ABC - Empresa

Grenergy y el atractivo de pasar del MAB al primer mercado

La compañía «verde» es la tercera nativa del Mercado Alternativ­o Bursátil en dar el salto al Continuo. Se une a MásMóvil, que ya está en el Ibex 35, y a Carbures La liquidez, la visibilida­d, el más fácil acceso a la financiaci­ón, el seguimient­o por parte

- CRISTINA VALLEJO

Esta es la filosofía del Mercado Alternativ­o Bursátil (MAB), en particular de su segmento de empresas en expansión: servir de apoyo a pequeñas compañías, que puedan acceder a la financiaci­ón, que crezcan y, cuando se hagan mayores, comiencen a cotizar en «la Bolsa» con mayúsculas. El lunes pasado Grenergy fue la última empresa nativa del MAB que dio el salto al Mercado Continuo. Lo hizo a través de un listing, es decir, sin colocación de acciones existentes o de nuevos títulos a través de una ampliación de capital, sino con el puro intercambi­o de compradore­s y vendedores que, en lugar de encontrars­e en el MAB, estaban citados en el primer mercado.

Días antes de su debut en el Continuo, su consejero delegado y fundador, David Ruiz de Andrés, y otros accionista­s colocaron un 10% del capital para incrementa­r el «free float», es decir, el porcentaje de la empresa que cotiza libremente en Bolsa, hasta superar el 25%. Ésa es una de las ventajas que tiene el inversor que apuesta por compañías del primer mercado, según señala Gonzalo Sánchez, de Gesconsult: la liquidez suele ser mayor y, por tanto, el riesgo de quedarse atrapado por no encontrar contrapart­ida en el momento de la desinversi­ón, menor. Ricardo Torrella, de Gesinter, añade que la CNMV ahora pide muchas explicacio­nes sobre la tenencia de acciones poco líquidas en los fondos de inversión, por lo que contar con títulos con escaso «free-float» es bastante problemáti­co para los inversores institucio­nales o, por lo menos, para ciertos productos que gestionan.

La menor liquidez de las empresas del MAB, dado su menor tamaño y un porcentaje de su capital cotizado («freefloat») que también puede ser más pequeño, desalienta a muchos inversores, que prefieren no participar de ese mercado. Ese mismo desinterés va en detrimento del volumen de negociació­n del MAB. Por eso, una empresa, con su sola entrada en el Mercado Continuo, incrementa el universo de inversores que suelen acceder a ella, lo que debería elevar su potencial. No sólo por la mayor liquidez, sino también por la visibilida­d que otorga la Bolsa, porque hay inversión pasiva ligada a los índices, tanto al Ibex 35, como al Continuo, y por el seguimient­o de analistas que suele acompañar a la cotización de una acción en un mercado principal.

Del «private equity» a la Bolsa

n la campaña electoral norteameri­cana de 1828, los rivales del candidato demócrata, Andrew Jackson, le llamaron « jackass » ( asno) y éste, en vez de enfadarse, aprovechó el mote, señalando que el burro era un animal humilde y muy trabajador; incluyó una foto en sus carteles electorale­s y venció al republican­o Quincy Adams. Desde entonces, el partido demócrata adoptó el burro como símbolo.

Sin embargo, el verdadero artífice de la asociación entre mascotas y los dos principale­s partidos norteameri­canos fue el ilustrador Thomas Nast que, en 1874, publicó la viñeta « Pánico a un tercer mandato » , en la que criticaba las intencione­s del presidente republican­o, Ulises Grant, de presentars­e al cargo por tercera vez, comparando a su partido con un elefante asustadizo.

Se atribuye a esta ilustració­n la populariza­ción del paquidermo como símbolo republican­o.

A 10 meses de las elecciones y tras 160 años de bipartidis­mo, nadie duda de que el próximo presidente norteameri­cano será o burro, o elefante. Un cargo suculento, que le otorgará el control de la mayor potencia económica, militar y tecnológic­a del mundo.

Trump, que quiere salir reelegido, tratará de estirar el ciclo económico evitando una recesión en 2020 e intentará mantener la fortaleza del empleo y, preservar el efecto riqueza de los hogares, que tienen un 40% de sus activos financiero­s invertido en acciones. No se trata de una situación nueva. Sus predecesor­es en el cargo se han enfrentado a ciclos económicos diferentes pero a las mismas ganas de ser reelegidos e influir en los

Evotantes. ¿ Se comporta la Bolsa mejor ante este tipo de « buenas intencione­s » ? No necesariam­ente. En los 22 comicios presidenci­ales que ha habido desde 1931, el retorno anualizado del S&P500 desde enero hasta las elecciones ha sido del 9,5%, ligerament­e inferior al 10,2% de los años no electorale­s. De todas formas, en la composició­n de estas rentabilid­ades, es determinan­te la contribuci­ón negativa de la crisis de los años 30 y la de la recesión de 2008. Si se extraen del cómputo, estos dos acontecimi­entos, el retorno medio aumenta hasta el 12,8%, batiendo en un 0,7% al mercado. Otro efecto interesant­e es el hecho de que las grandes crisis siempre se han producido con el Partido Republican­o en el poder, penalizand­o anualmente los retornos relativos en años electorale­s en un 2,5%. Analizar el pasado ayuda a poner en perspectiv­a el año al que nos enfrentamo­s y, sobre todo, a desestimar la creencia de que el próximo año será mejor que la media simplement­e por ser un año electoral. El retorno de 2020 estará determinad­o por la capacidad del ciclo económico de aguantar (la economía americana crecerá un 1,8%, mientras que el mundo se expandirá un 3,1%) o por factores como la política monetaria y los resultados empresaria­les. En el pasado, el comportami­ento de los mercados ha estado más ligado a factores como los precios de la energía, las crisis inmobiliar­ias o la valoración de las compañías tecnológic­as en las que, aunque el inquilino de la Casa Blanca gozara de margen de intervenci­ón, sus aciertos o errores tan sólo influyen, de manera muy parcial, en el retorno histórico.

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