Imitar la política fiscal de Madrid
a Comunidad de Madrid tiene la fiscalidad más baja de toda España y, como consecuencia de ello, es el motor económico del país en cuanto a generación de riqueza y puestos de trabajo. El PIB per cápita en Madrid es un 36,6% superior a la media nacional y su déficit público es justo la mitad que el de otra importante y querida comunidad española como es Cataluña. Además, esta política fiscal también cumple a nivel nacional porque somos la Comunidad que más aporta al fondo de solidaridad interregional, en concreto, más del triple que la siguiente, que es Cataluña. Nada menos que el 74% de los recursos del Fondo de Garantía de los Servicios Públicos procede de Madrid en 2.016.
Esto no son opiniones, sino datos. Las empresas y los ciudadanos que vivimos en Madrid somos quienes tenemos una menor presión fiscal en España y, al mismo tiempo, nuestra administración regional es la que más recauda. No se trata de un milagro, sino de una nueva prueba de que la llamada Curva de Laffer funciona. Impuestos bajos es sinónimo de fomento de la inversión y el consumo, lo cual es un generador automático de actividad económica y empleo ( la política más social). Y si el entramado empresarial funciona, el aumento de la recaudación para acometer las llamadas políticas sociales es inmediato.
LA partir de 1996 se dotó a los gobiernos de las comunidades autónomas de toda la responsabilidad para gestionar sus cuentas. Desde ese momento ya no decidían sólo sobre los gastos, sino también sobre los ingresos. Se facultó a las comunidades a regular un tramo del IRPF y los impuestos cedidos. Veinte años después, existe suficiente experiencia real para obtener consecuencias tanto en escenarios de recuperación como de crisis porque en las fases negativas es cuando puede aparecer el vértigo. Ya lo advirtió el líder de los empresarios madrileños, Juan Pablo Lázaro (Presidente de CEIM), cuando nuestra economía estaba en la fase más dura, indicando que nunca es buen momento para subir impuestos, pero el peor es cuando atravesamos una crisis. Efectivamente, mantener impuestos bajos ha permitido que nuestra Comunidad haya padecido menos la crisis económica, que el PIB haya retornado ya a niveles previos a la crisis, que Madrid esté en los puestos de cabeza de las comunidades que más crecen y que hayamos recuperado los niveles de producción previos al inicio de la crisis.
Respecto al IRPF, Madrid es la Comunidad en la que los ciudadanos tributamos menos para cualquier nivel de renta. Además, nuestro impuesto de sucesiones y donaciones es el segundo más bajo de España, sin embargo, es donde más recauda. Un individuo que hereda, por ejemplo, una casa de su padre fallecido por un valor de 800.000 euros tendría que pagar en Madrid algo menos de 1.600 euros, mientras que en Andalucía debería aportar más de 160.000 euros. Así se entiende que, desgraciadamente, se den casos de personas en algunas comunidades autónomas que renuncian a un patrimonio construido por sus padres durante toda una vida, ante la terrible imposibilidad de hacer frente al paquete fiscal que le cae encima.
Otro de los impuestos que no tenemos en la Comunidad de Madrid, ni en el resto de países de la Unión Europea excepto Francia, es el de patrimonio. El motivo de su práctica desaparición en el mundo civilizado, no ha sido ideológico como piensan algunos, sino eminentemente práctico. Se comprobó que su recaudación era muy escasa en comparación con la recaudación que se dejaba de obtener por su existencia. Más que un impuesto se trata de un juego de trileros porque grava el ahorro que ya se ha pagado anteriormente por las rentas generadas. O sea, que se gravan las rentas y, si usted ha logrado ahorrar, le llega un segundo palo. Por todo ello, abandonemos ideas peregrinas de subidas de impuestos y pensemos en bajarlos más y mejorar la gestión pública para hacer frente a los retos sociales.