Grenergy y el atractivo de pasar del MAB al primer mercado
La compañía «verde» es la tercera nativa del Mercado Alternativo Bursátil en dar el salto al Continuo. Se une a MásMóvil, que ya está en el Ibex 35, y a Carbures La liquidez, la visibilidad, el más fácil acceso a la financiación, el seguimiento por parte
Esta es la filosofía del Mercado Alternativo Bursátil (MAB), en particular de su segmento de empresas en expansión: servir de apoyo a pequeñas compañías, que puedan acceder a la financiación, que crezcan y, cuando se hagan mayores, comiencen a cotizar en «la Bolsa» con mayúsculas. El lunes pasado Grenergy fue la última empresa nativa del MAB que dio el salto al Mercado Continuo. Lo hizo a través de un listing, es decir, sin colocación de acciones existentes o de nuevos títulos a través de una ampliación de capital, sino con el puro intercambio de compradores y vendedores que, en lugar de encontrarse en el MAB, estaban citados en el primer mercado.
Días antes de su debut en el Continuo, su consejero delegado y fundador, David Ruiz de Andrés, y otros accionistas colocaron un 10% del capital para incrementar el «free float», es decir, el porcentaje de la empresa que cotiza libremente en Bolsa, hasta superar el 25%. Ésa es una de las ventajas que tiene el inversor que apuesta por compañías del primer mercado, según señala Gonzalo Sánchez, de Gesconsult: la liquidez suele ser mayor y, por tanto, el riesgo de quedarse atrapado por no encontrar contrapartida en el momento de la desinversión, menor. Ricardo Torrella, de Gesinter, añade que la CNMV ahora pide muchas explicaciones sobre la tenencia de acciones poco líquidas en los fondos de inversión, por lo que contar con títulos con escaso «free-float» es bastante problemático para los inversores institucionales o, por lo menos, para ciertos productos que gestionan.
La menor liquidez de las empresas del MAB, dado su menor tamaño y un porcentaje de su capital cotizado («freefloat») que también puede ser más pequeño, desalienta a muchos inversores, que prefieren no participar de ese mercado. Ese mismo desinterés va en detrimento del volumen de negociación del MAB. Por eso, una empresa, con su sola entrada en el Mercado Continuo, incrementa el universo de inversores que suelen acceder a ella, lo que debería elevar su potencial. No sólo por la mayor liquidez, sino también por la visibilidad que otorga la Bolsa, porque hay inversión pasiva ligada a los índices, tanto al Ibex 35, como al Continuo, y por el seguimiento de analistas que suele acompañar a la cotización de una acción en un mercado principal.
Del «private equity» a la Bolsa
n la campaña electoral norteamericana de 1828, los rivales del candidato demócrata, Andrew Jackson, le llamaron « jackass » ( asno) y éste, en vez de enfadarse, aprovechó el mote, señalando que el burro era un animal humilde y muy trabajador; incluyó una foto en sus carteles electorales y venció al republicano Quincy Adams. Desde entonces, el partido demócrata adoptó el burro como símbolo.
Sin embargo, el verdadero artífice de la asociación entre mascotas y los dos principales partidos norteamericanos fue el ilustrador Thomas Nast que, en 1874, publicó la viñeta « Pánico a un tercer mandato » , en la que criticaba las intenciones del presidente republicano, Ulises Grant, de presentarse al cargo por tercera vez, comparando a su partido con un elefante asustadizo.
Se atribuye a esta ilustración la popularización del paquidermo como símbolo republicano.
A 10 meses de las elecciones y tras 160 años de bipartidismo, nadie duda de que el próximo presidente norteamericano será o burro, o elefante. Un cargo suculento, que le otorgará el control de la mayor potencia económica, militar y tecnológica del mundo.
Trump, que quiere salir reelegido, tratará de estirar el ciclo económico evitando una recesión en 2020 e intentará mantener la fortaleza del empleo y, preservar el efecto riqueza de los hogares, que tienen un 40% de sus activos financieros invertido en acciones. No se trata de una situación nueva. Sus predecesores en el cargo se han enfrentado a ciclos económicos diferentes pero a las mismas ganas de ser reelegidos e influir en los
Evotantes. ¿ Se comporta la Bolsa mejor ante este tipo de « buenas intenciones » ? No necesariamente. En los 22 comicios presidenciales que ha habido desde 1931, el retorno anualizado del S&P500 desde enero hasta las elecciones ha sido del 9,5%, ligeramente inferior al 10,2% de los años no electorales. De todas formas, en la composición de estas rentabilidades, es determinante la contribución negativa de la crisis de los años 30 y la de la recesión de 2008. Si se extraen del cómputo, estos dos acontecimientos, el retorno medio aumenta hasta el 12,8%, batiendo en un 0,7% al mercado. Otro efecto interesante es el hecho de que las grandes crisis siempre se han producido con el Partido Republicano en el poder, penalizando anualmente los retornos relativos en años electorales en un 2,5%. Analizar el pasado ayuda a poner en perspectiva el año al que nos enfrentamos y, sobre todo, a desestimar la creencia de que el próximo año será mejor que la media simplemente por ser un año electoral. El retorno de 2020 estará determinado por la capacidad del ciclo económico de aguantar (la economía americana crecerá un 1,8%, mientras que el mundo se expandirá un 3,1%) o por factores como la política monetaria y los resultados empresariales. En el pasado, el comportamiento de los mercados ha estado más ligado a factores como los precios de la energía, las crisis inmobiliarias o la valoración de las compañías tecnológicas en las que, aunque el inquilino de la Casa Blanca gozara de margen de intervención, sus aciertos o errores tan sólo influyen, de manera muy parcial, en el retorno histórico.