Los riesgos de edificar castillos en el aire
El inmobiliario es un sector sensible a los ciclos y propenso a pasar del cero al infinito en un suspiro
Más dura fue la caída. El estruendoso derrumbe del sector inmobiliario fue una de las señales más visibles en España, el símbolo de una era en demolición, de la gran crisis financiera con epicentro en 2008. Tras años de deambular por un solar desierto, el sector vive una moderada reactivación que se ha acelerado en los últimos meses. La ligera mejoría del mercado laboral y la recuperación económica se han trasladado a un sector muy sensible a los ciclos y propenso a pasar del cero al infinito, o del cielo al suelo, en apenas un suspiro. Los precios de la vivienda libre acumulan catorce trimestres de subidas interanuales ( 6,7% en el tercer trimestre del año, el último dato ofrecido por el INE), los visados de dirección de obra nueva residencial concedidos el año pasado doblaron a los de 2013 (kilómetro cero de la resurrección) y la previsión contempla que la compraventa de viviendas rondó las 475.000 operaciones, aún muy por debajo de las más de 800.000 que se producían una década antes, pero con evidentes síntomas de aceleración.
El crecimiento aún es dispar (muy visible en las grandes capitales, pero incipiente o nulo en muchas provincias y en el mercado de segunda residencia) y los precios todavía no se han adentrado en la espiral de locura de los días de vino y crédito fácil, pero la sombra de la burbuja siempre amenaza a una industria marcada por su pasado. Los principales actores del sector dicen tener la lección aprendida, pero hay indicios que resultan inquietantes. El mercado de alquiler por ejemplo ofrece señales de calentamiento que la Administración debería empezar a atajar cuanto antes. La presión del alquiler turístico y el aumento de la demanda ( por la consabida movilidad «millenial», pero sobre todo porque la moderación salarial aleja el tradicional anhelo de propiedad) han disparado los precios y comprometen el acceso a la vivienda. La falta de suelo finalista también amenaza con disparar el valor de una vivienda nueva que prácticamente se agota en Madrid y Barcelona.
Es cierto que el renacer del sector ha venido acompañado de un incremento de la profesionalización y de un declarado propósito de enmienda y contrición. El uso de la analítica de datos y el vigor del ladrillo como activo inversor en un contexto de escasas alternativas han ayudado a la racionalización de decisiones en un negocio que en muchas ocasiones parecía guiarse por las intuiciones. Pero hay que estar vigilantes, porque la experiencia dicta que los escombros de los castillos en el aire son muy reales.