ABC - Empresa

El final feliz del largo calvario de los empleados de Vestas

Tras 122 días, el desembarco de la madrileña Network Steel zanjó el traumático episodio de deslocaliz­ación

- IVÁN TOMÉ VALLADOLID

Tras muchos meses de calvario para los trabajador­es de la planta de Vestas de Villadango­s del Páramo (León), la resolución llegó el pasado 26 de noviembre con el pacto alcanzado entre la empresa danesa y el grupo nacional Network Steel. La rúbrica plasmada en el acuerdo marcaba el fin de 122 días de trabajo codo con codo entre el Ministerio de Industria, la Junta de Castilla y León, sindicatos y los empleados de la planta leonesa, todo para evitar el cierre y, como ha sido el caso, encontrar un inversor que se hiciese cargo de las instalacio­nes y los representa­ntes de los trabajador­es que operaban en ella.

Las primeras alarmas saltaban incluso antes de que se anunciase el cierre de la planta. El pasado 6 de junio Vestas opta por suprimir cuatro de sus siete líneas de producción en la sede de León, que empezó con su actividad en 2006. La decisión supuso la no renovación de casi 200 eventuales y las primeras movilizaci­ones por la pérdida de puestos de trabajo. Y las sospechas de un posible cierre no cesaron en los días siguientes, más todavía cuando el 12 de julio la compañía danesa procedía a la eliminació­n otra de las líneas que todavía se mantenían activas. El «olor» a cierre completo de la planta ya estaba impregnado en el ambiente.

Y llegó. El 27 de agosto, la multinacio­nal presenta un expediente de regulación de empleo (ERE) de extinción laboral para la totalidad de la plantilla, cerca de 370 trabajador­es. Así, las «amenazas» se convertían en hechos y aseguraron que trasladaba­n su producción a las fábricas de Argentina, China, Rusia e India. Todo un verdadero varapalo para los empleados de la fábrica, para la provincia de León y para la comunidad castellano y leonesa en general. Sin embargo, ni la sociedad ni las administra­ciones se quedarían de brazos cruzados para ver cómo Vestas seguía adelante con sus planes de extinción.

La llegada de la compañía a Villadango­s produjo en su momento una «ilusión inmensa» que se torno en una «decepción absoluta» tras el anuncio del cese definitivo, situación que provocó constantes concentrac­iones en León y en las sede de Vestas en Madrid, así como el corte del tráfico de la N-120 y la instalació­n de un campamento permanente frente a las instalacio­nes del municipio leonés. Por aquel entonces, el alcalde de la localidad afirmaba que no podía ser que «les demos grandes ayudas a las empresas y luego nos dejen tirados. No entendemos que Vestas pueda hacer esto. Las administra­ciones tienen que tomar medidas para que esto cambie».

Un enfado que compartía la Junta de Castilla y León y el Gobierno de España, institucio­nes que tacharon de «desleal» a la eólica por una sencilla razón: la decisión llegaba en un momento en el que el plazo para reclamar las ayudas públicas recibidas por la empresa danesa por parte de las administra­ciones (12,5 millones de euros) ya había finalizado, sin poder optar al reembolso económico. Con lo cual, la situación obligaba a la premura y se envió una carta firmada por el Ministerio de Industria, con Reyes Maroto a la cabeza, y el gobierno castellano y leonés para una reunión «urgente» entre los protagonis­tas.

Con este «cara a cara», los trabajador­es confiaban su «único hilo de esperanza» a las gestiones que pudiesen llevarse a cabo y evitar el cierre de la planta y la desaparici­ón de los empleos, más si cabe cuando días más tarde, exactament­e el 7 de septiembre, Vestas notificaba el despido de la plantilla al comité de empresa, algo que rechazaron de manera rotunda. El trabajo de las administra­ciones ya estaba en marcha pero parecía que los pactos no acababan de aclararse. El 19 de septiembre esto se hacía patente cuando tanto el Ministerio de Industria, tras conversaci­ones con la firma danesa, aseguraba haber llegado a «un principio de acuerdo» que desde los sindicatos y la Junta de Castilla y León negaban, porque no se garantizab­a que la planta siguiese funcionand­o, ya fuese por su parte o otro proyecto alternativ­o.

Posible inversor

Las negociacio­nes siguieron su curso hasta que el 6 de octubre hubo un conato de solución. La Fundación Anclaje de Castilla y León encontró un posible inversor «con experienci­a de éxito » en España y que ya trabajaba en la Comunidad. Se trataba de Quantum Capital Partners, una firma con

El cierre de Vestas supuso la extinción laboral de 370 empleados

sede en Munich (Alemania) que ya se había hecho cargo de firmas como la planta de amortiguad­ores de Gijón de la multinacio­nal americana Tennco; Eltec y Barcelona Cartón y Bosh Clarton Horn, una compañía de cláxones que vendió la multinacio­nal india Minda Group.

Lo que parecía ser el «Santo Grial» para el futuro de Vestas quedó en un espejismo, ya que no se supo nada del grupo inversor en los días posteriore­s al anuncio. Finalmente, tras meses de trabajo y negociacio­nes, salió a la palestra una «empresa familiar» que ad- quirió la fábrica de Villadango­s del Páramo. El pasado lunes 26 de noviembre se ponía fin a la «travesía por el desierto» de la planta y los trabajador­es de Vestas gracias a Network Steel, una firma dedicada a la metalurgia que traía consigo un gran plan de expansión bajo el brazo.

Hasta 130 millones

El grupo siderúrgic­o, con sede en Madrid, dos fábricas en Aranda de Duero (Burgos) y otra en Cantabria, firmó el acuerdo con la ministra de Industria, Reyes Maroto, y su presidente, Oscar Heckh, detalló los planes que tenía para el negocio. El grupo Network Steel Resources (NSR) invertirá hasta 130 millones de euros en la que será «la principal y más moderna fábrica de acero galvanizad­o de España» que tendrá una expansión total de 50.000 metros cuadrados, de los que tres cuartas partes serán de nueva construcci­ón, mientras que el resto será de la reforma de la actual sede. En este recinto se incluirá una línea de decapado continuo, dos de laminación en frío, otras dos de galvanizad­o continuo de bobinas y seis campanas de recocido con hidrógeno puro.

Asimismo, el nuevo proyecto tiene previsto la creación de 350 empleos directos, que se ofrecerán de aquí al año 2020, y hasta un millar de forma indirecta. Y en las futuras contrataci­ones quienes trabajaban para la eólica tendrán «absoluta prioridad» para acceder a los puestos de trabajo. Las obras comenzarán el próximo mes de febrero, cuando Vestas deje la planta y, aunque está previsto que finalicen en 2020, la producción se iniciará en el último trimestre de 2019, llegando a las 520.000 toneladas al año cuando esté al máximo rendimient­o, una producción que, a pesar de que la fábrica no ha echado a andar, ya tiene «prácticame­nte vendida», lo que es un plus para el proyecto.

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Exterior de las instalacio­nes de Vestas en Villadango­s del Páramo (León)
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Protestas de los trabajador­es de Vestas tras la noticia del cierre ABC
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