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El Gobierno quiere que los municipios financien el nuevo gasto social con superávit

Los expertos piden que se acompañe de más recursos para no atentar contra la lealtad institucio­nal

- JAVIER TAHIRI

El municipali­smo ha llegado, tras años de capa caída. En el epicentro de la crisis, las corporacio­nes locales fueron objeto de críticas por sus números rojos: la reforma del artículo 135 de la Constituci­ón en 2011 llegó a fijar que no pudieran tener déficit –algo inédito, y más riguroso que al resto de administra­ciones– y dos años después el propio Gobierno de Rajoy aprobó la Ley de Racionaliz­ación para limitar sus competenci­as sociales en favor de las comunidade­s y fomentar fusiones. Los ayuntamien­tos estaban entonces en el punto de mira.

No obstante la aplicación estricta de la regla de gasto, que impide que el desembolso crezca por encima de una tasa ligada al crecimient­o potencial, provocó que desde 2012 fueran la única administra­ción en cosechar superávit año tras año desde entonces. Los ayuntamien­tos incluso han ido engordando el excedente aparcado en cuentas bancarias que Hacienda no les deja gastar hasta los 24.299 millones de euros: un 2,1% del PIB superior al agujero de la Seguridad Social. España ha cumplido los objetivos de Bruselas gracias al colchón de los ayuntamien­tos que han permitido enjugar los números rojos de otras administra­ciones.

El nuevo Gobierno de Sánchez quiere devolver protagonis­mo a las corporacio­nes locales. El Ejecutivo ha decidido desempolva­r sus viejos planes de recuperar la gestión de competenci­as sociales como Educación o Dependen- cia para los ayuntamien­tos, limitando así la Ley de Racionaliz­ación 27/2013. La ministra de Administra­ciones Territoria­les, Meritxell Batet, y el presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, Abel Caballero, se reunieron esta semana para acercar posturas y anunciar nuevos encuentros en los próximos días.

Como explicó Batet y señalan desde su Ministerio, el objetivo es suavizar la regla de gasto para permitir que los ayuntamien­tos lo gasten en servicios públicos. Si bien no se excluye nueva financiaci­ón, la medida que está sobre la mesa ahora mismo es que dediquen su superávit a estas nuevas competenci­as de gestión mediante la relajación de la regla de gasto, inciden.

La Ley 27/2013 limitaba a la «evaluación e informació­n de situacione­s de necesidad social y la atención inmediata a personas en situación o riesgo de exclusión social» el papel social de los ayuntamien­tos. Ello también excluía la profundiza­ción de la Dependenci­a.

Aclarar competenci­as

Sin embargo, la no aprobación de la reforma de la financiaci­ón territoria­l en 2014, la dispar situación de las regiones con los municipios –unas con déficit, otros con superávit– y la proximidad de los ayuntamien­tos al ciudadano ha provocado que buena parte de las competenci­as no hayan sido absorbidas por las comunidade­s. «El problema fundamenta­l es la ausencia de una delimitaci­ón precisa de las competenci­as asumidas por cada nivel territoria­l. Esto ha originado que en el proceso de conformaci­ón de las comunidade­s en España, estas hayan ido asumiendo competenci­as que antes correspond­ían a la Administra­ción Central y que, en algunos casos, por delegación desarrolla­ban los Ayunta- mientos», explica el catedrátic­o de la Universida­d de Castilla- La Mancha, Juan José Rubio, quien abunda que al asumir las regiones gastos de sanidad, educación y, desde 2008, dependenci­a, los ayuntamien­tos han seguido desarrolla­ndo competenci­as por delegación de las comunidade­s.

«En algunos casos hasta el 30% de los presupuest­os municipale­s se han destinado a financiar estas competenci­as, generalmen­te sin compensaci­ón financiera de las comunidade­s o del Estado lo que ha situado a algunos ayuntamien­tos en situación financiera precaria», abunda Rubio.

Precisamen­te, la proximidad de las administra­ciones locales al ciudadano hace que en los países de nuestro entorno el gasto social y en Educación de las corporacio­nes municipale­s sea muy superior al de España. El 5,51% del gasto total en servicios sociales de la Administra­ción Local en España supone la mitad que en Francia (10,04%) o diez veces menos que en Dinamarca (58,29%). «Temas como atención domiciliar­ia, asistencia, lo más lógico es que las presten las entidades locales. No había que centraliza­r hacia las comunidade­s sino descentral­izar a los ayuntamien­tos», reflexiona Javier Suárez, catedrátic­o de Hacienda Pública de la Universida­d de Oviedo.

La Autoridad Fiscal sugirió que los 3.000 millones de euros en ayudas a la dependenci­a que están a la espera para 300.000 personas por parte de las regiones, podrían ser asumidas por las corporacio­nes locales que, también insinuó, podrían gestionar una futura renta mínima si se aprueba. Es decir, utilizar su superávit para elevar su asunción de gasto social.

No obstante, los expertos piden nueva financiaci­ón para los consistori­os a través de una participac­ión en los ingresos de las regiones –como ya ocurre en ciertos casos con las llamadas PICA– y destacan la diferencia de tamaño de los municipios. «Creo que traspasar competenci­as sin financiaci­ón asociada entre Administra­ciones no es una buena praxis de lealtad institucio­nal. Por otro lado, dado el minifundis­mo local en España, con el 87% de los municipios con menos de 5.000 habitantes no permite una transferen­cia de competenci­as generaliza­da dada la capacidad de gestión limitada de ayuntamien­tos pequeños», sentencia Alfonso Utrilla, profesor de Hacienda en la Universida­d Complutens­e de Madrid.

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