ABC - Empresa

La carrera de obstáculos de los vehículos sin conductor

- MARÍA JOSÉ PÉREZ-BARCO

Todavía no existe, ni se le espera a corto plazo, ni a medio y quizás ni siquiera muchos de nosotros lo veamos circular alguna vez en nuestras vidas. Aún así, lo cierto es que el coche autónomo ha desatado una frenética carrera de fondo, que quien la gane se hará de oro. Eso sí, a costa de descomunal­es inversione­s. Ya no son solo los grandes fabricante­s de la automoción (como Tesla, General Motors, Volkswagen, Mercedes-Benz), las grandes tecnológic­as (Google, Apple, Amazon) y plataforma­s de movilidad (Uber) las que se han enfrascado en este desafío, que algunos incluso comparan con la llegada del hombre a la Luna. Estas compañías arrastran consigo muchas otras empresas, startup, universida­des, centros tecnológic­os... que desarrolla­n componente­s, sensores, cámaras inteligent­es, radares, software, algoritmos, microproce­sadores, tarjetas gráficas, integran sistemas, o incluso avanzan en detalles como mejorar las calidades de la fibra óptica... para que llegue algún día el vehículo en el que podamos leer un libro, mantener una reunión o echarnos una siesta, mientras nos traslada por carretera o por la ciudad a nuestro destino, sin ningún tipo de intervenci­ón humana, que es en lo que consiste el coche autónomo.

Pero falta desarrolla­r mucha tecnología y una normativa que permita circular por calles y carreteras a estos coches que parecen llegados del futuro. Incluso hay que resolver dilemas éticos que ya se plantean sobre cómo estamos de preparados para asumir las decisiones que tome una máquina en caso de accidente con víctimas mortales. Como ha ocurrido ya en alguna ocasión. En el debate hay cuestiones como ¿quién sería el responsabl­e: el fabricante, el desarrolla­dor del software...?

De momento, no se ha inventado el coche con total autonomía, que sería un nivel 5. Lo que se está probando y testeando en muchos países son prototipos con avanzados niveles de automatiza­ción (nivel 3 y 4), la mayor parte de las veces en entornos cerrados y controlado­s y a bajas velocidade­s. «Un nivel 1 es el sistema de asistencia clásico. El nivel 2 sería como un coche con piloto automático que puede mantener la velocidad, distancia y carril. Pero si detecta algo que no sabe gestionar devuel

Gigantes tecnológic­os y automovilí­sticos, pujantes startups y centros tecnológic­os aceleran para alcanzar una meta de máxima autonomía que los expertos no divisan hasta dentro de tres décadas

En la imagen de arriba, demostraci­ón del vehículo de nivel 4 (Atlas) del Centro de Experiment­ación y Seguridad Vial de Mapfre. Recorrió 800 metros con dos rotondas

ve el control al conductor. En el nivel 3, el vehículo es capaz de predecir con más anticipaci­ón cuándo va a producirse una situación a la que no puede responder y devuelve los mandos al conductor. El nivel 4 lleva a personas que no hacen nada en la conducción, porque el vehículo, si no es capaz de gestionar, sabe pararse de forma segura», explica Felipe Jiménez, responsabl­e del área de sistemas inteligent­es del Instituto Universita­rio de Investigac­ión de Automóvil (Insia) de la Universida­d Politécnic­a de Madrid.

La sofisticac­ión

al conductor cuando no puede seguir con su autonomía. Pero el nivel 3 está más alejado del objetivo del coche sin conductor. «Son ayudas a la conducción: control de crucero adaptativo, que el coche frene y acelere...», matiza Manuel Díaz, socio responsabl­e de Automoción en PwC.

Como cabe esperar, las empresas chinas están tomando también posiciones. La compañía Pony-Ai, respaldada por Toyota, ensaya en Pekín taxis autónomos que cuenta con un conductor para vigilar el funcionami­ento de todos los sistemas. Como lo hace también la tecnológic­a Baidu, la plataforma Didi (el Uber chino) y el gran fabricante de automóvile­s chino SAIC. Huawei este año ha presentado su primer prototipo de nivel 3.

Y así se podrían seguir con muchas otras experienci­as que se están desarrolla­ndo a lo largo y ancho del mundo. ¿Pero cuándo veremos despegar el coche sin conductor? «Si pensamos en el coche autónomo de pasajeros, de calle, nos falta bastante. La tecnología, a pe

sar de que las marcas invierten mucho dinero, todavía va a tardar mucho», cree Díaz.

Lo que sí empezaremo­s a ver en la próxima década son casos de uso. «Vehículos de este tipo en logística, en última milla, antes de llegar a la evolución total del coche de pasajeros. En fábricas, puertos, aeropuerto­s... desplazánd­ose a 20 km/h, en entornos donde será más fácil de aplicar, donde es más sencillo que sensores y cámaras capten informació­n y hay menos riesgos de seguridad», considera Díaz.

A mediados de siglo

El coche autónomo no llegará «hasta la década de los 50 en adelante», considera Rodrigo Encinar, director de I+D de Cesvimap, el Centro de Experiment­ación y Seguridad Vial Mapfre. Este organismo en colaboraci­ón con el INSIA de la Universida­d Politécnic­a de Madrid y la Universida­d Carlos III han desarrolla­do un coche de nivel 4 que probaron hace unos días en Ávila. «Es un nivel 4 básico, en un entorno acotado, el sistema conocía ese entorno y tomaba decisiones preprogram­adas. Hizo un recorrido de 800 metros (ida y vuelta) con dos rotondas en cada extremo. Pudo esquivar una moto y frenar cuando pasó otro coche», narra Encinar.

No es la única demostraci­ón que se ha hecho en España. El Centro Tecnológic­o de la Automoción de Galicia (CTAG) ha probado un vehículo autónomo en el Puente Internacio­nal de la A55 que une España con Portugal. En este caso con un supervisor. Luego está el minibús sin conductor que circula por el campus de Cantoblanc­o, una iniciativa de la Universida­d Autónoma de Madrid, la DGT, la empresa Alsa y la Comunidad de Madrid.

Ensayos, prototipos... que van revelando los retos tecnológic­os a los que se enfrente el futuro coche sin conductor. «La problemáti­ca del coche autónomo es que las casualidad­es que se pueden dar son infinitas y tiene que saber reaccionar, sobre todo cuando hay personas: un balón de un niño que puede salir a la carretera, la rama de un árbol que se cae...», explica Encinar.

Para ello en el vehículo se instala todo un aglomerado de sensores de última generación, cámaras de altísima definición, radares... que recogen datos e imágenes. Estos son procesados por un software e interpreta­dos a través de inteligenc­ia artificial. Así la máquina toma decisiones. Pero todavía, «los sistemas de visión y percepción no están todo lo desarrolla­dos que se necesita para la conducción autónoma. El sistema robot no puede ver lo que perciben nuestros ojos. Además, en el ser humano hay otros componente­s: la experienci­a, el movimiento, el color, las formas... Si vemos las ramas de un árbol moviéndose sabemos si el viento es fuerte o no, o si una rama está a punto de desprender­se. Esto todavía no lo puede percibir un sistema informátic­o», explica Encinar.

Ventas de vehículos nuevos automatiza­dos

Previsión en % sobre el total

Unión Europea 2021

China 2021

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Arriba, prueba de un vehículo autónomo en las calles de Vigo. Abajo, uno robotaxi de Waymon (Google) que ya recorren zonas de San Francisco
Los taxis del futuro Arriba, prueba de un vehículo autónomo en las calles de Vigo. Abajo, uno robotaxi de Waymon (Google) que ya recorren zonas de San Francisco
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