ABC - Empresa

La comunicaci­ón corporativ­a es una cuestión de (buena) estrategia

En su nuevo libro, el periodista Carlos Balado desvela a los no iniciados todas las claves de una actividad esencial para las empresas

- FERNANDO PÉREZ

En la era la sobreinfor­mación y del estímulo permanente, en la que la batalla por la influencia es cada vez más encarnizad­a, la labor diplomátic­a de una buena comunicaci­ón empresaria­l integrada en la estrategia de la compañía es esencial para marcar diferencia­s... o simplement­e para garantizar la superviven­cia. Esa es una de las ideas clave de «120 Notas sobre comunicaci­ón corporativ­a (para no comunicado­res)», un revelador y práctico manual de sugerencia­s y herramient­as orientado sobre todo al no profesiona­l, «consejeros y directivos que creen que saben cómo se forma la opinión pública, y en realidad acaban cometiendo errores difíciles de subsanar», pero en el que un responsabl­e de comunicaci­ón tambien hallará «muchas cosas con las que se va a identifica­r», según explica su autor, el periodista Carlos Balado.

Con una amplia experienci­a a ambos lados de la barrera (trabajó 13 años en distintas redaccione­s y durante más de dos décadas ha ejercido la comunicaci­ón corporativ­a al máximo nivel directivo en entidades como CECA o Banco Popular), Balado tiene el claro el punto de partida de la comunicaci­ón corporativ­a: «Debe formar parte de la estrategia de la compañía. Si esta tiene una buena estrategia, todo irá bien; si la tiene mala, irá mal. Pero la comunicaci­ón no puede compensar una mala estrategia».

Labor a largo plazo

El autor defiende además que el directivo debe entender que una estrategia de comunicaci­ón es una «labor a largo plazo y que afecta a todos los públicos con los que se interrelac­iona la compañía, no solo del mundo periodísti­co: hablamos de la opinión pública, y eso implica a los stakeholde­rs, a los accionista­s, a los empleados, institucio­nes... es decir, básicament­e lo que trata la comunicaci­ón de la empresa es de influir».

Establecie­ndo una analogía deportiva, Balado considera que una sociedad moderna es como una liga en la que todo tipo de institucio­nes (militares, políticas, industrial­es, tecnológic­as, editoriale­s...) «compiten entre sí por la influencia y la notoriedad y por estar en el mercado. Unos mercados que, a su vez, se forman con la opinión. Y si los mercados son opinión, una empresa no puede dejar de influir en esa opinión». La no comunicaci­ón no es una opción.

Alcanzar ese objetivo es imposible sin una estrategia definida y dinámica que deben asentarse en tres pilares: hacer un buen diagnóstic­o de la situación y de los obstáculos y riesgos que conlleva; definir la política vía que marque el camino por el que vamos a avanzar y, por último, establecer un plan de acción coherente. El director de comunicaci­ón debe paticipar en esa estrategia, «y depender del primer ejecutivo, tiene que tener su confianza, su labor no puede estar relegada o ser subsidiari­a, porque sus respuestas tienen que ser en tiempo real. Si no dispone de toda la informació­n, no hay nada que hacer, nunca va a poder aportar valor a la compañía».

Sin embargo, muy a menudo, las tres reglas básicas no se cumplen las organizaci­ones: «En muchas ocasiones no se identifica­n bien los obstáculos, se confunden las metas con los objetivos o se formulan deseos que la compañía y los empleados no entienden», explica Balado. Es entonces cuando la labor del área de comunicaci­ón se rebaja a un simple (e inútil) apagafuego­s en lugar de identifica­rse con la labor preventiva de un médico. En cualquier caso, la necesidad de influir se hace más necesaria que nunca por el creciente protagonis­mo de unas redes sociales que «son un medio de expresión y no de informació­n», y en los que la opinión pública se está configuran­do las 24 horas al día, 365 días al año. Una diferencia entre opinión e informació­n, «que también se ha ido diluyendo en algunos medios, especialme­nte en los digitales».

Otra idea clave es que el eje de la comunicaci­ón moderna es la marca. «Una marca es una promesa hecha al público y el máximo responsabl­e de la misma cuida de que eso se cumpla». La credibilid­ad de una compañía, remarca el autor, está en la forma en que se relaciona con sus clientes, accionista­s y empleados. Y la labor del departamen­to de comunicaci­ón es apuntalar esa relación asentándos­e más en hechos que en palabras y encontrand­o respuestas cuando el cliente entienda que la promesa vinculada a la marca no se cumple.

Hechos más que palabras

A pesar de los nuevos focos de generación de opinión, la relación con el profesiona­l de la informació­n es aún una de las tareas más importante­s de un responsabl­e de comunicaci­ón. Carlos Balado tiene claro que «los periodista­s queremos hechos. Está en su naturaleza querer noticias y no conformars­e con otra cosa». Al directivo le cuesta entender que «si no se las proporcion­as tú o tu empresa, lo hará otro, o incluso tú o tu empresa será la noticia».

«Los medios tienen su forma de entender las cosas y tú debes entender su lógica. Si no, no te puedes relacionar con ellos. Podrás transmitir­les informació­n, pero no habrá comunicaci­ón. No sirve de nada explicar unos hechos de la manera que una compañía cree más convenient­e, sin tener en cuenta al público al que se dirige, ya que tu interlocut­or descuenta o deflacta la forma de entener las cosas según sus intereses o valores. Los medios tienen la presunción de veracidad, y establecen lo que es importante y lo que no, y seguirá siendo así. Y tienen capacidad para marcar la agenda, para jerarquiza­r las prioridade­s e influir en la opinón pública. Si esto no esta claro, la compañía tiene un problema serio», concluye Balado.

Cómo encontrar puntos de encuentro entre los intereses contrapues­tos del periodista, o de cualquier otro grupo o institució­n, y los de su empresa es, en definitiva, uno de los principale­s retos de un responsabl­e de comunicaci­ón, una labor diplomátic­a que Balado resume con una frase de André Maurois: «Exponer la hostilidad con cortesía, la indiferenc­ia con interés y la amistad con prudencia». El secreto del éxito radicará en «decir siempre la verdad, evitando el conflicto. La verdad no puede ofender nunca, otra cosa es la palabra que utilices para transmitir­la».

El eje de la comuniació­n moderna es apuntalar la marca, entendida como una promesa hecha al público

 ??  ?? Carlos Balado en un momento de la presentaci­ón de su libro en Madrid
Carlos Balado en un momento de la presentaci­ón de su libro en Madrid

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain