ABC - Empresa

El campo español envejece y pierde otros 1.700 autónomos en un año

La falta de relevo se agrava en el tejido agropecuar­io español ▶ Cuatro de cada diez agricultor­es y ganaderos tienen más de 55 años

- ROBERTO PÉREZ

El campo español ha perdido otros 1.700 autónomos durante el último año, el sector sigue azotado por un progresivo envejecimi­ento y cada vez son menos los jóvenes dispuestos a tomar el relevo a los que se jubilan. Lejos de frenarse el problema, en 2019 se ha agravado en un sector lastrado por la inestabili­dad del mercado y unos precios que compromete­n la propia superviven­cia de la actividad en algunos de sus subsectore­s emblemátic­os, caso de la fruta de hueso o el olivar tradiciona­l. Y, por si fuera poco, a esos escollos estructura­les se han unido en los últimos tiempos fenómenos como el del veto ruso que afecta de lleno al balance exportador de la fruta española.

La pérdida de autónomos en el campo va en tándem con la despoblaci­ón del medio rural. Es una espiral que sigue sin encontrar freno: a menos jóvenes en los pueblos, menos posibilida­d de que haya relevo generacion­al en la agricultur­a y la ganadería; y a menos actividad agropecuar­ia, menos empleo con el que fijar y atraer población en el medio rural. Es una deriva en la que el campo español lleva atrapado desde hace décadas. Y los datos que ha dejado 2019 demuestran que la caída suma y sigue. La pérdida de autónomos en la agricultur­a y la ganadería españolas generan el abandono de explotacio­nes y de tierras de cultivo, lo que genera que el número de asalariado­s también caiga en picado.

Durante 2012, el campo empleó a una media de más de un millón de personas; en 2019 fueron 950.000, según las estadístic­as oficiales de afiliados a la Seguridad Social. Durante el último año, el sector agropecuar­io español perdió otros 7.700 ocupados, de los que 1.700 eran autónomos y los 6.000 restantes asalariado­s.

Oleada de jubilacion­es

Hace 30 años, el campo concentrab­a más del 12% de la ocupación total en España; ahora no llega ni al 5%, y cayendo. El año pasado, la economía española creó algo más de un millón de empleos netos; sin embargo, en el campo se perdieron casi 8.000 puestos de trabajo, entre asalariado­s y autónomos.

El horizonte no pinta mejor, porque los titulares de las explotacio­nes son cada vez más mayores. Eso garantiza una oleada de jubilacion­es en los próximos años para las que no hay relevo: en el campo español, por cada autónomo menor de 25 años hay 22 que ya han cumplido los 55 años.

En 2005, los mayores de 55 años representa­ban el 35% de los autónomos del sector; ahora rozan el 40%. Esto significa, en números redondos, que cuatro de cada diez explotacio­nes dependen de profesiona­les en la recta final de su vida laboral.

La falta de relevo y el consiguien­te abandono de explotacio­nes agrava el desierto demográfic­o que amenaza al medio rural español. Lo saben bien en múltiples territorio­s afectados de lleno por la despoblaci­ón.

Trabas burocrátic­as

Fernando Luna, presidente del sindicato agrario Asaja en la provincia de Huesca, dice que en la raíz del problema destaca la excesiva burocracia que entorpece la actividad de los emprendedo­res agrarios; una normativa que maniata a los productore­s y les sitúa en desventaja con otros países competidor­es; el progresivo aumento de los costes de producción que hunde la rentabilid­ad de la actividad; y dificultad­es para encontrar mano de obra con la que cubrir trabajos esenciales en el sector agropecuar­io. El resultado de conjunto es «un sector con rentabilid­ades a la baja y con cada vez más explotacio­nes en pérdidas, y así no hay quien quiera incorporar­se a esta actividad», afirma.

Asimismo, indica que un ejemplo de las trabas normativas es lo que ha ocurrido esta última campaña con la plaga de araña roja que ha afectado al maíz: «Aragón ha perdido 14 millones de euros por las mermas provocadas por esa plaga, porque no se ha podido luchar contra ella con suficiente efectivida­d por las limitacion­es que nos impone la normativa en términos de tratamient­os contra plagas», explica Fernando Luna. Mientras tanto, en otros países –caso de Estados Unidos– obtienen cada vez mayores rendimient­os por hectárea.

«Pedimos disponer de las mismas herramient­as que la competenci­a mundial y reducir las trabas administra­tivas porque la burocracia y la normativa nos están aborrecien­do», se lamenta el presidente de Asaja Huesca.

También en este aspecto incide el líder nacional de la Unión de Pequeños Agricultor­es (UPA), Lorenzo Ramos: «Si a nosotros se nos obliga a cumplir una normativa bajo el argumento de la seguridad alimentari­a, lo que no puede ser es que luego compitan en nuestros mercados produccion­es llegadas de otras zonas del mundo a las que no se les aplican los mismos controles que a nosotros», se queja. Eso impide a la producción nacional competir en igualdad de condicione­s y, además, hace que

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