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Al calor de la cultura
Andalucía va a cerrar 2017 con cifras de vertiginoso récord en lo que a su principal industria se refiere: el turismo. Las últimas estimaciones plantean un ejercicio histórico en el que se alcanzarán las 28
millones de visitas. Un incremento de nada menos que un 7 por ciento con respecto al año anterior. Para una comunidad necesitada de buenas noticias, pocas alegrías pueden superar a la confirmación de ser cada vez más tierra de acogida.
Es cierto que la situación de inestabilidad que viven los mercados competidores explica una buena parte de estos guarismos de éxito. Pero no se puede soslayar el esfuerzo que desde
Andalucía se está haciendo por profesionalizar el que constituye su mejor granero. Quedan retos importantes por mejorar, como la estacionalidad, pero la búsqueda de la excelencia para convertirse en destino de referencia hace tiempo que dejó de ser una entelequia gastada del discurso político para germinar en el pan de cada día que resume cada jornada de todos los actores dedicados al mundo del turismo en la región.
Entre los reclamos que ofrece Andalucía, la cultura ha sido siempre sin duda uno de los más pujantes. El vasto patri
monio que atesora, por fin puesto en el pedestal que merece en toda su plenitud más allá de sus principales monumentos, constituye toda una llamada para el viajero que quiera sumergirse en un legado de siglos. Esto no es nuevo, como demuestra el hecho de que la Alhambra granadina, faro para descubridores del alma andaluza desde aquellos peregrinos románticos del XIX, se haya consolidado en los últimos tiempos como el monumento más visitado de toda España.
Pero sí lo es el denuedo con el que las diferentes escalas administrativas de la comunidad se han planteado, cada una con sus circunstancias específicas, la necesidad de atraer a un segmento turístico interesante desde todos los puntos de vista. Pueden parecer frías, pero aportan calor. Las estadísticas que se manejan desde la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía señalan que siete millones de visitantes eligen la región cada año por motivos culturales. Se trata de un turista mayoritariamente nacional, pero no sólo. Entre los extranjeros destacan los británicos, alemanes y franceses. Y su impacto económico es notorio: el turista cultural gasta más
que la media de visitantes y su estancia se prolonga también un plazo mayor de tiempo. No es que aquí falte el sol. Pero como la oferta resulta independiente de las condiciones meteorológicas, representa un freno para esa estacionalidad que cierra hoteles de verano y fomenta la recepción de viajeros en meses de temporada baja. Un caramelo al que resultaría absurdo resistirse.
La oferta que en este sentido aporta Andalucía es difícilmente superable. A su vasta panoplia de yacimientos arqueológicos, monumentos y bienes culturales que sirven para explicar un rico pasado de puente entre culturas e imán de civilizaciones, se han ido añadiendo en los últimos tiempos una serie de propuestas expositivas con parangón exclusivo en las grandes urbes. Está el caso diáfano de Málaga, convertida ya por derecho en un universo museístico. Al Picasso, al frente como faro homenaje a su creador más genial, se le han añadido recientemente Thyssen, Pompidou o el Ruso. Y en las próximas semanas la apertura del Museo de Málaga, en la antigua Aduana, vendrá a cerrar el círculo virtuoso del arte en la capital costasoleña.
Pero es que además, a los atractivos habituales que uno sabe que siempre están ahí se les están uniendo interesantísimas apuestas temporales. Y el ejemplo más cautivador del momento es sin duda la muestra que este invierno confronta a Veláz
quez y Murillo en la Fundación Focus sevillana. Una excusa por sí sola para tomar el AVE y desembarcar en Santa Justa.
Es por ello que desde ABC hemos querido dedicar este número de Andalucía, Escapada de Invierno a dibujar un abanico de propuestas con la cultura como eje común. Recogiendo desde el valor patrimonial reconocido universalmente por la Unesco a las últimas y más vibrantes muestras contemporáneas. Todo ello, por supuesto, sin obviar los demás elementos de seducción indispensables para el viajero, como la gastronomía o las costumbres. Si Andalucía siempre constituye un puerto en el que recalar, este invierno y al calor de la cultura puede ser un refugio mucho más agradable. Sean bienvenidos una vez más.