AÑO CLAVE PARA LA RECUPERACIÓN
La mayor parte de las previsiones sitúan el crecimiento de la economía española en 2017 alrededor del 2,5%. Parece suficiente para consolidar la recuperación y seguir creando empleo a un ritmo razonable. Algunos de los factores externos que nos han impulsado en los dos últimos años, se mantendrán. El BCE ha anunciado que seguirá con su programa de compra de activos hasta finales de 2017 —a pesar de que reducirá su cuantía a partir de primavera— lo que nos asegura una financiación abundante y barata durante los próximos meses. Además, un dólar más fuerte de lo previsto gracias al efecto Trump, permitirá un impulso extra a nuestras exportaciones.
Pero otros se tornarán negativos. El acuerdo de reducción de la producción de crudo elevará seguramente el precio del barril por encima de los 60 dólares. Un petróleo más caro, junto a un dólar más apreciado, elevará la inflación, reducirá el superávit logrado en la balanza de bienes y servicios y nos restará décimas de crecimiento. En el ámbito político, los riesgos estarán focalizados en Europa: las elecciones en Francia y Alemania y las negociaciones sobre el Brexit.
A nivel interno, es donde aparecen los mayores riesgos para la recuperación. La formación de gobierno, tras casi un año de pa- rálisis institucional, ha reducido la incertidumbre política, pero la diabólica aritmética parlamentaria y los intereses partidistas no garantizan que la legislatura pueda ser completada, ni que las reformas que necesita la economía puedan ser llevadas a cabo. Es más, hay riesgo de que alguna pueda ser revocada. Además, la falta de un ejecutivo fuerte dificultará el cumplimiento del objetivo de déficit, lo que nos expondrá a recibir sanciones de las que hasta ahora nos hemos librado y provocará que nuestra deuda pública siga creciendo. Y cuando la financiación de la deuda se encarezca, nos enfrentaremos a un incremento sustancial de la cantidad que desembolsamos en intereses.
En resumen, 2017 se configura como año clave para afianzar la recuperación. En el segundo trimestre deberíamos alcanzar el nivel de PIB que teníamos al inicio de 2008, es decir, volveríamos a la casilla de salida. Pero si queremos fortalecer nuestra economía y, sobre todo, reducir los intolerables niveles de desempleo, no nos bastarán los vientos de cola externos, ni la inercia interna. Debemos abordar urgentes reformas económicas (pensiones, educación, financiación autonómica, administración…) y embridar, de una vez por todas, el desbarajuste en nuestras cuentas públicas.