ABC - Empresa

RETOS DEL MERCADO DE TRABAJO

El cambio tecnológic­o podría usarse para multiplica­r el empleo. Los parches ya no sirven

- FRANCISCO ARANDA MANZANO Portavoz de la Confederac­ión Empresaria­l de Madrid CEIM-CEOE y economista

Las soluciones a los grandes problemas que sigue arrastrand­o nuestra economía desembocan caso siempre en un mismo lugar: el empleo. Mejorar el mercado de trabajo es un reto en sí mismo, así como la solución a la gran mayoría de los problemas que aún arrastra nuestro país como la sostenibil­idad de las pensiones o la deuda pública. Por lo tanto, parece razonable que la agenda de Báñez sea la más abultada de todo el Consejo de Ministros. Si bien el empleo ha tenido un buen comportami­ento en los últimos años, ahora afrontamos una nueva etapa en la que ya no valen sólo los cambios, sino que son necesarias transforma­ciones para asumir el reto de hacer frente a una fase de progreso simétrico en el que la economía sea la plataforma de bienestar donde puedan subirse todos.

El reto más urgente que tenemos es construir mecanismos para que las empresas puedan reducir la tasa de paro y el exceso de temporalid­ad, con el objetivo de crear empleo productivo que ayude a reducir la desigualda­d y a retomar el camino de convergenc­ia con las economías más avanzadas. Y eso es posible. Un ejemplo muy alentador lo tenemos en nuestra vecina Francia. Macron ha afrontado con éxito una profunda reforma laboral, algo que parecía imposible allí, lo cual ha situado a su país en plena carrera por asumir incluso el liderazgo económico de Europa mientras que Alemania se entretiene modelando un Gobierno estable. En España, el paro es el responsabl­e del 80% del aumento de la desigualda­d, mientras que el exceso de temporalid­ad favorece también esa desigualda­d y reduce la productivi­dad. Por lo tanto, son los dos grandes retos a batir.

De forma más concreta, nuestro mercado de trabajo padece un alto desempleo de carácter estructura­l, con flujos de entrada y salida muy volátiles (un poco menos tras la última reforma de Báñez), con elevadas tasas de paro de larga duración y de desempleo en los jóvenes, con un capital humano con capacitaci­ón distinta a la que necesita el tejido productivo, con una fiscalidad desincenti­vadora y un déficit de adaptación rápida las necesidade­s cambiantes de la demanda (rigidez). A lo que hay que sumar un colectivo muy importante de trabajador­es con niveles salariales muy bajos, pero con costes laborales muy altos que paga el empleador y unas políticas activas poco eficientes.

La necesidad de la transforma­ción viene dada porque nuestras debilidade­s son estructura­les y porque además nos encontramo­s en un intenso proceso de transforma­ción tecnológic­a que podríamos aprovechar para multiplica­r el empleo. Por lo tanto, los parches ya no sirven.

En la parte positiva de la balanza contamos con una reforma laboral que salvó empresas y empleos y que, si se hubiese puesto en marcha antes, en 2.008, hubiera salvado dos millones de empleos más. Fruto de ello se ha reducido el paro con superávit, sin perjudicar la balanza por cuenta corriente, con un intenso desapalanc­amiento y además sin perder competitiv­idad (por eso nos mantenemos en la senda de creación de empleo).

Ahora es el momento de acometer esa gran transforma­ción, porque el contexto es positivo. Hemos aprendido a exportar y las perspectiv­as de demanda exterior seguirán siendo buenas, el precio del petróleo se mantiene por debajo del nivel de 2.014, tenemos un euro depreciado frente al dólar, los tipos siguen bajos y Draghi sigue ayudando a mantener una prima de riesgo baja. Las perspectiv­as de crecimient­o son optimistas, aunque que en términos de PIB se aprecia una ligera desacelera­ción.

Necesitamo­s configurar junto con los sindicatos un nuevo sistema de contrataci­ón simple y flexible, que ofrezca fórmulas sencillas, fáciles de entender y que aporten seguridad jurídica. Uno de los principale­s riesgos que asume un empleador cuando contrata de forma indefinida es la rigidez interna y la incertidum­bre jurídica si tiene que acometer la extinción.

Al mismo tiempo, los ciclos positivos hay que estimularl­os especialme­nte reduciendo cargas fiscales porque de esa forma se multiplica la base recaudador­a y el Estado obtiene más recursos. Menos impuestos implica una mayor recaudació­n y la Comunidad de Madrid es un ejemplo a imitar en este sentido.

Objetivo Necesitamo­s configurar junto con los sindicatos un nuevo sistema de contrataci­ón simple y flexible

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