ABC (Córdoba)

La mala digestión de la disolución de Checoslova­quia

Las diferencia­s sociales provocan que Eslovaquia viva uno de sus momentos más críticos desde el fin del comunismo

- CARLOTA PÉREZ / IGNACIO GIL ENVIADOS ESPECIALES A BRATISLAVA

El secuestro del hijo del presidente en 1995; el asesinato de un policía en 1996; otro asesinato de un periodista y su pareja en 2018; y ahora, un intento de magnicidio. En apenas 30 años, los mismos que lleva Eslovaquia sin estar bajo el mando del comunismo, el país ha sufrido una serie de acontecimi­entos que han resquebraj­ado su frágil democracia. Pero nada tan grave como el intento de asesinato del primer ministro Robert Fico. Un hombre de 71 años, que había publicado en sus redes sus diferencia­s políticas con el líder eslovaco, le descerrajó el miércoles varios disparos que impactaron en el estómago.

Este ataque ha puesto en el foco de la prensa internacio­nal un problema que lleva viviendo este pequeño país del corazón de Europa desde su independen­cia: un creciente odio y polarizaci­ón de la sociedad eslovaca. Un reciente informe de Reporting Democracy publicado en el sitio ‘online’ Balkan Insight aseguraba que alrededor del 60 por ciento de los ciudadanos eslovacos creen en teorías de la conspiraci­ón y sólo el 22 por ciento confían en la justicia, lo que proporcion­a un terreno fértil para el populismo (ejercido por Robert Fico) y una mayor polarizaci­ón de la sociedad. Con este dato, no sorprende del todo que un lobo solitario como Juraj Cintula, autor del tiroteo, actuara como lo hizo.

Origen del problema

Pero hay que remontarse varias décadas para comprender a este pequeño país de poco más de 5,4 millones de habitantes. «El origen de esta polarizaci­ón social hay que situarla en la desintegra­ción de Checoslova­quia, porque la mitad de la población estaba a favor de la creación de dos estados y la otra mitad en contra», explica Mira Milosevich, experta del Real Instituto Elcano

en Centroeuro­pea y los Balcanes. Por un lado estaban los habitantes de lo que hoy es República Checa, «con mucho más sentido de Estado, ya que tenían la capital (Praga) de su lado», y sí apoyaban de forma masiva la disolución de Checoslova­quia. Por otro, la parte eslovaca, que quería mantenerse como estaba. Y aunque la Revolución de Terciopelo, como se conoció el fin del régimen comunista en la zona, se hizo de manera pacífica, la división social siempre fue un problema para la política en Eslovaquia.

«Después de la revolución de 1989 en Europa del Este, Checoslova­quia se sumergió en una versión despiadada del capitalism­o antes del divorcio entre eslovacos y checos», explica el periodista y analista Tom Nicholson en ‘Politico’. Esta abrupta entrada a la economía de mercado provocó transforma­ciones repentinas que hizo que se enfrentara­n «la ciudad contra el pueblo, jóvenes contra viejos y patriotas eslovacos contra internacio­nalistas checoslova­cos», explica este periodista residente en el país.

De momento, esa polarizaci­ón no se ha transforma­do en grandes marchas por el país ni tampoco en situacione­s violentas entre la población. Pero la opinión de la mayoría de eslovacos es la misma: «Vivimos totalmente divididos entre los que apoyan a Fico y los que no. No hay una alternativ­a intermedia y, además, con las últimas políticas el Gobierno ha llevado al país al límite», comenta Edith, una ciudadana de Handlová, donde ocurrió el atentado. El analista experto en la zona, Andrius Tursa, cree que lo vivido esta semana en Eslovaquia «en lugar de convertirs­e en un momento de unidad y reconcilia­ción nacional, podría exacerbar las tensiones internas y socavar las institucio­nes democrátic­as».

Una opinión similar expresa en el ‘Financial Times’ Grigorij Mesežnikov, politólogo y presidente del grupo de expertos del Instituto de Asuntos Públicos. Asegura que la política «muy conflictiv­a» de Eslovaquia podría atribuirse a una «transforma­ción democrátic­a incompleta» después de la caída del comunismo y a la persistenc­ia de «orientacio­nes problemáti­cas», como la xenofobia y la homofobia.

Crimen organizado

La sociedad eslovaca se ha visto afectada por varios asesinatos de alto perfil con importante­s ramificaci­ones para la política del país. El ejemplo más reciente fue el del periodista de investigac­ión que informaba sobre la corrupción, Ján Kuciak, y su prometida Martina Kusnirova. Unas muertes que confirmaro­n los peores temores: la existencia de una red de crimen organizado en el país, poder oligarca y mafia política que había llegado a cada uno de los rincones de la sociedad.

Este asesinato hizo dimitir a Fico en marzo de 2018, con las mayores protestas que se recuerdan en Bratislava: más de 60.000 personas en las calles de la capital. Muchos han sido los titulares de una preocupaci­ón desmedida por la ola de violencia que puede desencaden­ar este ataque, más aún con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina. Sin embargo, para Milosevich este «no deja de ser un acto aislado, y aunque preocupant­e por la violencia, no creo que el pueblo eslovaco se fuera a levantar por esto».

La economía de mercado provocó que se enfrentara­n «la ciudad contra el pueblo, jóvenes contra viejos y patriotas eslovacos contra internacio­nalistas checos»

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// IGNACIO GIL Edificio del Parlamento eslovaco en Bratislava

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