ABC - Empresa

CON PERMISO

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volución generacion­al, más que revolución organizati­va. Aunque también. Es la clave de la estructura de la cúpula directiva en la nueva era de Telefónica. La del actual presidente, José María Álvarez-Pallete, en el cargo desde abril de 2016. Y este, ya sí, es «su» equipo. Con algunos flecos aún por cortar. Algo que resolverá de aquí a Semana Santa. Más pronto que tarde. Hay que poner en marcha la estrategia definitiva para reducir deuda y mantener inversione­s, mientras se definen las líneas maestras de la Telefónica de un futuro que ya está aquí, centrada en generar valor a sus negocios, enfocada – sobre todo– en la transforma­ción digital y alejada de disputas políticas. Bueno, manejando más bien el difícil equilibrio con las fuerzas del poder. Y la clave está en la gente de su confianza. En «sus» ejecutivos. Y tratar de unir la experienci­a con el talento, más una edad adecuada para acometer el relevo generacion­al.

Ahora bien, la verdadera revolución directiva comenzaba en julio del año pasado. La novedad más destacada entonces fue el nombramien­to de Ángel Vilá Boix, hasta entonces director de Estrategia y Finanzas de la compañía, como nuevo consejero delegado. Además entraba

ELas funciones de Vilá las asumía Laura Abasolo. Con la llegada de Vilá al consejo de administra­ción se marchaba también Julio Linares, otro histórico y hombre fuerte de Alierta, que llegó a ser consejero delegado del grupo. El objetivo de los cambios en el organigram­a, según se explicó entonces desde Telefónica, era «simplifica­r su estructura». Hubo varios cambios más, pero la operadora española seguía, digamos, «monitoriza­da» por el anterior jefe, César Alierta.

Urgía seguir. Entre los relevos de esta última semana, las dos salidas más llamativas son las de Luis Miguel Gilpérez y Eduardo Caride. La salida del primero llevaba tiempo rumoreándo­se por ser uno de los directivos de confianza del expresiden­te Alierta a pesar de que llevaba años reportando a Álvarez-Pallete cuando este presidía primero Telefónica Hispanoamé­rica y después la división europea. La salida del segundo... estaba también más o menos prevista. Quería irse, si bien, dicen, Pallete jamás le hubiera echado. Pero él se sabe de otra generación. De otro momento de la compañía. Otra era.

Muchos tampoco tenían claro que Gilpérez –que tenía su marcha pactada con Pallete hacía tiempo– fuera a salir con esta nueva revolución. Desde el consejo se deslizaba una recomendac­ión al presidente: que los relevos fueran a menor ritmo. Pero el tiempo del cambio apremiaba, y el máximo responsabl­e de la operadora prefirió dar el último golpe de timón para enderezar el rumbo. De ahí estos dos grandes cambios que cerraban la era anterior. Dos hombres emblemátic­os que, dicen, salvaron a Telefónica.

En el grupo desde 1981, no fue hasta 2011 cuando Gilpérez accedió a la presidenci­a de Telefónica España. En esos poco más de seis años ideó y dirigió toda una revolución comercial. Con gran éxito. Solo dos meses después de acceder al puesto, y ante la fuga

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