De vuelta a la rigidez del mercado laboral
Casi entre campanada y campanada, de tapadillo, sin admitir preguntas de los periodistas, hemos conocido el programa de gobierno firmado entre PSOE y Podemos que, como nos imaginábamos, no tiene desperdicio. Si a ese acuerdo sumamos las cesiones al PNV a cambio de su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez, y los pagos por los apoyos de canarios o turolenses, tendremos una imagen bastante fidedigna de lo que nos espera en la complicada legislatura que es posible que estrenemos el próximo martes.
Uno de los puntos más polémicos del acuerdo, cuya aplicación frenó la ministra de Economía, Nadia Calviño, en la pasada legislatura, es la derogación de la esencia de la reforma laboral que el Ejecutivo de Rajoy aprobó nada más llegar a Moncloa en el año 2012. El documento pactado propone recuperar la ultraactividad de los convenios colectivos, de modo que si a la hora de su renovación, empresarios y sindicatos no llegan a un acuerdo, el antiguo se mantendrá vigente. En épocas de crisis, como la que acabamos de vivir en España, esta rigidez es muy perjudicial para las empresas, pero fundamentalmente para el empleo, ya que los sindicatos no tendrán ninguna prisa por negociar un nuevo convenio que empeore las condiciones de los trabajadores, con lo que se puede complicar adaptarse a situaciones difíciles. Lo vivimos en los años 20092010, cuando la rigidez laboral del momento hacía más fácil despedir, o cerrar empresas, que bajar sueldos o cambiar los cometidos de los trabajadores para adaptarse a las nuevas necesidades.
Además, se recupera la primacía del convenio sectorial sobre los de empresa, haciendo así más difícil que cada compañía adapte las condiciones laborales de sus empleados a su situación económica concreta. En resumen, se trata de ir por el camino contrario al que recomienda la ortodoxia económica, y los principales organismos internacionales, incluida la Comisión Europea, que ya ha advertido en varias ocasiones contra la supresión de la reforma laboral. Se apuesta, por tanto, por la rigidez frente a la flexibilidad, lo que no parece el camino más adecuado para acabar con la dualidad del mercado de trabajo y su temporalidad.
Pero no queda ahí la cosa. En el pacto con Podemos se incluye también una nueva subida del salario mínimo, aunque en esta ocasión prometen negociarlo con los agentes sociales; control de los precios de los alquileres; subidas de impuestos a las empresas y las rentas altas; y un largo etcétera que merece muchos ríos de tinta.
Las cifras
Durante el año más duro de la crisis, 2009, se destruyeron 1,2 millones de puestos de trabajo pero, eso sí, los salarios subieron un 2,5%. Las empresas, incapaces de ajustar salarios por la rigidez laboral, ajustaron empleo. Desde que en 2012 se aprobó la reforma laboral se han creado más de dos millones de empleos, según cifras de la EPA, al pasar de 17,8 millones a 19,8. El mercado de trabajo sigue teniendo problemas, su dualidad uno de los principales, pero no parece que las medidas pactadas entre PSOE y Podemos sean las más adecuadas para resolverlo.