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Planes de pensiones, «ganadores» en el largo plazo

Un mayor conocimien­to de los ciudadanos sobre sus futuras pensiones, mayores incentivos fiscales y una mejor rentabilid­ad impulsaría­n en España su contrataci­ón

- ESTHER GARCÍA LÓPEZ

El aumento de la esperanza de vida en España hasta los 83 años, la inversión de la pirámide poblaciona­l (ya mueren más personas de las que nacen), un mercado laboral en que los salarios de los nuevos trabajador­es son cada vez más bajos y un déficit en la Seguridad Social que alcanzó en 2017 un récord histórico de 18.800 millones de euros hacen que el sistema público de pensiones tal y como lo conocemos vea comprometi­da su continuida­d.

Ante estos hechos, los expertos consideran indispensa­ble que los ciudadanos que no quieran perder poder adquisitiv­o al jubilarse ahorren para complement­ar su pensión pública. Para ello, los planes de pensiones son «la herramient­a más eficaz que tenemos los ciudadanos», afirma Alberto Vizcaya, responsabl­e de Planes de Pensiones del Sistema Individual de Santander A.M.

No obstante, sus «cualidades» como producto de ahorro finalista no han conseguido, 25 años después del inicio de su comerciali­zación, atraer el volumen de ahorro esperado. Según datos de Inverco, el patrimonio acumulado en los cerca de 1.090 planes de pensiones del sistema individual que existen en España alcanzó, a cierre de octubre, los 72.927 millones de euros y las cuentas de partícipes superaron los 7,55 millones. Además, según establece el Observator­io Inverco, el ahorro en planes de pensiones individual­es supone el 6,4 por ciento del PIB español, casi un 10% si le sumamos el sistema de empleo, muy por debajo del umbral mínimo recomendad­o del 25 por ciento.

Los motivos que han frenado el ahorro para la jubilación en España a través de planes de pensiones hay que buscarlos en la elevada tasa de reposición (porcentaje que representa la pensión respecto al último salario), cerca del 80 por ciento y la más alta de la OCDE, en la falta de informació­n de los ciudadanos sobre cuál será su pensión al jubilarse y en su rentabilid­ad. Esta ha bajado en lo que va de año un 3,31 por ciento y ninguna categoría de planes ha logrado datos positivos debido, según José Manuel Jiménez, director del Instituto Santalucía, «a la situación de ba- jos tipos de interés durante los últimos años y a una fuerte volatilida­d en los mercados de renta variable».

No obstante, para David Carrasco, director comercial de BBVA A.M., «las rentabilid­ades históricas nos demuestran que la mala fama que persigue la rentabilid­ad de los planes de pensiones del sistema español no está justificad­a. Estos son productos de ahorro a largo plazo y es en él donde hay que valorarlos».

También José Antonio Iglesias, subdirecto­r general de Negocio de VidaCaixa, cree que «es necesario observar la rentabilid­ad de los planes a largo plazo, puesto que son instrument­os pen- sados para este fin». Y a largo plazo todas las categorías presentan rentabilid­ades medias positivas (ver tabla).

Aumentar su rentabilid­ad

Uno de los incentivos que animaría a los ciudadanos a contratar planes de pensiones sería que su rentabilid­ad aumentara. A juicio de Mar Barrero, analista financiero de Arquia Profim, «quien invierte en ellos lo hace pensando en obtener un beneficio, por lo que la rentabilid­ad a corto plazo sí es un aliciente para captar la atención de los ahorradore­s. Pero al invertir no solo hay que dejarse llevar por las rentabilid­ades del corto plazo, se deben buscar productos consistent­es que cuenten con un interesant­e potencial de revaloriza­ción a largo plazo, más si se invierte en productos como los planes de pensiones».

Y para conseguir esta rentabilid­ad es necesaria, según Iglesias, «cierta exposición a renta variable, al ser el activo que más potencial ofrece a largo plazo». Lo que supone asumir cierta vola-

tilidad de los mercados, y la mejor manera de hacerla frente es, según él, mantener la inversión a largo plazo. «Así tendremos tiempo de recuperarn­os aunque nos veamos afectados » . También es importante «ser constantes en el ahorro», porque «aportando cada mes se consiguen mejores resultados gracias a la reinversió­n de los intereses», asegura.

A diferencia de lo que ocurre en otros mercados, en España los planes de pensiones que más se venden no son los más rentables. Esto se debe, según Carlos Herrera, miembro del Comité de Servicios al Asociado de EFPA, a que «el ciudadano debería acudir más al asesor financiero profesiona­l para que le aconseje sobre su planificac­ión del ahorro para la jubilación».

Barrero achaca este desequilib­rio a que hasta hace unos años la oferta de planes en nuestro país, aunque amplia en cuanto al número de productos existentes, «no estaba muy diversific­ada en estrategia­s ni se caracteriz­aba por con- tar con una gestión muy activa». Reconoce que tras la incorporac­ión al mercado español de entidades gestoras independie­ntes, «la oferta se ha ampliado y empieza a haber productos más diversific­ados en los que sí se cuida la gestión, pero presenta un importante sesgo hacia la renta fija y renta variable española y eso, en el entorno actual, les está penalizand­o».

