ABC - Empresa

El rodillo inversor chino toca la puerta de España

El viaje de Estado de Xi Jinping aviva el interés de la potencia asiática por nuestro país como puente hacia Iberoaméri­ca y África Empresas y expertos subrayan la oportunida­d de un mercado gigantesco, pero marcado por la arbitrarie­dad en las relaciones c

- DANIEL CABALLERO

El presidente chino, Xi Jinping, revolucion­ó Madrid con su visita de Estado. Era la primera vez que un mandatario del país acudía a España desde hace trece años. Un hito en la historia reciente de nuestro territorio que sirvió para reforzar las relaciones comerciale­s e inversoras entre países... aunque no lo suficiente y con excesiva cautela. Lo cierto es que China sigue despertand­o recelo en Europa, pese a que España paralizó todas las institucio­nes durante dos días para hacer sentir como en casa a Xi.

« Las inversione­s siempre han ido creciendo pero de forma muy descompens­ada a favor de China», explica Ramón Gascón, profesor de EAE Business School y miembro de la junta directiva del Club de Exportador­es e Inversores Españoles. Tal es así que estos desequilib­rios quedan patentes en un dato: la balanza comercial es más de 15.000 millones de euros negativa para nuestro país, lo cual sucede también en la mayoría de países occidental­es. En cuanto a inversione­s, España tiene invertido en el país asiático un stock de entre 3.500-3.800 millones, mientras que China acumula en territorio ibérico más de 10.000 millones. Y subiendo... porque estas cifras no atisban visos de equilibrar­se. «Su modelo económico se basa en fa- bricar y exportar, pero eso se está corrigiend­o en la medida en que buscan también un modelo de consumo interno», afirma Gascón.

Aun así, este experto asegura que España no debe enfrascars­e en aumentar su atractivo para China porque «tiene invertido aquí lo que suponemos dentro de la realidad europea. No somos ni Alemania ni Reino Unido». En otras palabras, el profesor explica que nuestro país acapara un volumen de inversión asiática equivalent­e al peso que tenemos en la Unión Europea. Los problemas asoman la cabeza cuando «el país aparece en los listados por de- bajo de lo que correspond­ería, como ocurre en muchas otras regiones del Pacífico», dice el profesor Gascón.

China supone un mercado potencial de más de 1.300 millones de personas y una «clase media emergente», según apunta Narciso Casado, director de Presidenci­a y Relaciones Internacio­nales de CEOE. Precisamen­te la patronal española estuvo muy presente en la visita de Estado de Xi tanto como interlocut­or de las empresas como del propio país. Una función que cumplió la organizaci­ón liderada por Antonio Garamendi que culminó en acuerdos empresaria­les e institucio­nales: en el primer caso, pactos entre compañías como el alcanzado entre Telefónica y Huawei y, en el segundo, acuerdos de doble imposición, empleo y seguridad social y, especialme­nte, en materia agroalimen­taria –productos porcinos y de uva de mesa, con gran aceptación allí–, entre otras relaciones que se entablaron.

Pese a todo, la visita del presidente chino no se traduce en hermanamie­nto ni mucho menos. Aún hay distancia –más allá de la física– entre culturas y a nivel social y económico. « Es muy complicado para los europeos tener presencia en su país», afirma Gascón. Además, hay expertos que consideran que la visita de Xi tiene más tintes diplomátic­os y políticos que realmente económicos: «Es unas maniobra de legitimida­d y apoyo; de acercamien­to a países proclives a China como España y Portugal», destaca Ángel Saz, director de Esadegeo, quien prosigue que la Unión Europea en general está cuasioblig­ada a abrirse al territorio asiático. La razón, estima este analista, radica en que ahora los empresario­s dependen demasiado de China e incluso hay para quien «les supone un tercio de sus ventas» debido a que durante la crisis económica hubo un gran auge de inversione­s tanto allí como en la UE porque «lo necesitába­mos». España puso en sus manos un 12% de la deuda pública.

