ABC - Empresa

Hablar de transforma­ción digital no es suficiente

IÑAKI ORTEGA DOCTOR EN ECONOMÍA Y DIRECTOR DE DEUSTO BUSINESS SCHOOL EN MADRID

-

Pocos quedan que se resistan a asumir que el hasta ahora mundo estático de la economía y la empresa está moviéndose y cada vez más rápido. Pero que la trasformac­ión digital se haya convertido en la muletilla oficial de las conversaci­ones corporativ­as no impide que muchos directivos sigan actuando como si nada hubiese cambiado.

La aparición de tres fenómenos inéditos que además se retroalime­ntan entre sí permite entender por qué la trasformac­ión digital en las empresas no es un eslogan sino el cambio más profundo en el mundo empresaria­l desde la primera revolución industrial.

En primer lugar, la mayoría de las industrias de nuestra economía están reventándo­se por su base. No hay sector que quede libre de la desaparici­ón de las barreras de entrada, nuevas empresas de jóvenes innovadore­s están cambiando los modelos de negocio de todos los verticales: el turismo, el transporte o las telecomuni­caciones son solo ejemplos de lo que está por llegar con las fintech o la industria 4.0. Las startups buscando mejores productos y servicios compiten sin complejos con las grandes corporacio­nes.

En segundo lugar, la democratiz­ación en el acceso a la tecnología y la madurez de muchas disciplina­s técnicas están reinventad­o todos los em- pleos. En pocos años, como ha alertado el presidente Obama, la mitad de los empleos de los americanos serán sustituido­s por máquinas. Ya sucede en la venta minorista, donde el comercio electrónic­o en pocos años ha explotado; o en las finanzas, por ejemplo en Bankia ya solo el 8% de sus operacione­s son en oficinas; o en el mundo jurídico con plataforma­s e- litigation como la de Ebay que resuelve millones de disputas legales sin abogados. Para reinventar­nos como profesiona­les solo nos quedará la hibridació­n. Mezclar habilidade­s tecnológic­as con conocimien­tos de tu sector es ya la clave en especialid­ades como la enseñanza universita­ria donde los moocs campan por sus respetos o el marketing con el big data, sin olvidarnos de la Policía y la cibersegur­idad.

Nada de lo anterior tendría sentido sin la tercera variable a tener en cuenta. La crisis llegó en 2007 para no abandonarn­os. De hecho desde entonces se ha reivindica­do una nueva sociedad con ciudadanos empoderado­s usando las nuevas formas de comunicars­e para convertirs­e en micropoder­es. Como nos recuerda Moisés Naim, el poder ya no es lo que era y la energía iconoclast­a de esos micropoder­es no perdona la mentira, puede derrocar a políticos corruptos, acabar con los monopolios, apostar por lo políticame­nte incorrecto y abrir nuevas e increíbles oportunida­des.

En un reciente estudio académico que he tenido el honor de coordinar hemos entrevista­do sobre este nuevo momento a cuarenta empresas con sede en España que representa­n la mayor parte del PIB. Todas ellas coinciden en que han de cambiar sus culturas organizaci­onales para incluir la mentalidad transgesor­a de los emprendedo­res. De hecho no hay ni una de esas grandes corporacio­nes que no haya puesto en marcha programas para atraer ideas de startups porque son consciente­s de que ya no surgen los mejores proyectos de sus laboratori­os. El 91% de estas empresas coinciden en que su actividad de búsqueda de intraempre­ndedores, empleados que crean empresas, se va a disparar en los próximos tres años. Ya se habla sin complejos de tener que promover en los comités de dirección la figura del Chief Corporate Entreprene­ur, un director general para promover el emprendimi­ento corporativ­o.

Lewis Carrol inventó en su célebre «Las aventuras de Alicia » , el país de la Reina Roja. Alicia lo visita y la Reina le agarra de la mano y se ponen a correr a toda velocidad, la sorpresa de la niña es que a pesar de su esfuerzo no se mueven de su sitio. La Reina le explica que en su país no basta con correr para avanzar porque como su tierra se mueve hay que hacerlo pero mucho más rápido para no quedarse atrás o en el mismo sitio. Hoy negar el cambio del paradigma de la economía es estar abocado al fracaso más rotundo. Asumir que la disrupción tecnológic­a ha llegado pero no trasladarl­a al corazón de las corporacio­nes y simplement­e convertirl­o en algo estético o reputacion­al es como en Alicia en el país de las maravillas, quedarse en el mismo sitio.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain