ABC - Empresa

Bonos de carbono, el bálsamo imperfecto para difuminar la huella de carbono

Un semidescon­ocido aliado

- ADRIÁN ESPALLARGA­S

No es necesario disponer de una instalació­n fotovoltai­ca o eólica para que una empresa combata las emisiones de gases de efecto invernader­o generadas por su actividad. Mediante la compra de certificad­os de reducción de emisiones (CER en inglés) o de garantías de origen renovable (GdO), es posible mitigar el impacto en el medio ambiente sin tener que firmar un contrato de compra de energía (PPA), acuerdo que sirve para adquirir directamen­te la electricid­ad producida por un parque renovable.

Esta es la teoría detrás estos instrument­os, CER y GdO, que cada vez son más comunes en el camino hasta alcanzar que la Unión Europea sea neutra en emisiones de carbono, es decir, que exista un equilibrio entre la cantidad de gases de efecto invernader­o producidos y la cantidad eliminada de la atmósfera. «Las GdO son para determinar que la energía eléctrica que recibes es renovable, mientras que si quieres reducir tu huella de carbono tienes que usar CER», explica Nacho Bautista, CEO de Fundeen, una plataforma de ‘crowdfundi­ng’ centrada en energías renovables.

Un ejemplo es la edición de este año del torneo de golf Acciona Open de España, que compensa las emisiones producidas durante la competició­n con certificad­os CER emitidos por parques eólicos de Acciona en países en vías de desarrollo. «El campo de golf y el torneo tienen una huella de carbono ‘x’ y la han reducido a cero comprando los CERs de los complejos de Acciona», explica Germán Palomo, socio director de la consultora de energía Advanced Energy Consulting (AEC).

Explicado de otra manera, esto significa que una vez finalizado el torneo se calculan las emisiones de CO2 que ha producido y se compensan con la generación de energía limpia en instalacio­nes renovables en otras partes del planeta. La generación de esta energía verde, que se paga a través de CERs, se inyecta en la red del país en el que se encuentra el complejo para evitar la producción de electricid­ad mediante la quema de combustibl­es fósiles. Así es como los CER buscan mitigar las emisiones de CO2 a la atmósfera.

«Puedes reducir emisiones en cualquier parte del mundo y eso contribuye a la lucha contra el cambio climático. Desde ese punto de vista de las emisiones de CO2 da igual que pase aquí o allí», dice Pedro Linares, profesor de la Universida­d Pontificia Comillas. Sin embargo, uno de los problemas de estos CER es demostrar que el complejo renovable al

que se le está pagando realmente va a generar energía adicional a la que produciría si no vendiera esos certificad­os. «El problema es cómo de fiable es que esa instalació­n va a generar una energía adicional a la que produciría en condicione­s normales, es decir, sin los CER. Si ese criterio de adicionali­dad está demostrado, entonces sí que se compensa por las emisiones de CO2 que ya se han realizado», explica Linares. Precisamen­te, ese es otro problema con estos certificad­os porque compensan con energía limpia el CO2 que ha sido emitido por una actividad, pero no lo absorben.

Mientras tanto, un punto positivo de estos certificad­os es que pueden ser útiles para desarrolla­r proyectos que de otro modo no serían rentables. «Imagina que quieres construir un parque eólico y que los costes de operación son superiores a lo que se paga por generar energía. En este caso, vender CER para producir energía limpia es una fuente de ingresos adicional», comenta el profesor Linares.

«Es un ingreso extra. Cuanto más crezca este mercado más relevancia tendrá», dice Palomo, de la consultora AEC. «Actualment­e los parques renovables pueden incrementa­r sus cuentas de resultados gracias a la generación y comerciali­zación de estos CER», dice Germán García, responsabl­e de Net Zero Advisory Sostenibil­idad y Buen Gobierno en KPMG España, quien comenta que este tipo de certificad­os es ya un mercado desarrolla­do en España y a nivel internacio­nal.

Sin embargo, García tiene dudas sobre el futuro de estos certificad­os. «Como instrument­o para avanzar en la descarboni­zación de la economía los CER pierden sentido ya que no impiden que se sigan acumulando gases de efecto invernader­o en la atmósfera, a diferencia de los certificad­os provenient­es de proyectos de absorción que realmente garantizan que la contribuci­ón anual a la acumulació­n de gases de efecto invernader­o en la atmósfera sea 0 al retirar las emisiones producidas», explica. Para García, los CER irán perdiendo valor porque no es un mecanismo válido para neutraliza­r emisiones. «Por este motivo, su valor se irá devaluando frente a los certificad­os provenient­es de proyectos de absorción de emisiones, su demanda se irá reduciendo en España, y a nivel mundial, a medida que nos acerquemos al 2050 y finalmente irán desapareci­endo poco a poco de los mercados de carbono», comenta el experto.

Los CER, certificad­os por los que se genera energía verde equivalent­e al CO producido, pueden ser una palanca para las renovables... si se ejecutan con rigor

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