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Nuevo enfoque investigador _
Uno de los retos del Ejecutivo andaluz es elevar el gasto en I+D+i público-privado al 2,2% del PIB en 2020, lo que implicaría una inversión anual de 3.500 millones de euros
L a elaboración de planes regionales referidos a Investigación y Desarrollo — el famoso binomio I+D— arranca en la Comunidad desde que Andalucía recibiera las competencias en materia científica y tecnológica, hace ya más de 30 años, recogiendo así lo establecido por el Estatuto de Autonomía.
Sin embargo, el tercer pilar de esta política (la innovación) no comienza a tomar velocidad de crucero hasta la primavera de 2004, cuando el entonces presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, crea ex profeso la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa. Según la Real Academia Española, innovación es la «creación o modificación de un producto y su introducción en un mercado». Y es ahí donde desde entonces los sucesivos gobiernos andaluces han insistido machaconamente: hay que tener la idea que nace del conocimiento científico, pero luego es necesario trasladarla a la empresa. No sirven los compartimentos estancos, sino los vasos comunicantes.
Y desde entonces no se ha cejado en el empeño, con mayor o menor éxito según el cristal con que se mire. Así, después de tres Planes Andaluces de Investigación (PAI), el Plan Director de Innovación y Desarrollo Tecnológico para Andalucía (Pladit) y el Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación (PAIDI) 2007-2013, el Gobierno andaluz sigue apostando por esta línea con un nuevo PAIDI 2020.
El borrador del documento se encuentra actualmente en fase de consulta pública (el texto está disponible en el portal www.paidi2020.es), medio por el que se recogerá hasta finales de noviembre las