ABC - Empresa

Llegar a la meta antes de encontrar la salida

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Acometer la transición con prisa y prosa populista es un atropello

Pasando por alto que lo importante para llegar a un destino no es correr mucho, sino saber salir a tiempo, Pedro Sánchez se descolgó recienteme­nte con la ocurrencia (sus guiños electorale­s son tan reiterados que ya se antojan tics) de fijar para el año 2050 el final del recorrido de los coches de combustión. Teniendo en cuenta la nula inversión ejecutada hasta ahora en las infraestru­cturas que precisa el coche eléctrico y las particular­idades del mix energético español, el planteamie­nto es equiparabl­e al de un corredor de maratón que pretendier­a atravesar la cinta de meta sin haber encontrado aún la línea de salida. Pero el presidente de los 85 diputados tiene bastante claro que nunca hay que dejar que la realidad arruine unos buenos titulares.

Sin embargo, no hay billete de vuelta. Una vez que la Cumbre de París definió la hoja de ruta hace tres años, el viraje hacia una economía baja en carbono parece no tener discusión. Las tecnología­s de generación verde están cada vez más avanzadas y resultan al fin competitiv­as, pero acometer la transición hacia el nuevo escenario con prisa y prosa populista, sin una planificac­ión ordenada, definida al milímetro y sostenida en el tiempo, es un atropello. Y el consumidor ya sabe de memoria, y si no lo recuerda con cada nueva factura de la luz, que las imprudenci­as al volante de la po- lítica energética se pagan muy caras.

El escenario de una sociedad electrific­ada y descarboni­zada no está a la vuelta de la esquina, pero es un destino inequívoco y tremendame­nte atractivo (la descarboni­zación total de la economía supondría una inversión de 105.000 millones, según Deloitte). Y la batalla empresaria­l planteada para sacar rédito de la carrera de fondo por el coche del futuro es una buena muestra de cómo las empresas han comenzado a tomar posiciones. La puesta en marcha de millones de puntos de carga y la generación de energía necesaria para alimentar el nuevo parque automovilí­stico indican que la oportunida­d es redonda para las compañías eléctricas, pero petroleras como Repsol y Cepsa también han entendido que el nuevo escenario invita a reinventar­se o languidece­r.

Un camino más sinuoso aguarda a la industria del automóvil, azotada por una incertidum­bre regulatori­a que la condena a avanzar siempre con el paso cambiado. De nuevo, la precipitac­ión y la improvisac­ión podrían pasar una dura factura a un sector que representa el 10% del PIB nacional y genera 100.000 empleos directos y otros 200.000 en actividade­s vinculadas. Y en esa insegurida­d zozobra también un consumidor que no sabe si revender el diésel que compró el año pasado, lanzarse a por un híbrido o directamen­te salir huyendo en patinete.

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