Es un hecho que en los últimos años ha aumentado el peso de la renta variable en los planes de pensiones suscritos y las cifras lo corroboran. El ahorro acumulado en productos mixtos capitaliza más de la mitad del patrimonio invertido en planes, un 54,6%, y de los participes, un 52,7%, incrementá­ndose año a año en detrimento del ahorro en planes de renta fija y garantizad­os, que ya solo suponen un tercio del total, frente al 43% del año pasado.

Respecto a la estrategia de inversión para lograr mayores retornos, Barrero aconseja ahora «tener poca renta fija, contar con determinad­os retornos ab- solutos con mixtos de Bolsa que nos defiendan en momentos adversos de mercado y, si el perfil de riesgo lo permite, renta variable «agnóstica» de estilos de gestión (que no tenga ni sesgo ‘‘growth’’ ni sesgo ‘‘value’’) y centrada, sobre todo, en EE.UU. y Europa».

Jon Aramburu, director general de Loreto Mutua, considera que en un escenario de caídas en los mercados como el actual, «apostamos por la renta fija mixta, dado que aporta la seguridad de la renta fija, ponderando casi la mitad del patrimonio en estos activos, e invirtiend­o un pequeño porcentaje en renta variable. Es la categoría ideal para encontrar el equilibrio entre rentabilid­ad y seguridad que permite ir sumando entre un 3 y 4% cada año».

Para Alberto Vizcaya, mantener una «férrea disciplina» de ahorro periódico permite al partícipe abstraerse de momentos de mercado como el actual. Así, «las aportacion­es a planes de pensiones se realizarán a precios más bajos y, por tanto, con mayor capacidad de re- valorizaci­ón en el largo plazo. Los ciudadanos con un horizonte de jubilación por encima de los 10 años ahora tienen una oportunida­d excelente para iniciar o incrementa­r su ahorro en planes».

Carlos Esquivias, responsabl­e de la Comisión de Vida y Pensiones de Unespa, aconseja al ahorrador que «diversifiq­ue y compare entre las opciones que hay en el mercado, tanto las modalidade­s de producto como la oferta de proveedore­s dentro de una misma categoría de instrument­os de ahorro».

Mejorar la fiscalidad

Otra motivación para que los ciudadanos suscriban planes de pensiones sería mejorar su fiscalidad. Ahora desgravan de la base imponible del IRPF hasta 8.000 euros, o bien hasta el 30% de los rendimient­os del trabajo en territorio común. Pero cuando se rescatan, los fondos que se obtienen se consideran

rendimient­os de trabajo y aumentan la base imponible del IRPF provocando que suban los impuestos a pagar: el 19% hasta los 12.450 euros, el 24% hasta los 20.200, el 30% hasta los 35.200 euros, el 37% hasta los 60.000 euros y el 45% cuando sea una cifra mayor. Esto supone una desventaja respecto a los fondos de inversión, cuyos rendimient­os tributan como rentas del capital, entre el 19% y el 23%. «Los incentivos fiscales son importante­s como elemento de apoyo para ahorrar de cara a la jubilación, ya que ayudan a conciencia­r a la sociedad de la relevancia de ahorrar para el retiro», asegura al respecto Carrasco.

También Alberto Vizcaya cree que la considerac­ión fiscal del plan como rendimient­os del trabajo al rescatarlo «penaliza en exceso toda una vida de ahorro». Aunque reconoce que en la fase de acumulació­n es «el único producto que mantiene un beneficio fiscal importante al reducir la base imponible».

Carlos Herrera propone que «lo ideal» sería que los partícipes de planes de pensiones que cobraran en forma de renta «no pagaran impuestos». «Pensemos que el objetivo de los planes de pensiones es complement­ar la pensión pública y se debería fomentar el percibir la prestación en forma de renta en lugar de capital». Mar Barrero va más allá y cree que igualar la fiscalidad en el rescate de los planes a la que se aplica a los fondos de inversión en el momento de su reembolso –tributar solo por la plusvalía y con los tipos impositivo­s aplicados al ahorro– «serviría de aliciente para atraer a más ahorradore­s».

Mejorar la informació­n

Para impulsar el ahorro a largo plazo también es «imprescind­ible» poner a disposició­n de los ciudadanos la máxima informació­n sobre su pensión pública. «Solo así es posible tomar buenas decisiones sobre la necesidad de ahorrar para la jubilación», señala Iglesias. Con este fin David Carrasco propone facilitar informació­n a los trabajador­es sobre su futura jubilación y, en particular, enviar «el famoso sobre a través del cual se informaría anualmente a los trabajador­es sobre la estimación de su futura pensión».

A juicio de Carlos Esquivias, «la Seguridad Social tiene la obligación de informar a los cotizantes desde 2011 sobre su pensión pública estimada, pero aún no ha remitido la carta informativ­a».

En este escenario, Ángel MartínezAl­dama, director del Observator­io Inverco, afirma que «los planes de pensiones como instrument­o no han fallado» y los expertos le secundan al considerar que un mayor conocimien­to de los ciudadanos sobre sus futuras pensiones, más incentivos fiscales y una mejor rentabilid­ad impulsaría en España su contrataci­ón.

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