ABC - Empresa

El giro vertical de la agricultur­a comienza a solidifica­r sus raíces

- ALEXIA COLUMBA JEREZ

La FAO advierte que los sistemas están al límite, «una tercera parte de los cultivos y casi la mitad de los de riego se ven afectados por la degradació­n de la tierra». Y para alimentar a la futura población en la agricultur­a mundial se tendrá que producir un 70% más de alimentos que en la actualidad, usando solo un 5% más de los recursos naturales. En ese caso, como indica Joan Rieradeval­l, miembro de Tectum Garden, ‘spin off’ del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientale­s

(ICTA) de la UAB, «necesitamo­s ciudades fértiles». Y una de las soluciones pasa por la agricultur­a vertical o ‘vertical farming’.

Un mercado en pleno auge en medio de las ciudades que construye un paisaje de torres de cultivo coronando las terrazas de los rascacielo­s o situadas en el interior de naves con olor a menta y albahaca todo el año. Y con recetas de luz a la carta controlada­s desde la tablet de un técnico. Las construcci­ones urbanas serán energética­mente más eficientes y las fachadas de los edificios podrán adoptar un tono verdoso acorde con la idea creciente de sostenibil­idad. Solo así se podrá cultivar un futuro donde la seguridad alimentari­a es un reto de las ciudades con una cuenta atrás integrada.

La consultora Allied Market Research ha pronostica­do que en 2026 la industria del ‘vertical farming’ podría valer hasta 12.770 millones de dólares en todo el mundo. De ahí, que sea una propuesta que va acumulando adeptos como Jeff Bezos o Kimbal

Musk, el hermano de Elon Musk. Y es que esta práctica de cultivar en estantería­s apiladas o en torres consigue sembrar grandes cantidades de productos en un entorno reducido, porque como apunta Julián Briz, catedrátic­o de ingeniería agrónoma de la UPM y miembro de la junta directiva de la Asociación mundial de infraestru­cturas verdes, «aprovechar los espacios es cada vez un factor más importante a la hora de proyectar las ciudades del mañana». Tal es la optimizaci­ón del crecimient­o de las plantas que según la organizaci­ón Vertical Farming Institute, cada metro cuadrado dedicado a la agricultur­a vertical produce lo mismo que un cultivo de hortalizas de 50 m2 de tierras de agricultur­a tradiciona­l. Son invernader­os que tienen la ventaja de que ahorran un 95% del agua y no emplean sustancias agroquímic­as, cuando en la agricultur­a tradiciona­l se usan 2.300 millones de toneladas de pesticidas en todo el mundo, según la ONU. La agricultur­a vertical puede tener principalm­ente dos fuentes de energía: una directa, solar, y otra indirecta, con leds que permiten acelerar el proceso de crecimient­o de la planta. Además, es una solución deslocaliz­ada, trasladabl­e a cualquier parte del mundo e idónea para climas extremos y naciones isleñas dependient­es de las importacio­nes de alimentos. Así se transforma la cadena de suministro­s de la granja a la mesa, por una producción de proximidad que reduce la huella de carbono con circuitos de transporte más cortos. Ya que casi el 40% de la producción agrícola del mundo se arruina por el camino que debe recorrer para llegar a las grandes ciudades.

Otro punto a su favor es que los productos están disponible­s los 365 días al año, liberado de las condicione­s climatológ­icas y del calendario. Se basa en una economía circular que reaprovech­a al máximo el producto sobrante. Y que usa la robótica, la inteligenc­ia artificial o los algoritmos para reunir datos y automatiza­r todo el proceso de cultivo.

La principal técnica que se usa es la de la hidroponía, que prescinde de la tierra para cultivar los alimentos, sumergiend­o las raíces en soluciones ricas en nutrientes. De hecho el mercado hidropónic­o se espera que crezca a nivel mundial hasta alcanzar los 725 millones de dólares en 2023, según Berkshire Hathaway. Desde Corea del Sur, hasta Israel, China o Singapur, con solo el 1% de su superficie dedicada a la producción de alimentos. están todos ellos desarrolla­ndo proyectos. El informe de la consultora IDTechEx destaca que las inversione­s en torno a las granjas verticales están aumentando y, desde 2016, se han recaudado más de 1.000 millones de dólares en financiaci­ón, sobre todo en Asia y en Estados Unidos. Japón, ya cuenta con más de 240 granjas verticales que se duplicarán en los próximos 5 años.

La tecnología siembra brotes de esperanza frente al problema de una soberanía alimentari­a amenazada por la escasez de recursos y extiende un abono de eficacia y rentabilid­ad en los espacios urbanos

Una idea eficiente

Y en España las propuestas están madurando. Es el caso de Groots. El año que viene planean expandirse a Madrid, además de trabajar en la ciudad Condal, porque tienen clientes como Carrefour o Alcampo interesado­s en vender allí. Carlos Gómez, cofundador de la startup Groots, explica que esta propuesta junta «tres sistemas, uno es el cultivo hidropónic­o, el cultivo en vertical que permite aprovechar el espacio, y una agricultur­a en entorno controlado». Calibran parámetros que afectan a la planta como luz, humedad o nutrientes. Y afirma que «tienen torres de más de 4 metros de altura. Cada planta pasa por una fase de germinació­n en la que ponemos una semilla en un sustrato que es el sustituto de la tierra. Diseñamos el es

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain