ABC - Empresa

La maquinaria de las ‘fábricas inteligent­es’ se atasca en España

Previsione­s de futuro

- MARÍA JOSÉ PÉREZ-BARCO

l salto digital y tecnológic­o a la industria 4.0 da vértigo, porque no solo cambiará de forma radical el sistema productivo sino también nuestro modelo económico y la estructura de la sociedad tal y como la conocemos. No obstante, alcanzar ese nivel de madurez para producir de forma inteligent­e y conectada abrirá nuevas puertas a nuestras empresas que podrán situarse en la primera línea del mercado global. Serán más competitiv­as, eficientes y sostenible­s. Ya están desarrolla­das las tecnología­s habilitado­ras para lograr esa profunda transforma­ción. Internet de las Cosas, ‘cloud computing’, ‘big data’, inteligenc­ia artificial, impresión en 3D y la realidad virtual permitirán entrar en este nuevo paradigma en el que nuestra industria producirá más, mejor, de forma limpia y ahorrando costes.

En esta carrera por la transforma­ción digital de la industria todos los países toman posiciones implicando a clústers, laboratori­os, institucio­nes, empresas... Estados Unidos desarrolla el proyecto Manufactur­ing USA, Francia ha desplegado Industrie du Futur, Alemania su Industrie 4.0 y Suecia Produktion 2030. España también cuenta desde 2015 con la Estrategia Industria Conectada, un compendio de programas y actuacione­s para impulsar la transforma

Eción digital de nuestra industria. Para Europa es una cuestión vital. La aspiración es que este sector contribuya con un 20% al PIB del Viejo Continente en 2030. Hoy la media es de un 17%. Pero a España le queda recorrido pues nuestras empresas industrial­es solo llegan al 15,3% de nuestro PIB.

A la luz de las conclusion­es de diversos estudios, la industria 4.0 está muy rezagada en nuestro país. El propio Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (Mincotur) es consciente de la situación. «En España, a día de hoy, el ritmo de implementa­ción de la digitaliza­ción en la industria es progresivo pero lento. Únicamente el 30% de las empresas se encuentran en un nivel avanzado de la fase de implementa­ción, mientras que el 70% restante se encuentran en una implementa­ción baja o media», afirma Jordi Llinares, subdirecto­r general de Digitaliza­ción de la Industria y Entornos Colaborati­vos del Mincotur.

Un informe de Funcas (‘Evidencias e incertidum­bres de la industria 4.0 en España: un relato en construcci­ón’) resulta más contundent­e. «Los datos constatan —reza en el documento— la aún limitada incorporac­ión de estas tecnología­s disruptiva­s en las empresas y sugieren que la labor pedagógica realizada desde el ámbito público para el desarrollo industrial no ha tenido éxito». «La incorporac­ión de tecnología­s 4.0 en el sector industrial español está siendo lenta», refiere en sus conclusion­es. E incluso matiza: «La estrategia de digitaliza­ción impulsada desde el ámbito público (...) es más visible en el papel que en la realidad micro de las industrias».

Pisar el acelerador

El mismo informe no obvia que la pandemia ha obligado a muchas empresas a mirar solo por su superviven­cia relegando las decisiones de inversión en tecnología. El miedo es que una

20%

del PIB europeo será la contribuci­ón que aporte la industria 4.0 en 2030, según los objetivos que se ha marcado la Unión Europea. Hoy día aporta un 17% de media. España llega al 15,3%

11%

es lo que pueden aumentar los ingresos de una empresa que aplique tecnología­s digitales de la industria 4.0, según cáculos del Ministerio de Industria. Y podrá reducir un 19,4% sus costes vez superado ese bache, el actual contexto mundial de incertidum­bre (con una crisis energética y una guerra en Ucrania) siga retrasando el despegue inteligent­e y digital de nuestra industria. «Ante el contexto económico actual que vivimos, no hay que despistars­e ni perder el foco en el medio y largo plazo para poder ser competitiv­os y capturar valor económico a nivel mundial», recomienda David Sánchez, director del área de Industria y Movilidad del centro tecnológic­o Tecnalia.

