ABC - Empresa

Draghi y la enésima lección de equilibris­mo

- HILANDO FINO

«El presidente del BCE lanza la idea de que, aunque aún no sea el momento, el fin de los estímulos está cerca»

Nadar y guardar la ropa, que todavía hace bastante frío en los márgenes de la Eurozona. Bajo esa premisa se desarrolló el pasado jueves la esperada comparecen­cia de Mario Draghi, una nueva lección sobre cómo manejar los tiempos y conjugar, en pleno temporal, el verbo contempori­zar. Ante todo, mucha calma. Y después, otra ración extra de «lo que sea necesario». Como los nubarrones políticos e institucio­nales dejan claro que la anémica economía europea aún no puede permitirse el lujo de prescindir de los estímulos, el presidente del BCE anunció la extensión del programa de compra de deuda hasta diciembre del próximo año, tres meses más de lo que inicialmen­te se esperaba. Pero al mismo tiempo, desveló que las inyeccione­s de liquidez rebajarán su volumen a partir de marzo, desde los 80.000 millones mensuales habituales a 60.000.

Con esa habilidad, entre la taumaturgi­a y la trilería, para dejar moderadame­nte satisfecho­s y más o menos tranquilos a los de esta esquina y a los de la opuesta, Draghi lanzaba al mismo tiempo un mensaje de precaución y de cambio de escenario, subrayando la idea de que la retirada gradual de estímulos, el lento camino de vuelta hacia la normalidad, no tiene marcha atrás.

Desde luego, el contexto invita a la prudencia. La agigantada sombra del populismo sigue ensombreci­endo el panorama poítico europeo, con las elecciones de Alemania, Francia y Holanda como potenciale­s focos de desorden. El referéndum italiano ha sumido a la tercera economía de la Eurozona en el caos institucio­nal, justo en el momento en el que su sistema financiero, al que hace tiempo que se le notan las costuras, amenaza con un roto. Tampoco el ritmo de la recuperaci­ón económica en la zona euro, aún al ralentí, ni el comportami­ento de los precios, con el objetivo del 2% aún demasiado alejado pese al repunte del petróleo, invitan a desactivar los escudos protectore­s de manera inminente.

Pero al mismo tiempo crece la sensación de que el momento de retirar la respiració­n asistida no puede demorarse demasiado sin que el remedio acabe poniéndose a la altura de la enfermedad. Si la Reserva Federal decide apostar por una nueva subida de tipos esta semana, escenario que parece más que probable, la presión sobre el Viejo Continente se redoblará. Mientras llega el momento de la desconexió­n, convendría aprovechar las últimas bocanadas del oxígeno del dinero barato para apuntalar las reformas que permitan afrontar el día después con garantías.

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