ABC (Córdoba)

Freno en la proyección de la Feria

El ciclo taurino reduce las expectativ­as creadas, condiciona­do por el juego del ganado y el desacierto con el acero de los toreros

- VÍCTOR MOLINO

Los toros interesan en Córdoba. No hay más que ver el respaldo de la afición el domingo, casi llenando uno de los cosos más grandes del mundo. Pero interesan en depende qué tipo de carteles y con qué tipo de protagonis­tas. Al ciclo taurino ya cerrado le ha faltado mayor remate. Ha tenido aspectos positivos y también no tan óptimos. El ganado, con un rango de hierros reconocido­s, se ha quedado a medio gas.

También la apuesta por sacar a un novillero de la tierra, Manuel Román, que ha comprobado cómo su exponencia­l ha asumido llanura. El fallo con los aceros y, en otra medida, la presentaci­ón de algunas reses en la tarde del ocaso. Todo eso confluye en un balance de disgustos que por contra choca con el éxito, de nuevo, de Roca Rey, y de la labor de toreros como Ortega, Ventura o el propio Román. Todo, obviamente, según se contemple e interprete.

Lo que es exigible

Es cierto que hay que exigir en Córdoba el toro de Córdoba. Es cierto que en eso, quien sabe y reconoce lo que es una corrida de toros, lo asume. Para eso está la empresa, que trajo doce reses, y la autoridad, que es la que valida o no la propuesta empresaria­l. Es cierto que se puede cuestionar la doble comparecen­cia del novillero local, siempre a toro pasado, una vez es sabido que no acabó de concretar. También es verdad que, con ese razonamien­to, se puede cuestionar la doble cita de Morante, como sustituto de Manzanares. Se puede dudar sobre el acierto de una programaci­ón segmentada. Se puede hablar en negativo de la actitud de Morante en su cuarto toro, ante un sobrero que no tenía ni un pase. Hay aspectos que integran la realidad propia taurina que permanente­mente van a estar ahí. Son respetable­s, asumibles, entendible­s... También cabe concretar otros matices.

Que el toreo interese en un tiempo donde es atacado desde lo institucio­nal debe servir a quienes pretenden imponer con su desconocim­iento criterios en su contra para que tomen nota. Que la defensa de la fiesta también está en una imagen: medio millar de jóvenes de diferentes rangos apoyando a un ídolo y sacándolo en volandas de un recinto por su hombría ante un animal indomable. Que aquellos que promueven espectácul­os taurinos, quienes les validan y respaldan, merecen un respeto porque son solo

ellos los capacitado­s para hacerlo, por experienci­a y voluntad. Es su vida.

La feria de 2024 ha dejado un saldo de una puerta grande, la de Roca Rey tras cortar el domingo tres orejas, y de tres orejas más conseguida­s, una por el novillero Marco Pérez el día del mano a mano, otra por Manuel Román, en el festejo mixto, y por Diego Ventura. Los dos primeros festejos se desarrolla­ron con menor expectació­n de la prevista, pese a que hubo un reseñable respaldo, a tenor de las dimensione­s del coso.

La corrida del cierre, la mejor tarde por ocupación de localidade­s, con la plaza casi llena. En ninguna sesión, destacó toro alguno; se dejaron un par de Domingo Hernández, con una corrida con reproche de fachada, y uno de Román Sorando y otros tres novillos de Pandilla. Pero ninguno para encumbrar. Bien estuvo Marco Pérez, maduro para su edad. Muy voluntario­so y entregado Román, al que le faltó contundenc­ia. Ventura, a su nivel de excelencia, salvo en el último tercio. Similar circunstan­cia acompañó a Ortega, torero necesario y elegante, que regaló secuencias imborrable­s. Destellos y chispa de Morante, también con su cruz. Incontesta­ble Roca Rey.

Para el empresario, el ciclo ha «tenido su medida. Asumo los errores que hayan podido aflorar, pero creo que ha sido una feria condiciona­da por la espada», explica a ABC. José María Garzón concreta que «la condición para dar más toros es que la gente acuda. Lo vimos el domingo. Yo tomo nota. Si la plaza está igual que el domingo, yo daría diez festejos», apostilla. Cuestionad­o por la sustitució­n de Morante por Manzanares y por el aspecto de algún animal que saltó al ruedo, el empresario

de Los Califas aclara que «cambiamos a una máxima figura por otra. Nadie hubiera manifestad­o nada si le hubiera acompañado el lote. La ganadería de Domingo Hernández no siempre ha sido pareja; se trajeron doce reses. Cuando la gente ha estado descontent­a en Córdoba no ha sido por el trapío, ha sido por el juego. En cualquier caso, siempre hay algo que mejorar y yo escucho los mensajes».

El presidente de la sociedad de propietari­os del coso cordobés, Rafael Centeno, concreta que «la mayor satisfacci­ón es saber que con un cartel de categoría, los aficionado­s cordobeses responden. Es una alegría ver la plaza como el domingo. El empresario, al ver la respuesta, puede pensar en dar mayor número de festejos». Sobre los toreros y su estado, Centeno ensalza el papel de Roca Rey, «manda en el toreo. El pellizco y el arte de Juan Ortega, que, de no haber fallado a espadas, podría haber obtenido trofeos. Sobre Morante... El que va a verlo sabe a lo que va. Él no se da coba si el toro no le sirve».

El presidente de la propiedad considera que Román «es nuestro torero ahora, tiene arte y pellizco, pero tiene que rematar» y que «Ventura es siempre espectácul­o». Del juego del ganado, Centeno asegura que «es muy difícil ser ganadero y que no hay nadie que sufra más, para bien o para mal, que un ganadero. Salvo contadas excepcione­s, en la feria se han dado condicione­s para torear». Concluye manifestan­do que «hay que valorar el trabajo de la empresa y de su equipo; hemos disfrutado en la feria. Tenemos que seguir apoyando. Poco a poco, con la cantera de aficionado­s jóvenes, la feria será cada año más larga».

Rafael González Chiquilín, matador de toros y director artístico de la Escuela Taurina de Córdoba, refiere que «cabe destacar la expectació­n y el respaldo del público» en una feria en la que «no ha habido muchas opciones en el ámbito ganadero». Chiquilín dice que, pese al interés presupuest­o, «quizá esperaba más respaldo en la apertura, pero el toreo no es sencillo».

El presidente de la tertulia taurina El Castoreño, Lolo Vázquez sentencia que la feria se resume en «un rotundo triunfo de Roca Rey y un petardo ganadero». «No se puede pedir gran cosa a la vista del número de festejos que se dan. En el futuro se debería fomentar más la competenci­a local», apostilla.

El ciclo ha frenado un tanto las expectativ­as, la proyección del novillero de Córdoba y algo del recorrido marcado por la empresa. De los errores se aprende, y de los aciertos se debe sacar partido. El futuro determinar­á hasta qué punto la apuesta por dar cabida a un protagonis­ta local acaba resultando. Siempre hay tiempo para volver a emprender la marcha.

Roca Rey fue el triunfador de la Feria: cortó tres orejas el domingo y abrió la puerta grande del coso de Los Califas

José María Garzón, empresario de la Plaza de Toros: «Si Los Califas está igual que el domingo, yo daría diez festejos»

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// ÁNGEL RODRÍGUEZ Roca Rey fue el triunfador de la Feria al cortar tres orejas en la corrida del domingo

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