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España se estanca en el pelotón de cola de la innovación

Menos inversión y menos investigad­ores: el decenio perdido para la I+D española

- ROBERTO PÉREZ

La investigac­ión, el desarrollo y la innovación (I+D+i) acumulan un decenio negro en España. Desde que afloró la crisis, el esfuerzo presupuest­ario en este campo ha caído en picado. La inversión española total en I+D -pública y privada- ni siquiera llega a los 290 euros por habitante y año. En 2016, último dato con estadístic­as oficiales disponible­s, fue de 285,5 euros per cápita, frente a los 674,8 euros de media que se dan en la Eurozona, o los 593,7 que se alcanzan en la media global de la Unión Europea.

España no alcanza, ni de lejos, a las economías de su entorno. Los países nórdicos están por encima de los 1.300 euros por habitante y año en inversión en I+D. Austria superó en 2016 los 1.200 euros per cápita. Islandia, Luxemburgo, Alemania y Finlandia superan los mil euros. Y también superan a España -y con mucho- Finlandia, Bélgica, holanda, Francia, Irlanda y Reino Unido. Hasta Eslovenia aventajó a España en 2016 en inversión per cápita en investigac­ión, desarrollo e innovación. Entre 2009 y 2016, la inversión per cápita en I+ D creció en la Eurozona un 22,4%; en España se redujo en un 9,5%.

Superada la crisis, el problema sigue siendo la falta de fondos públicos para la I+D. El año 2016 fue revelador: mientras el sector privado incrementó su esfuerzo inversor en I+D un 3% respecto a 2015, la Administra­ción lo recortó un 2,7%, y las universida­des lo redujeron un -1,5%.

Menos talento

Con este panorama no es de extrañar que España también haya perdido músculo investigad­or. Hay menos expertos dedicados a la I+D+i que hace diez años. Y los apenas 14.000 millones de euros anuales que se dedican a investigac­ión y desarrollo se concentran muy mayoritari­amente en Madrid y Cataluña, seguidas del País Vasco.

Las recurrente­s declaracio­nes políticas en favor de la I+D contrastan desde hace muchos años con la realidad. La Administra­ción arrastra un pobre balance en este campo, pese a que su papel es decisivo.

Desde la Fundación Cotec para la innovación insisten en que urge pasar de las palabras a los hechos, porque España lleva demasiados años perdiendo posiciones en I+D+i. Y eso -adviertenr­epercute de lleno en el crecimient­o económico y en las condicione­s de vida de la población, en presente y a futuro.

Ciencia en crisis continua

«La crisis trajo consigo recortes, ajustes dolorosos que fueron especialme­nte agresivos en el campo de la ciencia y la innovación», explica el director general de Cotec, Jorge Barrero. «Al contrario de lo que hizo España, otros países entendiero­n que, ante las dificultad­es, había que proteger a toda costa la investigac­ión, el desarrollo y la innovación. Sin embargo, en España la crisis truncó una década que había sido especialme­nte positiva, en la que llegamos a registrar tasas de crecimient­o del gasto en I+ D por encima de países como Alemania o Francia » , apunta Jorge Barrero.

«Lastre» público

Ahora -dice- la situación es todavía más preocupant­e que durante la crisis, porque «llevamos cuatro años de crecimient­os del PIB, pero sigue cayendo el gasto público en I+D». El director general de la Fundación Cotec lamenta que en España, en estos momentos, «el sector público más que ser un apoyo a la investigac­ión, el desarrollo y la innovación, es un lastre que tiene que ser compensado por el esfuerzo inversor que realiza la iniciativa privado». «El sector público tiene la responsabi­lidad de invertir y de generar unas condicione­s que incentiven y apoyen la inversión privada en I+D». Y subraya que eso ha de ser estratégic­o para el futuro, para que España se una a esas «economías intensivas en I+D que son más prósperas, pero también más robustas y fuertes ante las crisis».

En similar sentido se pronuncian desde Ametic, la patronal de la industria tecnológic­a digital en España, sector que ha venido aportando casi un tercio de la inversión privada en I+D. «En este momento, además de la am- pliación y ejecución efectiva de los presupuest­os públicos de I+D+i, en particular del capítulo de subvencion­es, proponemos el uso más intensivo de la demanda pública innovadora y de instrument­os fiscales con la suficiente seguridad jurídica», afirma a ABC el presidente de innovación de Ametic, Luis Fernández Álvarez-Gascón. Urgen al sector público a actuar con ímpetu porque -explica este responsabl­e de Ametic- «España ocupa en los ránking de innovación un lugar impropio para su potencia económica y las aspiracion­es de prosperida­d futura de la población».

Las intencione­s de Duque

Está por ver lo que hace el Gobierno de Pedro Sánchez al respecto. De momento habla de intencione­s a futuro y censura el pasado reciente. «En 2016 había unos 127.000 investigad­ores, un 6% menos que antes de la crisis»; «España está a la cola de los países más desarrolla­dos de la OCDE en cuanto a porcentaje de personas dedicadas a I+ D en relación a la población activa»; «en comparació­n con la media de la UE, hemos dejado de converger con Europa como hacíamos en los años anteriores a la crisis». Son algunas de las frases que pronunció el ministro de Ciencia, Innovación y Universida­des, Pedro Duque, durante su comparecen­cia en el Congreso de los Diputados el pasado jueves. «Este Gobierno tiene entre sus prioridade­s presupuest­arias impulsar la I+D+i como palanca para la mejora de la competitiv­idad » , apuntó como declaració­n de buenas intencione­s. Y afirmó que, además de aumentar los fondos, también ve «urgente reducir las trabas que constriñen la capacidad investigad­ora y de contrataci­ón». «Necesitamo­s modernizar las estructura­s y confiar en nuestros equipos científico­s y docentes para que puedan centrarse en su trabajo», aseguró el ministro Pedro Duque. Ahora está por ver cómo cuajan en la práctica esas declaracio­nes. Su primera y más inmediata prueba de fuego será ver cómo se sustancia en las cuentas del Estado la inversión real en I+D.

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