UNA OPORTUNIDAD QUE NO SE DEBE DEJAR PASAR
«Hay que cautivar su capital para que ayuden a crecer y crear empleo... en un clima favorable por sus problemas con Trump»
Para España las relaciones económicas futuras con China tienen una importancia estratégica muy destacada. De esta manera, el Banco Mundial recomienda seguir tres caminos: fomentar las exportaciones, en especial a Asia, que será la región del mundo donde veremos un mayor crecimiento; ir a un modelo que prime más la innovación, la educación y la tecnología; y evitar déficits fiscales que superen el 3% del PIB, reduciendo el gasto público. En este sentido, los Presupuestos Generales del Estado enviados por el Gobierno español no cumplen esta tercera vía.
El modelo de crecimiento futuro se basará en fomentar la exportación. En estos momentos, el tráfico comercial español hacia China apenas representa un 3,5% del total, frente a un 10% en Europa, un 20% en Alemania y un 32% en América Latina.
Con una clase media china creciente, que pasará de 200 millones hoy a 500 millones en 20 años, es obvio que debemos aprovechar ese potencial mercado de exportación.
Una segunda vía pasa por atraer turistas chinos a España. Una tendencia creciente que ya se está consolidando, teniendo en cuenta, además, que el turista chino no es de sol y playa, sino de «shopping» y fútbol. Y como valor añadido, que gasta unos 300 euros al día, lo que contrasta con los 90 euros diarios de un alemán o un inglés. Todo ello unido, asimismo, al Brexit, que, previsiblemente, bajará la afluencia de turistas británicos al país por la probable depreciación de la libra esterlina.
Relacionado con ello, la posibilidad de invertir en China puede definirse como interesante, siempre en alianza con empresas autóctonas, en áreas como la alta velocidad ferroviaria e infraestructuras –autovías, puentes, aeropuertos, puertos y energías limpias, donde España tiene ven- tajas comparativas–. Pero, sin duda, lo más atractivo es cautivar las inversiones chinas que ayuden a España a crecer y a generar empleo. Y esto se da en un contexto económico favorable debido a los problemas de China con los Estados Unidos de Trump.
En efecto, se puede aprovechar la relación comercial de China con América Latina, en la que España puede actuar como puerta de enlace. Aunque las inversiones chinas han crecido mucho en España en los últimos cinco años, aún somos, con datos del Banco Mundial, los octavos en Europa en recibir esas inyecciones de capital del país asiático.
Por otra parte, un área donde China apuesta con fuerza en África y América Latina es en la compra de empresas alimentarias y de minerales asociados a la energía. Claro, deben prepararse para sustentar en unos años a 500 millones de personas de clase media y asegurarles electricidad, incluso en las zonas rurales.
En consecuencia, es posible que en el futuro China se centre en invertir en España en el sector alimentario, donde el país destaca por su fortaleza. Y aunque las encuestas dicen que el ciudadano español tiene cierto rechazo a la inversión de este país asiático, los gobiernos, empresarios y economistas lo ven con buenos ojos para crecer más y crear empleo. Por ahora, los sectores donde más dinero ha puesto China han sido el inmobiliario, el de energías limpias y el fútbol.
Dado que China tiene financiación de organismos multilaterales, es capital fomentar nuevas inversiones que permitan aumentar nuestra productividad. Incluso, la reciente confirmación de que el español se enseñará en sus escuelas abre también nuevas oportunidades de acercamiento de ambos pueblos y fomenta un mejor entendimiento cultural.
Un tema delicado, sin embargo, es la normativa que prepara la Comisión Europea para controlar inversiones futuras chinas y rusas en el Viejo Continente. Aunque es un tema político, es entendible que cubra ámbitos como los medios de comunicación, defensa y seguridad informática. Sin embargo, sería negativo extender esta regulación a excesivos sectores, ya que la inversión extranjera beneficia al país receptor y aumenta su crecimiento portencial. En resumen, se dan las condiciones económicas para ampliar nuestras relaciones comerciales con China.