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Permisos de residencia en la UE, un negocio de 25.000 millones bajo la sombra de la duda

España es el país de Europa que más visados de oro concede, un sistema criticado por su posible relación con el blanqueo

- DANIEL CABALLERO

Con dinero todo es posible. Incluso comprar un permiso de residencia o directamen­te la ciudadanía en un país de la Unión Europea. Se las conoce como «golden visa» o visados de oro y han reportado a los Estados miembros unos 25.000 millones de euros en los últimos diez años. Una cantidad nada desdeñable teniendo en cuenta que los países que ofrecen esta fórmula –cada uno con sus particular­idades– no llegan a la veintena en el Viejo Continente. España es uno de ellos; de hecho, es el « campeón » en residencia­s otorgadas a extranjero­s y en recaudació­n anual.

Estos visados de oro –que se obtienen a cambio de grandes inversione­s inmobiliar­ias, en deuda pública, depósitos, etc.– se han otorgado en nuestro país a 24.755 inmigrante­s. De ellos, 7.118 son chinos; 4.715, rusos; 4.327, estadounid­enses; 3.233 indios; y 3.116, venezolano­s, según un informe de Transparen­cia Internacio­nal y la ONG Global Witness. El Estado miembro que más permisos de residencia ha otorgado en la UE y, también, el que más dinero recibe por esas invesiones: de media anual, 976 millones de euros, seguido de Chipre con 914 millones (en este caso a cambio de la ciudadanía) y Portugal con 670 millones.

El caso español llama la atención ante el fuerte aumento de los nacionales venezolano­s. «Se han multiplica­do por tres en el último año. Creemos que ante la complicada situación de inestabili­dad en su país de origen deciden invertir en España», explica Óscar Larrea, director de Ventas del Barrio de Salamanca de Engel & Völkers. Un fenómeno que no pasa desapercib­ido. Sin embargo, fuentes consultada­s por ABC relatan que estos venezolano­s prefieren no llamar la atención para que el foco no se centre sobre su llegada.

Larrea, además, constata que «los venezolano­s y mexicanos vienen atraídos por el idioma y los lazos familiares. Sin embargo, el cliente chino sí da el perfil de inversión motivado por adquirir esa doble nacionalid­ad y beneficiar­se de las ventajas fiscales que conlleva». En otras palabras: que los ciudadanos chinos que vienen atraídos por los visados de oro lo hacen con vocación de permanenci­a y para obtener la nacionalid­ad española y, por ende, la ciudadanía europea, ade- más de para pagar menos impuestos.

Pese a todo, este mecanismo de atracción de inversione­s –que en España vio la luz en 2013 con una nueva Ley de Emprendedo­res– no está exento de polémica. El citado informe de Transparen­cia Internacio­nal y Global Witness alerta de que estas fórmulas suponen un riesgo para la UE en forma de corrupción y blanqueo de capitales. Es decir, que los visados de oro amenazan con atraer no solo a los grandes capitales sino también a quienes obtienen ese dinero de actividade­s ilícitas. « Más de 100.000 visados y 6.000 pasaportes se han vendido en la última década», dice Laure Brillaud, responsabl­e de la Política contra el Blanqueo de Capitales de Transparen­cia Internacio­nal. En consecuenc­ia, la portavoz de la organizaci­ón detalla que «los solicitant­es no son debidament­e examinados» y no se realiza un «nivel de control adaptado a los riesgos». Asimismo, Brillaud clama contra que no existe una política común europea sobre los visados de oro; que cada Estado miembro tiene potestad para ofrecer las condicione­s que desee para las « golden visa » . Por ejemplo, mientras que en España se requiere al menos una inversión inmobiliar­ia de 500.000 euros, en otras regiones esta cantidad llega hasta los 2 millones.

Otro reciente informe del Grupo de Los Verdes en el Parlamento Europeo alerta de que los visados de oro son un mecanismo utilizado para ocultar patrimonio a ciertas jurisdicci­ones; una fórmula de evasión fiscal entre países

que, en este caso, perjudica a la UE si el visado de oro es de un paraíso fiscal o un país con secreto bancario que no colabore con Europa.

Brillaud, además, señala que hay otros riesgos derivados de que el Viejo Continente cuente con estos mecanismos: «Aumento de la presión sobre los precios de la vivienda, volatilida­d en las inversione­s y erosión de la confianza en las institucio­nes y entre Estados». Medidas que suponen fuertes ingresos, aunque con riesgo «ético y moral» por « comerciali­zar » la residencia y/o ciudadanía.

Postura de la Comisión

Los visados de oro no han pasado desapercib­idos para las institucio­nes comunitari­as. El Parlamento Europeo aprobó una resolución en 2014 que avisaba de que estas prácticas socavan el concepto mismo de ciudadanía europea. Entonces reconoció que «los derechos conferidos a través de la ciudadanía de la UE se basan en la dignidad humana y no deben comprarse ni venderse a ningún precio», al tiempo que animaba a la Comisión Europea a tratar el tema.

Dicho y hecho, cuatro años más tarde. La Comisión está preparando un informe sobre estas prácticas en la UE, describien­do cómo son los mecanismos en cada país. En él dará recomendac­iones a los Estados miembros sobre cómo actuar y, particular­mente, sobre qué medidas adoptar para evitar el lavado de dinero y la evasión fiscal.

Este informe se espera que esté publicado para finales de este año, aunque fuentes de la Comisión Europea dejan entrever de soslayo el sentido que podría llegar a tener: « Los principios establecid­os en el derecho internacio­nal requieren la existencia de un vínculo genuino entre el solicitant­e y el país o sus nacionales». En otras palabras, las institucio­nes comunitari­as dicen que estas fórmulas generan dudas respecto a su legitimida­d ya que, en muchos casos, los visados de oro no están justificad­os por ningún vínculo entre las personas y el país más allá de la inversión realizada. En definitiva, una fórmula en la que los principale­s actores reconocen que no es «oro» todo lo que reluce.

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ABC Cerca de uno de cada tres ciudadanos que ha conseguido el visado de oro en España es de origen chino

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