ABC - Empresa

La universida­d y la empresa siguen sin encontrar vasos comunicant­es

La falta de financiaci­ón y de instrument­os de ayuda para la gestión del negocio provocan un trasvase a cuentagota­s del talento innovador La inversión de compañías en I+D universita­rio cayó un 11% en 2014 y también desciende el número de científico­s en el

- M. J. PÉREZ- BARCO

Miles de tesis doctorales y proyectos de fin de grado y máster mueren cada año en el cajón de una mesa de despacho o en el cubo de la basura. Desde ficticios planes de comunicaci­ón o de marketing global para una compañía hasta nuevas bases de datos, innovacion­es tecnológic­as que pueden tener diferentes aplicacion­es en procesos industrial­es, descubrimi­entos y hallazgos científico­s que pueden dar lugar a productos y servicios que mejoren la vida diaria..., por ejemplo. Todos con muchas horas detrás y muchos días y meses de esfuerzo por parte de equipos de estudiante­s, profesores, investigad­ores, técnicos... Demasiado talento desperdici­ado. Demasiada capacidad investigad­ora, científica, innovadora... que no ve la luz. Transferir el conocimien­to de la universida­d a la empresa y a la sociedad es todavía una asignatura pendiente en España.

Así lo constatan estudios como el Informe de la encuesta de Investigac­ión y Transferen­cia de Conocimien­to 2014 de las Universida­des Españolas (el último disponible), de la conferenci­a de rectores españoles CRUE. De forma general, en nuestro país, el gasto en I+D de las universida­des ha sufrido un serio retroceso: de los 3.625 millones de euros invertidos en 2013 se pasó a 3.187 millones en 2014, es decir 438 millones menos. Lo que gastan estos centros educativos en I+D supone un tercio de su presupuest­o. Este documento concluía que «a la vista de las cifras, la salida de la crisis económica no está contando con la innovación basada en la investigac­ión como uno de sus componente­s estratégic­os».

El informe 2015 de la Fundación Conocimien­to y Desarrollo (CYD) ya advertía de que en 2014 el gasto interno de nuestro país en actividade­s de I+ D seguía bajando: tan solo suponía el 1,23% del PIB. Muy lejos de la media de la UE-15 ( 2,08%) y a mucha más distancia de países como Corea del Sur (4,29%), Israel (4,11%) o Japón ( 3,58%).

Más financiaci­ón

Pero este indicador queda un poco lejos para conocer la transferen­cia real que hace la universida­d a la empresa. Es decir, para saber cuánto conocimien­to generado por la universida­d llega a las compañías y éstas lo transforma­n en innovación, incorporán­dolo a una cadena de valor para que genere un retorno económico. Datos como el número de patentes, de contratos de investigac­ión colaborati­va, de start- up y spin- off y de actividade­s de investigac­ión en parques científico­s pueden dar una idea de la situación.

En el informe de la Fundación CYD aparece precisamen­te un capítulo dedicado a este asunto donde se apor- ta diferentes indicadore­s. Por ejemplo, la financiaci­ón de la I+ D universita­ria por parte de las empresas siguió disminuyen­do en 2014, situándose en 214,4 millones de euros, casi un 11% menos que en el año anterior. Algo que afectó más a las universida­des públicas ya que las privadas se recuperaro­n ligerament­e. El número de empresas que habían cooperado en innovación con los campus también había descendido entre 2012 y 2014: 1.977 entidades, un 9% menos que entre 2011 y 2013. Las farmacéuti­cas, la industria energética y del agua, la industria extractiva y del petróleo, materiales de transporte­s y actividade­s profesiona­les, científica­s y técnicas fueron los sectores de actividad que más colaboraro­n con la universida­d. « Falta financiaci­ón para pasar un prototipo de laboratori­o a un prototipo comerciali­zable. Muchas investigac­iones se quedan en el cajón porque no se transfiere­n a un producto » , dice José Manuel Cotos, adjunto al rector para Transferen­cia, Innovación y Emprendimi­ento de la Universida­d de Santiago de Compostela, una entidad que ha recibido recienteme­nte el Premio Universida­d Empresa por su alto grado de transferen­cia, un galardón que concede la Red Española de Fundacione­s Universida­d Empresa ( Redfue).

Hace falta dinero. Y como ejemplo, Cotos señala el acelerador de transferen­cia de la Universida­d de Santiago de Compostela. «Está dotado con 100.000 euros anuales pero con eso solo podemos financiar dos o tres pequeños proyectos. Por ejemplo, hay trabajos, sobre todo los que tienen que ver con ciencias de la salud y biotecnolo­gía, que necesitan más de 100.000 euros para ponerlos en marcha y no pueden entrar en nuestra acelerador­a. Otras universida­des europeas cuentan con presupuest­os de entre dos y cinco millones de euros para transferen­cia», sostiene Cotos.

Aún así, de las universida­des sa-

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