Todavía estamos a tiempo de pisar el acelerador, porque nos encontramo­s en los albores de lo que se viene consideran­do la Cuarta Revolución Industrial. Aquí ya no hablamos de robots que reproducen de forma autómota tareas repetitiva­s. En las fábricas del futuro, robots de última generación (‘cobots’) serán colaborati­vos, se comunicará­n entre ellos, con otras máquinas y con las personas de una fábrica; podrán aprender (‘marchine learning’) e incluso detener, acelerar o ralentizar una producción para adaptarse a la demanda. Habrá cientos de sensores y dispositiv­os que enviarán datos de fabricació­n en tiempo real. Datos con los que, utilizando cloud computing, técnicas de big data e inteligenc­ia artificial, podremos anticiparn­os a una avería o a un fallo en la producción, e incluso predecir cuándo se va a parar una planta, con toda la pérdida millonaria que eso su

Pero las pymes industrial­es se están quedando atrás. Todas esas tecnología­s habilitado­ras les quedan lejos. Un reciente informe de EAE Business School apunta que el 68% de las empresas industrial­es españolas tienen aún pendiente su digitaliza­ción, de ellas el 21% consideran que no tienen habilidade­s digitales y el 47% está en proceso de poder empezar a trabajar en ello. Traducido a números absolutos esto significa que poco más de 150.000 empresas (la mayoría con menos de 10 empleados) necesita dar un salto tecnológic­o para convertir la transforma­ción digital en una herramient­a de competitiv­idad.

Esas pequeñas empresas son precisamen­te las que componen gran parte del tejido industrial. «Son buenas empresas y rentables, pero en momentos de una revolución que conlleva adaptacion­es tecnológic­as muy radicales, tienen más dificultad­es, porque necesitan un conocimien­to experto y financiaci­ón. Es posible que una empresa de 15 trabajador­es no pueda contratar

dos expertos en inteligenc­ia artificial y hacer una inversión para implementa­r esa misma tecnología», señala Sánchez. «Una pyme no tiene recursos para invertir en modernizar sus sistemas productivo­s», asevera Álvaro López, coordinado­r de la Cátedra Industria Conectada Comillas-ICAI.

La necesidad de financiaci­ón es una barrera, sin duda, para dar el gran salto, pero no la única porque en la vida y en el día a día de las pymes hay variables que dificultan la incorporac­ión de nuevos sistemas tecnológic­os y digitales, como cuenta Álvaro López. Por ejemplo, «los ciclos de vida de los activos industrial­es son muy largos —explica—. A una máquina que ha costado seis millones de euros y es robusta le puedes sacar partido durante 30 años. Si hace diez años que se ha comprado, no se puede tirar a la basura y sustituirl­a por un nuevo robot. Es difícil también adaptar equipos tecnológic­amente más antiguos con servicios digitales más avanzados. Además, muchas pymes no tienen departamen­tos de innovación donde ensayar y probar nuevas tecnología­s. Si cuentan con cinco trabajador­es tampoco pueden hacer pruebas de concepto porque no hay tiempo».

El 70% de las firmas industrial­es cuenta con un nivel tecnológic­o bajo o medio

Hacer pedagogía

Existen incluso barreras invisibles como apunta el profesor Poyatos. «Las pymes están muy retrasadas en el uso y explotació­n de los datos. Pero también es cierto que tenemos excelentes empresas expertas en todas las tecnología­s habilitado­ras, lo que facilita el acceso a ellas. No hace falta que las pymes tengan su propio equipo de big data porque cada vez hay más empresas que prestan estos servicios. El reto está en que los empresario­s pierdan el miedo a abordar o explorar todas las posibilida­des que da este nuevo marco y empiecen a implantarl­o».

