Banco Central Europeo, políticos y Bolsas
El Banco Central Europeo (BCE) decidió el pasado jueves ampliar su programa de compra de activos —entre otras medidas de carácter más técnico— hasta finales de 2017, aunque reduciendo el volumen mensual de compras a partir del próximo mes de abril. Eso supone ampliar el programa de compras en unos 400.000 millones de euros y mantener elevada la liquidez del sistema durante al menos otro año. Por el momento se descartan subidas de tipos de interés, por supuesto. Además, Mario Draghi no dejó pasar la oportunidad de afirmar que tiene capacidad para hacer más si los datos de inflación no convergen con el objetivo de la institución.
Sin embargo, de nuevo nos tenemos que preguntar si la política monetaria es suficiente en estos momentos o si deberíamos estar asistiendo a la toma de medidas de otro corte, concretamente, políticas de inversión pública y políticas fiscales más expansivas en los países de la Eurozona con grandes superávits. Pues bien, una vez más, los países del norte de Europa han vuelto a decir que no, que no piensan hacer algo semejante, ni siquiera por un importe tan modesto como ese 0,5% del PIB que proponía la Comisión Europea. Cualquier leve matiz a la política de austeridad topa, una vez más, con la férrea oposición de Alemania.
Como telón de fondo, un año muy complejo desde el punto de vista político en el Viejo Continente. Veremos elecciones en Francia, Holanda, Alemania y, con elevada probabilidad, también en Italia. El Reino Unido y su Brexit, por supuesto, nos acompañarán durante todo el año. También Grecia y su plan de rescate volverán a las portadas en el primer semestre y todavía está pendiente de resolver el puzle de la banca italiana. Es decir, mucha carga de elecciones y negociaciones que tienen muchas posibilidades de generar alguna que otra noche de insomnio a los líderes políticos europeos, y que quizás les impide ahora mismo tomar posturas poco toleradas por sus electorados. El gasto, en el caso de Alemania, es sin duda una de ellas.
Más allá de ese elevado número de acontecimientos preocupantes, lo cierto es que la economía a nivel global parece estar entrando en un ciclo de mayor dinamismo, tras un arranque de año francamente decepcionante. Los datos macroeconómi- cos —tanto retrasados como adelantados— y los beneficios empresariales invitan a un cierto optimismo de cara a los próximos meses. Un escenario de mayor crecimiento, unido a unas curvas de tipos de interés que comienzan a despegar en niveles y pendientes, ha generado fuertes movimientos en los mercados. En general, la renta fija de mayor calidad y en plazos largos ha tenido un comportamiento negativo. Las Bolsas se han comportado de un modo muy positivo, aunque con grandes divergencias sectoriales: los sectores más defensivos, sobrevalorados por el efecto de los tipos bajos, se han comportado mucho peor que los más cíclicos.
En general, estas tendencias se van a mantener a lo largo del próximo año, aunque en el cortísimo plazo quizás veamos algún recorte fruto de una cierta sobrecompra, algo totalmente normal tras movimientos tan agresivos. Tras haber pasado un año posicionados de un modo muy conservador, afrontamos 2017 con algo más de apetito por los activos de riesgo, tanto en cuanto al peso en carteras, como por la selección de valores más expuestos al ciclo económico y al ciclo alcista de los tipos de interés. No obstante, hay que ser cuidadosos con la ejecución de esta postura. Además de la cierta sobrecompra que vemos en el corto plazo, no olvidemos que aún tenemos por delante la reunión de la Reserva Federal antes de que acabe el año, en la que sin duda esperamos subidas en los tipos de interés, pero con un mensaje relativamente conservador.
Concluyendo, en 2017 asumiremos algo más de riesgo en las carteras, con un peso mayor en renta variable y crédito a corto plazo. Seguiremos sobreponderando Europa frente a Estados Unidos por su menor valoración, y apostaremos algo más por sectores cíclicos como financieros, energía o industriales. Pero no eso no significa ni que vayamos a posicionarnos en los niveles máximos de exposición a riesgo, ni que vayamos a hacerlo todo de golpe. Como hemos comentado, el escenario parece más despejado, pero no exento de riesgos, así que la implementación de esa estrategia más cíclica tendrá que ser, como siempre, pausada y sin presión por el movimiento de las últimas semanas. Esto puede ser una tendencia de medio plazo: no estamos perdiendo ningún tren.