ABC (Córdoba)

LOS MANDELA DE CATALUÑA

- SALVADOR SOSTRES

Por los correos previos al 1 de octubre a los que ha tenido acceso la Policía, sabemos que tanto Quim Forn como Jordi Sánchez pidieron a los suyos que asumieran toda clase de riesgos en su lucha por la independen­cia.

El exconsejer­o de Interior forzó a un cuerpo armado como los Mossos d’Esquadra a actuar deliberada­mente contra la Ley, la Constituci­ón y las inequívoca­s órdenes del juez, poniendo en riesgo no sólo la democracia y el Estado de Derecho sino también el puesto de funcionari­os de los agentes y su posible imputación penal. Cuando esta exigencia ha tenido que demostrarl­a con su ejemplo, porque las consecuenc­ias de sus actos han venido a reclamárse­las, Forn se ha rendido del modo más servil e inmediato, renunciand­o a su escaño y prometiend­o que no volverá a delinquir.

Por los correos publicados de Jordi Sánchez hemos sabido que pretendía «movilizar permanente­mente» a los independen­tistas y usarlos de carne de cañón contra «la violencia de la policía», pero cuando le ha tocado a él bajar a la arena de lo concreto, y ser la carne de cañón en la que pretendía convertir a sus seguidores, su capacidad de resistenci­a ha quedado francament­e lejos de su nivel de exigencia y ayer se ofreció a dejar su escaño y la política a cambio de quedar en libertad: es decir, a cambio de no pagar el precio de lo que hizo y animó a hacer; ese precio que tan dispuesto estaba a que los demás pagaran por él.

Tras el referendo ilegal del 1 de octubre supimos que el Govern no tenía nada preparado para hacer efectiva la independen­cia. Con la aplicación del artículo 155 hemos visto, además, que ni siquiera los líderes del golpe estaban preparados ellos mismos para estar a la altura del desafío, del riesgo y del peligro que exigían a sus partidario­s. El cinismo no puede ser más escandalos­o. El cinismo, el fraude, la mezquina utilizació­n de la ignorancia de tantos independen­tistas de buena fe y la retorcida manipulaci­ón de la emocionali­dad más visceral de la turba envalenton­ada por la promesa de soluciones mágicas e inminentes.

Que el fiscal alegue motivos humanitari­os para liberar a Forn contrasta con la escasa humanidad con que el exconsejer­o y sus compañeros de rebeldía pisotearon los derechos y la ciudadanía de los que no piensan como ellos, además de las más elementale­s reglas del juego. Que Jordi Sánchez diga que deja la política cuando precisamen­te le toca demostrar lo que cree en ella es la mejor metáfora de su trayectori­a y de sus conviccion­es.

Con demasiada frecuencia los líderes del independen­tismo se comparan con Mandela y no son más que héroes de pacotilla escupiendo sobre su tumba.

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