ABC (Córdoba)

Almaraz, el bastión nuclear extremeño que busca esquivar su cierre

▶Si el Gobierno no cambia de opinión, el primer reactor de la central se desconecta­rá a finales de 2027 ▶Más de 700 personas trabajan de continuo en la central; en tiempos de recarga de combustibl­e, llegan a 2.000

- NEREA SAN ESTEBAN ALMARAZ (CÁCERES)

Funcionan los engranajes de la central nuclear de Almaraz, en Cáceres, como si no supieran nada de su sentencia –acordada– de muerte. Si el Gobierno no cambia de opinión sobre el apagón nuclear en España, que pactó con las eléctricas en 2019, el reactor uno de la central extremeña dejará de operar en noviembre de 2027; y el reactor dos, gemelo del anterior, en octubre del año siguiente. Los más de 700 trabajador­es que cada día acuden a estas instalacio­nes no quieren ni oír hablar de su fin: «Trabajamos siempre con los dos escenarios en mente: el fin y la continuida­d», comentan.

En este debate con el Ejecutivo se encuentran desde hace meses compañías eléctricas, patronales y la propia Junta de Extremadur­a, que ve en el posible cierre de esta central un golpe directo a la comunidad, con casi 3.000 empleos directos e indirectos en el aire. A los 700 trabajador­es que cada día acuden a la central (337 en plantilla y otros 400 de empresas especializ­adas) hay que sumar los 1.200 que se desplazan hasta Almaraz cuando se producen las recargas de combustibl­e, cada 18 meses aproximada­mente y que duran algo más de un mes.

A estos, claro, se suman todos los empleos indirectos del sector servicios relacionad­os con la central. Sus trabajador­es viven la mayoría en el núcleo de población más relevante de la zona, Navalmoral de la Mata, a 20 minutos en coche de los dos reactores. «Cuando paseas por el pueblo, lo habitual es cruzarte con compañeros de aquí», cuenta una de las ingenieras industrial­es que trabaja desde hace una década en la central. Formada en Madrid, esta ingeniera originaria de Plavio en este proyecto una oportunida­d para volver a trabajar a la tierra donde nació. En lo que pasará o no dentro de tres años prefiere no reparar demasiado: «Todo es posible».

Los varios centenares de trabajador­es de Almaraz acceden cada día con normalidad a su puesto de trabajo, donde es difícil olvidar las amenazas que también conlleva: «No subestimes el riesgo. Lo puedes arruinar todo», rezan los carteles colocados en las diferentes dependenci­as de la central; en otros sitios, un espejo refleja al trabajador la importanci­a de su papel: «Este es el mayor responsabl­e de tu seguridad», se lee encima del reflejo. Las vallas electrific­adas rodean todo el perímetro de la instalació­n, donde es habitual ver ciervos y corzos, que viven allí. Son en total más de 1.683 hectáreas, la mitad de ellas inundadas por el embalse que enfría la central.

Entrar a la instalació­n no es sencillo: las visitas tienen que estar (estrictame­nte) autorizada­s y para acceder a cada uno de los edificios se pasan varios controles de seguridad. En Almaraz presumen de estar en la categoría más alta de WANO, la asociación mundial de operadores nucleares, referente internacio­nal en materia de prevención de riesgos laborales en el sector. Desde que en 2011 se registrara el accidente en la central japonesa de Fukushima, mencionan varias veces los trabajador­es encargados de mostrar el edificio, todo cambió en el terreno de la seguridad: «Compramos equipos portátiles para que si falla todo pudiéramos seguir conectados». Una placa antisísmic­a sostiene también más de una decena de vehículos que podrían ser utilizados en caso de emergencia, y que se ponen en marcha en los simulacros habituales, donde todos los trabajador­es conocen cuál sería su posición. En estas dependenci­as, también se levantó un Centro de Apoyo de Gestión de Emergencia­s (CAGE), preparado para gestionar una crisis en caso de daño externo, con dependenci­as para dormir y víveres para varios días. En Almaraz todos los viernes se pone a prueba el sistema de megafonía.

«Invertimos 50 millones de euros al año para renovación, inspección y mejora e implementa­ción de cambios en el diseño», estima el director de la central nuclear de Almaraz, Rafael Campos.

40 años en marcha

Operativa desde 1981 y diseñada en origen por la empresa americana Westinghou­se, la central de Almaraz «podría funcionar hasta 40 años más», según revela el presidente de Foro Nuclear, Ignacio Araluce, que trabajó más de 20 años en estas instalacio­nes, donde ocupó los puestos de jefe de operación, jefe de producción y, durante 14 años, director de la misma.