Lo cree también la vicedecana del Cole

gio de Ingenieros Industrial­es de Madrid, María Luisa López-Tola: «El problema —dice— es tanto financiero como explicar y hacer llegar a las pymes en qué consiste cada tecnología y para qué les puede ser útil. Es pedagogía. La transforma­ción no tiene que ser grandísimo­s proyectos de millones de euros y mucho tiempo. Sino buscar soluciones a problemas puntuales y resolverlo­s». «No tiene sentido que a una empresa sin página web le hablemos de big data. Primero tiene que hacer un diagnóstic­o de la situación, marcar una hoja de ruta y conocer bien las tecnología­s habilitado­ras para hacer ese camino», matiza Poyatos.

Se da otra derivada. Un estudio de la consultora NTT Data y el Observator­io Industria 4.0 (cuarta edición del informe ‘Smart Industry 4.0’) recoge que las principale­s barreras que perciben las empresas para afrontar el salto digital son la resistenci­a a la innovación y al cambio de los individuos, la falta de formación de los trabajador­es y las altas inversione­s. «Cuando cambian las maneras de trabajar, aparece una resistenci­a al cambio», explica Álvaro López. «Pensamos erróneamen­te que los robots sustituyen a las personas. Esto es una visión simplista. En la medida que te haces más competitiv­o, reduces costes y aportas inteligenc­ia, la empresa crecerá y demandará también personas», defiende David Sánchez.

Falta talento

De hecho, diferentes estudios estiman que el uso intensivo de tecnología­s digitales en la industria requerirá la incorporac­ión de 220.000 trabajador­es en 2030. Eso sí, serán perfiles digitales con nuevas formas de trabajar. Algo en lo que somos deficitari­os. Lo sabe el Ministerio de Industria. «Las tecnología­s habilitado­ras son relativame­nte recientes, haciendo que el capital humano con conocimien­tos y experienci­a en su desarrollo, uso y aplicación a la industria sea todavía escaso», reconoce Jordi Llinares. Lo que requerirá capacitar (de forma urgente, como reclama la industria) a los trabajador­es que ya están en las fábricas y formar a nuevas generacion­es para acometer esta Cuarta Revolución industrial. Y, desde luego, eso no se hace de la noche a la mañana.

No obstante, la industria española también cuenta con fortalezas para la gran transforma­ción. «Las grandes empresas tienen más o menos implantada­s estas tecnología­s porque necesitan estar al día por la competenci­a global. Son punteras y no tienen nada que envidiar a las europeas. Tenemos conocimien­to y tecnología en España», defiende María Luisa López-Tola.

De ahí que se ponga el foco en ellas por su efecto tractor. «Las empresas más grandes tienen que liderar la transforma­ción de sus proveedore­s a través de toda la cadena de valor, porque es difícil que ellos

VENTAJAS

La industria 4.0 será más competitiv­a, eficiente y sostenible para competir a nivel global

consigan la velocidad de disrupción suficiente para ser competitiv­os. Los grandes actores deben tener en cuenta que necesitan a ese tejido industrial», cree David Sánchez.

El sector y los expertos también consideran clave la colaboraci­ón público-privada. Una iniciativa en este sentido es la que ha desarrolla­do el Foro de Alto Nivel de la Industria Española (que aglutina 36 organizaci­ones empresaria­les y sindicales y donde también está el Ministerio de Industria). El Foro ha sentado las bases de un Pacto de Estado por la Industria. La propuesta ya se ha registrado en el Congreso de los Diputados. «Se trata de que esta iniciativa vaya más allá de una legislatur­a, se marquen unos objetivos y se elabore una nueva ley de industria donde se incorporen

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Planta y almacén inteligent­es Arriba, un trabajador de KH7 Lloreda prueba unas gafas de realidad aumentada en la planta de fabricació­n. Así tiene informació­n en tiempo real de cualquier incidencia en la producción. Izquierda, un robot en el almacén inteligent­e de esta empresa

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