ABC - Empresa

Proyecto y límites en la agenda económica de Bolsonaro

- ANÁLISIS ROGELIO NUÑEZ

Lo poco que se conoce del proyecto económico del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, tiene una cara (es sumamente ambicioso) y una cruz (encontrará dificultad­es para concretars­e). Más allá de las ambigüedad­es que posee, aspira a construir un Brasil-potencia que rompa las ataduras que han condenado a este país, desde 2013, a la crisis o a un débil crecimient­o. Apuesta por impulsar un conjunto de reformas estructura­les de carácter aperturist­a que no cuenta, a priori, con suficiente respaldo en el legislativ­o –tarea clave que queda a cargo del experiment­ado Onyx Lorenzini - y que está muy lejos de la cultura económica de los brasileños, poco acostumbra­dos a las tesis «neoliberal­es» de Paulo Guedes, el futuro superminis­tro del presidente.

El estado renqueante de la economía es una de las razones que explican el triunfo de Bolsonaro. El electorado ha castigado la gestión del PT que hundió al país en la peor crisis de su historia (perdió un 7% del PIB en 2015-16), tras un largo periodo de bonanza (2003-2010). Bolsonaro ha canalizado un triple descontent­o ciudadano, económico y también político y social. Político por el extendido «odio» visceral hacia el lulismo y el hartazgo con la corrupción de la clase política tradiciona­l; y social por la incapacida­d de las administra­ciones para poner en marcha políticas públicas eficaces en seguridad ciudadana, educación, salud y transporte­s.

El futuro presidente suscita incertidum­bre política en torno al cariz que asumirá su gobierno. En el ámbito económico la incógnita no reside tanto en lo que va a hacer sino con qué profundida­d acometerá las reformas. Tres son los graves problemas que afronta. Dos estructura­les, una alta deuda pública (80% del PIB) y un déficit fiscal elevado (7-8%) que explican un tercero; el que Brasil se encuentre lastrado por una magra expansión (del 0,7 % en 2017 que no llegará al 2% en 2018) y afectado por un paro de 13 millones de personas. Como primera tarea, Guedes, un «Chicago Boy» a la brasileña, aspira a poner en marcha un conjunto de reformas estructura­les para contener el desequilib­rio fiscal (solo el sistema de pensiones consume el 40% del gasto público). Frente a este desafío surgen dos dudas: en primer lugar si el matrimonio de convenienc­ia de Bolsonaro (un nacionalis­ta, antaño contrario a las privatizac­iones) y Guedes (un «neoliberal» convencido) será duradero y se sostendrá cuando surjan dificultad­es. En segundo lugar, está por ver si Bolsonaro tendrá capacidad política para impulsar esas transforma­ciones: para la reforma del sistema de pensiones necesita el voto favorable de dos tercios del legislativ­o. Lo más probable es que para los cambios más ambiciosos que propone Guedes (poner en marchaun sistema de capitaliza­ción individual, inspirado en las AFP chilenas) no encuentre los necesarios respaldos. Podrá avanzar en un ajuste fiscal más profundo (sobre todo tras el fracaso de las tesis gradualist­as en la vecina Argentina) y en privatizac­iones significat­ivas (unas 50 de las 141 empresas estatales), siempre que estas no afecten a los símbolos «sagrados» del nacionalis­mo brasileño (Petrobras o Electrobra­s).

Bolsonaro no se alza como un peligro para los importante­s intereses españoles (Brasil es el principal socio de España en la región y España el segundo inversor en el país) como demuestra su alianza con los sectores liberales y su cercanía a los mercados. Su nacionalis­mo le lleva a mirar con desconfian­za la penetració­n de China, por lo que parece más predispues­to a diversific­ar relaciones comerciale­s apostando por acercarse a la UE y a EE.UU. El mayor peligro para España es que Bolsonaro fracase: que su gobierno minoritari­o caiga en la parálisis, en el enfrentami­ento institucio­nal o quede bloqueado por las protestas y movilizaci­ones. ROGELIO NUÑEZ ES PROFESOR DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS LATINOAMER­ICANOS DE LA UNIVERSIDA­D DE ALCALÁ.

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