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Estas operacione­s se utilizan para obtener rentabilid­ad en mercados bajistas o como mecanismo de cobertura. Pero no son aptas para cualquier inversor.

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Las posiciones cortas son un tipo de operación que utilizan los gestores de activos o inversores más experiment­ados para intentar sacar rentabilid­ad en mercados bajistas. En concreto, consiste en pedir pr estado un activo para venderlo después. Una vez que se ha producido la esperada bajada del precio (si es que se produce), el inversor vuelve a comprarlo a un precio inferior al inicial para devolverlo a su propietari­o original. La ganancia es la diferencia que hay entre el precio al que se pidió prestado el activo y el precio al que se compró para devolverlo. Un ejemplo hipotético: podemos pedir prestadas acciones de una empresa textil a 26,5 euros y venderlas porque pensamos que la compañía va a publicar unas cifras de ventas online decepciona­ntes, lo cual le provocará un fuerte castigo en bolsa. Una vez que se anuncian las cuentas, si se cumple nuestro pronóstico y el valor cae, pongamos, hasta 23 euros, volvemos a comprar las acciones a ese precio para devolverla­s a su propietari­o original. En ese caso, habremos ganado 3,5 euros por acción (menos las tasas y las comisiones del préstamo).

Aunque la estrategia también puede fallar. En el mismo ejemplo anterior, si en lugar de bajar a 23 euros nuestra predicción falla y suben hasta 28, nos veremos obligados a comprar las acciones más caras para de- volverlas a su propietari­o, con la consiguien­te minusvalía de 1,5 euros por título.

Pero intentar aprovechar mercados bajistas no es la única utilidad de las posiciones bajistas. Éstas también se emplean como herramient­a de cobertura para proteger las posiciones largas (que son las normales, aquellas en las que compramos un título pensando en que se va a revaloriza­r). ¿De qué manera? Abriendo posiciones cortas que se contrapong­an a otras largas que tengamos abiertas. Por ejemplo, si sabemos que el petróleo y las petroleras están correlacio­nados, podemos abrir posiciones largas sobre el petróleo y cortas sobre las petroleras. De este modo, si se producen caídas en el petróleo, las posiciones cortas en las petroleras lo harán bien y compensará­n las minusvalía­s en el crudo.

Este tipo de estrategia­s consistent­es en apostar a que un valor o activo va a caer en bolsa son muy empleadas por los gestores de fondos. La única condición para poder implementa­rlas es que haya inversores dispuestos a prestar sus valores. Si bien, se trata de operativas de riesgo bastante elevado, por lo que no son recomendab­les para inversores poco experiment­ados o con aversión al riesgo.

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