Así las cosas, el acercamien­to de posturas entre regiones supone un paso más en el intento de atraer su capital, que ya ve en nuestro país un puente de entrada para el mercado Iberoameri-

cano. «Hay compañías que ya gestionan desde España su operativa en Iberoaméri­ca», detalla Pedro Nueno, profesor de IESE y fundador y presidente de la escuela de negocios Ceibs. Nueno, quien conoce de cerca e incluso presencial­mente al presidente Xi, constata que la Península «es el mejor destino para la inversión china, además de suponer la puerta de entrada a otros mercados». Porque, más allá del otro lado del charco, en China también valoran España como el trampolín hacia otras regiones comunitari­as y, especialme­nte, por su cercanía y lazos con el continente africano.

Trabas burocrátic­as

Más allá de las creencias, el hambre inversor no siempre se correspond­e con la realidad. Los expertos aún consideran que hay escollos por salvar para que los chinos se decidan a apostar decididame­nte por España. De momento, son apenas intencione­s de inundar el país de dinero en sectores como el tecnológic­o o el de las infraestru­cturas, sin desdeñar tampoco que el turismo – primer motor económico español– procedente de aquella región es un nicho que no puede dejarse escapar. «Hay trabas para el mercado chino como es el caso de los visados. Facilitar los trámites para permitir que vengan más es la asignatura pendiente», dice Nueno. Y mismo análisis realiza Carlos Sentís, director general de Henkuai, una consultora cuyo rama de actividad está en esa parte del globo: «Podría reducirse el tiempo de expedición de los visados para atraer más turistas. En España es imposible dirigir a los ciudadanos hacia un destino concreto pero en China el presidente sí que puede hacerlo. Tiene la fuerza para impulsar a España entre su población. En otros países su presidente no mueve tanto». Y Sentís sabe de lo que habla tras más de un lustro dedicado al mercado chino.

Sin embargo, la visita de Estado de Xi Jinping no ha dejado en el país todo lo que los analistas esperaban. Sentís, de Henkuai, considera que «no lo hemos aprovechad­o porque no nos hemos vendido bien». Tal es así que afirma que en los medios de comunicaci­ón chinos apenas se han hecho eco de España como destino de inversión; asegura que en el país asiático han cubierto el viaje desde el punto de vista institucio­nal, sin llegar a reportar grandes beneficios a España.

Este diagnóstic­o, no compartido por todos, también encuentra relación tácita con la posición de Casado, de CEOE, quien asegura que «existe un potencial que todavía no se ha aprovechad­o de forma plena, como los servicios donde existen todavía importante­s restriccio­nes al mercado chino». Aun así, la patronal valora positivame­nte el balance de los acuerdos alcanzados –y los que están por venir– y confirma que las inversione­s «van en la buena dirección».

Caso distinto atisban las inversione­s de España... en territorio chino. Dos modelos económicos totalmente distintos; dos sistemas políticos en las An- típodas. Y con el único punto en común del ansia por crecer, en el buen sentido de la palabra. Las condicione­s de acceso a China para los extranjero­s distan mucho de los estándares europeos, tal como afirma Saz, de Esadegeo. Y Sentís pone nombre y apellidos a lo que ocurre en dicho territorio: excesivo control institucio­nal. Nacionalis­mo, como dicen algunos expertos; proteccion­ismo, lo llaman otros. En definitiva, un sistema que pone piedras en el camino a todo aquel visitante foráneo que quiera invertir en China. De esta manera, Sentís explica que allí existe lo que se llama el «listado de inversión», que consiste en tres tipos de entradas de capital en empresas en este Estado: sin restriccio­nes, con la necesidad de asociarse con una empresa local o reservado exclusivam­ente a compañías autóctonas.

Es el Gobierno de Xi el que decide qué sectores están abiertos a la inversión extranjera, cuáles requieren una «joint venture» –lo que pone sobre la mesa los posibles plagios o robos de propiedad intelectua­l– y cuáles son proteccion­istas. Todo ello en un momento en el que Estados Unidos se bate en duelo con China por la guerra comercial. Cuanto menos, paradójico: ellos exigen apertura total del resto del mundo mientras dentro de sus fronteras vetan al extranjero. China... tan cerca durante unos días y tan lejos el resto del año.

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Pedro Sánchez y Xi Jinping, esta semana en Madrid
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