear de alta precisión o la extensión de la disuasión nuclear mediante aliados como Aukus (la alianza estratégica militar entre Australia, Reino Unido y EE.UU.).
Mientras tanto, la fructífera relación comercial hace patente la proximidad. Los intercambios entre Rusia y China alcanzaron en 2023 la cifra récord de 220.000 millones de euros según las autoridades aduaneras del gigante asiático, un crecimiento anual del 26% y del 60% con respecto a niveles previos a la guerra. China ya acumula un 30% de las exportaciones totales de Rusia y un 40% de sus importaciones. Sin embargo, las remesas procedentes de China han caído ligeramente en los últimos meses, una aparente reacción a la amenaza de EE.UU. con posibles sanciones para acabar con el suministro de productos de uso dual, es decir, civil y militar.