La agricultura orgánica se consolida con un abono mixto de innovación y tradición
Tras casi duplicar la superficie cultivada en una década, los nuevos hábitos de consumo acercan el sector a su momento de madurez
Alimentos de máxima calidad que respetan el medio ambiente y conservan la fertilidad de la tierra gracias a un uso óptimo de los recursos naturales. Este es el resultado de un modelo de producción agrícola y ganadero ecológico que poco a poco se está asentando en España, aunque todavía son muchas las barreras que existen, entre ellas la de la falta de información. Una producción que debe ir acompañada por la comercialización y el consumo de estos productos en donde se observan grandes diferencias por países. Diego Granado, secretario general de Ecovalia (la asociación profesional española de la producción ecológica), habla de «un futuro halagüeño» para este sector. Tras un año 2022 de estancamiento (crecimiento del 3,5%), «se vuelve a una senda por encima del 5%», a pesar del impacto de la inflación, y son varios los motivos que permitirán el crecimiento. «En la sociedad, la conciencia medioambiental y de salud cada día es mayor y seguirá creciendo», indica Granado. Además, «las políticas de la UE siguen (por necesidad) dirigidas a una mayor ambición ambiental», añade. En España estamos en un consumo en torno al 3% del consumo alimentario total, «con un porcentaje tan bajo hay margen para crecer. El sector aspira a llegar a un 10% en 2030», puntualiza.
En el marco de la Unión Europea, Enrique Porta, socio responsable de Consumo y Retail de KPMG en España, resalta la creciente importancia de la agricultura biológica con una superficie dedicada a la producción ecológica que ha pasado de representar el 5,9% de la superficie agraria útil total de la UE en 2012 al 9,9% en 2021 (últimos datos disponibles). «La Comisión Europea, en su estrategia «De la Granja a la Mesa», se ha marcado como objetivo para 2030 que el 25% de las tie
El objetivo europeo es que el 25% de las tierras agrícolas se dediquen a este tipo de producción en 2023
rras agrícolas se destinen a producción ecológica», resalta. España es uno de los principales productores europeos en este ámbito, con una ratio del 10,8% de tierras agrícolas dedicadas a la producción ecológica y una superficie de 2,6 millones de hectáreas, que representa el 16% del total de la superficie europea. KPMG espera un aumento de la agricultura ecológica por una mayor demanda de estos productos una vez que «el consumidor es cada vez más consciente y sensible al impacto que tienen los alimentos en su salud y en la del planeta, dispone de más información y transparencia para evaluar estos atributos y muestra predisposición a elegir alternativas más saludables y/o respetuosas con el medioambiente».
Este contexto de consolidación y crecimiento se basa en pioneros proyectos empresariales fuertemente innovadores y con una visión diferencial. Un ejemplo es Flor de Doñana Biorganic, una de las primeras empresas agrícolas de Huelva en apostar por la agricultura orgánica y la única compañía de la comarca dedicada 100% al cultivo ecológico de berries. Situados junto al Parque Nacional de Doñana, producen al año alrededor de 3.000 toneladas de arándanos, fresas, frambuesas y moras en un área de 70 hectáreas. La zona de Huelva tiene muchas horas de luz, viento suave y humedad, «unas condiciones agroclimáticas buenas para el cultivo de las berries», recuerda Juan María Rodríguez Borrero, CEO de la compañía. Para el cultivo de estos frutos «utilizamos productos naturales que no generen ningún impacto en el entorno», comienza por explicar el responsable del proyecto. No esconde la dificultad que conlleva y que implica muchas veces perder un porcentaje importante de la producción.
«En este espacio hay una lucha biológica, una lucha indirecta de los insectos», indica Rodríguez. Por eso tratan de encontrar soluciones para que estos insectos dañen lo menos posible a los cultivos. Muchas veces se trata de ser ingenioso e ir probando con distintos métodos si bien buscan igualmente asesoramiento para conocer, por ejemplo, qué insectos se devoran unos a otros y acabar así con plagas.
Los meses de trabajo más intenso en Flor de Doñana son de diciembre a junio y en los días de más volumen se llegan a recoger 35 toneladas para lo que son necesarias 200 personas. «Se trata de una recolección manual y en el envase que llega al cliente final, es un trabajo laborioso», subraya el CEO. Además, se trata de frutos con una corta vida útil, como es el caso de la frambuesa o del arándano. Por eso todos los pasos deben estar muy bien definidos para que el producto llegue lo antes posible a su destino. «El 88% de nuestra producción lo vendemos fuera. Casi el 40% de las ventas van a Reino Unido y Suiza » , avanza Juan María Rodríguez. Además de ser un gran defensor de este tipo de agricultura en este espacio se recicla