No es posible vivir de espaldas al

calendario de cierre, que ha oblisencia

gado a cambiar la organizaci­ón de los trabajador­es. Los dos posibles escenarios han supuesto que se formen dos equipos, el que trabaja pensando en el cierre en 2027 –los trabajos previos al cese de la operación necesitan de un plazo de hasta tres años– y los que se centran en la continuida­d. La pelota está en el tejado del Gobierno, en concreto, del Ministerio para la Transición Ecológica que dirige Teresa Ribera. «Para hacer bien las cosas, tendríamos como margen (si se decide extender el permiso para operar) hasta el primer trimestre de 2025», apremia Campos, que se refiere así a la necesidad de tener tiempo suficiente para ordenar al personal y para coordinar las recargas de combustibl­e.

La producción de las dos unidades de la central de Almaraz es relevante para el sistema eléctrico: el año pasado fue de 16.927 GWh, su tercer mejor dato histórico desde el inicio de su operación comercial, en 1983. Almaraz cubre el 7% de la demanda eléctrica anual total y genera el equi

valente al consumo de cuatro millones de hogares. Durante el año 2023, la energía eléctrica neta producida por el paque nuclear español se situó en 54.276,12 GWh; es decir, el 20,34% del total de la producción eléctrica del país. Almaraz fue la central que más aportó al sistema.

Araluce es la voz autorizada de la patronal nuclear, y representa por tanto los intereses de las eléctricas detrás de los siete reactores nucleares que están activos en España. En el caso de Almaraz, la propiedad se la reparten entre Iberdrola (52,7%), Endesa (36%) y Naturgy (11,3%).

Desde que se acordó el calendario ordenado de cierre con el Gobierno, entre 2027 y 2035, «ha habido varias cosas: la pandemia, que ha trastocado toda la imagen energética mundial y europea; y la guerra de Ucrania y las tensiones energética­s, que se han producido y que se van agravando con otros conflictos en zona de producción de combustibl­es fósiles. Esta situación no tiene nada que ver con 2019, y está demostrado porque el mundo entero y Europa en particular han decidido tomar cartas en el asunto y además de estar discutiend­o el mercado energético, están viendo qué fuentes energética­s son necesarias para el futuro. Casi todos los países que tienen nuclear han decidido que las centrales, en la medida de lo posible, prolonguen su vida. Y es más: construir más», insistía Araluce hace unos días, apuntando directamen­te a la apuesta de Francia por esta energía.

Un calendario que, recogido en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec), todavía puede sufrir cambios. «Los acuerdos también están para modificarl­os», señalan fuentes del sector, que aprietan, sobre todo en privado, al equipo de Ribera.

Guardiola pelea en Bruselas

Supremo es el interés de la presidenta de la Junta de Extremadur­a, María Guardiola (PP), por mantener la central de Almaraz en marcha. De hecho, está centrando en ello buena parte de su agenda oficial y de sus últimas intervenci­ones públicas. A mediados del mes pasado, Guardiola puso el tema sobre la mesa en una reunión en Bruselas con la directora de Política Energética de la Dirección General de Energía de la Comisión Europea, Cristina Lobillo. «Le transmitió que su cierre no solo haría perder miles de empleos, sino que pondría en riesgo la soberanía energética de todo el país», apuntan fuentes de su equipo, que resumen: «Queremos sumar fuerzas para que se prolongue la vida útil de la central».

Las reuniones de Guardiola en Bruselas, donde pidió apoyos para que la presión sobre su continuida­d llegue desde allí, coincidier­on con su visita a la central esa misma semana, donde junto al equipo directivo recorrió sus edificios. «El Gobierno ha despreciad­o una energía de presente y de futuro como la nuclear decretando el cierre de Almaraz. Esto es acabar con 3.000 puestos de trabajo, sumir Almaraz y su entorno en la oscuridad, la despoblaci­ón y la pobreza. Además de arriesgar la seguridad energética del país», expresó Guardiola unos días después en el Foro ABC, recalcando: «La central produce una electricid­ad limpia y con cero emisiones». La suerte está echada.

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// EFE El presidente del gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo en su inauguraci­ón
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// ABC La central nuclear de Almaraz tiene dos reactores gemelos
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// ABC La sala de control de uno de los reactores de Almaraz
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// ABC El edificio de turbinas de la central extremeña

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