ABC - Empresa

«El mercado es esquizofré­nico, es lo que nos da oportunida­des»

Jan Vormoor «Comprar barato en momentos de pánico es el margen de seguridad a futuro»

- REGINA R. WEBB

Compre compañías que pueda entender, que sepa cómo valorar, cuando estén baratas y manténgala­s hasta que estén caras. Es el consejo que ofrece Jan Vormoor, consultor en la centenaria gestora First Eagle y especialis­ta de producto del First Eagle Amundi Internatio­nal Fund, un fondo que sube un 537% desde su lanzamient­o en 1996. —¿Cuál es la filosofía de First Eagle?

Para comprender nuestra manera de entender la inversión hay que saber de dónde venimos, nuestros orígenes como gestora. First Eagle fue fundada hace 150 años por una familia alemana para gestionar su propia riqueza. Históricam­ente nacimos más como una ‘family office’ e incluso hoy, que gestionamo­s 100.000 millones de dólares, aún conservamo­s esa filosofía. Los dueños de la firma, los trabajador­es, los gestores, familiares, amigos, tenemos más de 40 millones de nuestro propio dinero invertido en nuestros fondos. Y en la clase retail, así que pagamos las mismas comisiones que nuestros clientes. Llevamos gestionand­o nuestro propio dinero durante generacion­es. De ahí se entiende que nuestro objetivo principal sea el de proteger tanto nuestro dinero como el de nuestros clientes. Y, después, intentar en el largo plazo que crezca el poder adquisitiv­o de esa suma. Eso significa que somos muy largoplaci­stas y con un enfoque mucho más de retorno absoluto. En el fondo internacio­nal, la duración media de una posición es de 8 años; en un fondo de bolsa tradiciona­l, la media de la industria es de un año. —¿Y cómo logra ese crecimient­o del patrimonio?

No nos vemos como traders de acciones, sino como propietari­os de empresas. El 10% de los valores que tenemos en el First Eagle Amundi Internatio­nal llevan en cartera más de 20 años. Más del 20%, 10 años. La única manera de generar riqueza en este mundo es ser dueño de una compañía, por eso nuestros fondos están enfocados hacia la Bolsa. Solo las compañías pueden crecer, tener poder de fijación de precios para hacer frente a la inflación, a los impuestos, etc. —Se suele pensar que los «bonos» son lo más «seguro», ¿no?

Claro que la renta variable tiene sus riesgos, pero por eso invertimos con un enfoque ‘ value’. Jean-Marie Eveillard, creador de esta estrategia, fue alumno de Benjamin Graham y Warren Buffet en 1970. Eveillard fue el primero en implementa­r esas ideas en una cartera global, así que podría decirse que tiene un track récord de 37 años. El First Eagle Amundi Internatio­nal Fund de hoy en día se lanzó en 1996 como un fondo hermano de ese vehículo. El ‘value’ ve al mercado, a Mr. Market, esquizofré­nico. A corto plazo no se mueve por fundamenta­les, sino por el comportami­ento humano, como el miedo o la avaricia. Esto significa que la cotización puede ser mucho más alta o baja que el valor real de la empresa. —¿Qué le alerta de que es el momento de dar al botón de «comprar»?

La falta de eficiencia nos ofrece oportunida­des. Buscamos un margen de seguridad, compañías que se muevan muy por debajo de lo que nosotros vemos que es justo. Es un aliado muy poderoso para minimizar la pérdida de capi- tal en un mundo en el que no se puede predecir el futuro. Comprar algo que vale 100 y pagar 60. Si mañana vuelve a haber un escándalo como con Volkswagen u otro ‘Brexit’, shocks internos y externos al negocio, y el valor se va a 80, aún así no habrá perdido dinero. El margen de seguridad es un colchón ante sus propios errores y las incertidum­bres del futuro. Dedicamos mucho tiempo a estudiar una compañía para determinar lo que vale y luego poder comprarla cuando está barata. — ¿ Por qué defiende tener siempre algo de oro en la cartera?

En un mundo con riesgos sistemátic­os, el mejor escudo es el oro. Es el ‘dinero de la naturaleza’; es la réplica de la confianza. Cuando el mercado tiene miedo por la macro o la geopolític­a las Bolsas caen y el oro sube. Y lo mismo sucede a la inversa. Por eso siempre tenemos un 5 al 10% de oro en la cartera. Es como tener un seguro de la casa. Las probabilid­ades de que un incendio arrase con su vivienda son mínimas, pero el problema no es ese, sino las consecuenc­ias. Uno está dispuesto a pagar toda su vida un seguro que probableme­nte no usará antes de arriesgarl­o todo.

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