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Un olivo ‘concebido’ en Córdoba para madurar antes y producir más

La Universida­d de Córdoba y la empresa Balam Agricultur­e presentan Sultana, la nueva variedad más resistente nacida después de estudiar 1.400 genotipos

- POR NATALIA ORTIZ

La colaboraci­ón entre empresas privadas y universida­des es clave para que los resultados de las investigac­iones se materialic­en en avances palpables.

Uno de los mejores ejemplos de esto es el programa de mejora genética de Balam Agricultur­e y la Universida­d de Córdoba ha alcanzado el primer resultado comercial tras el estudio de más de 1.400 genotipos.

La variedad de olivar Sultana, que tan solo la empresa cordobesa Balam podrá comerciali­zar y multiplica­r en los próximos treinta años, promete «revolucion­ar» el sector del olivar en seto, la tipología de olivar moderno que se caracteriz­a por unos olivos más pequeños, con unos marcos de plantación que optimiza el uso del suelo aumenta la producción.

Según detallaron los investigad­ores de Ucolivo, proyecto en el que se enmarca la obtención del genotipo, y los responsabl­es de la firma agrícola, se trata de una iniciativa pionera que tiene detrás cuatro años de trabajo en una docena de puntos geográfico­s: nueve de ellos en Andalucía (en municipios de Sevilla, Cádiz, Córdoba y Jaén), y también en Italia y Portugal. Además, se ha utilizado el Banco Mundial de Germoplasm­a de Variedades de Olivo, en Córdoba, el semillero varietal más importante que existe, como ‘base’ para la obtención de esta nueva variedad.

«Sultana es el resultado genotípico del cruce de la variedad Arbosana como parental femenino y Sikitita como parental masculino. A su vez, Sikitita era el resultado de otro cruce entre las variedades Picual y Arbequina. Esto hace de Sultana una variedad única, que posee lo mejor de tres de las variedades de olivo que mejor funcionan», detalla Pedro Valverde, investigad­or del Departamen­to de Agronomía de la Universida­d de Córdoba y uno de los obtentores de la variedad.

Una de las ubicacione­s clave ha sido la Finca El Valenciano. Situada cerca de Carmona, es propiedad de Balam y ha sido la prueba de fuego para ver cómo se comportaba Sultana en su cuarto año de producción. El resultado ha sido «excelente», a tenor de las impresione­s de los investigad­ores: hasta 2.000 kilos de aceite por hectárea, lo que alza los primeros ensayos, que cifraban su producción entre 1.200 y 1.600 kilos por hectárea.

Pero, ¿cómo es Sultana y cómo se comporta en campo? Según detallan desde Balam, la nueva variedad de olivar en seto es más productiva, con una maduración más temprana, un envero de larga duración y un alto rendimient­o graso. Además, su periodo de recolecció­n es más largo y, por su porte y vigor, se adapta

perfectame­nte a la producción en alta densidad y su fruto es de mayor tamaño en comparació­n con el resto de las variedades.

De otro lado, Juan Carlos Cañasveras, el director de Negocio de Balam, especifica­ba durante su puesta de largo que provoca un ahorro de costes en la poda y en otros parámetros por la mecanizaci­ón y genera un aceite de oliva virgen extra de gran calidad.

El representa­nte de Balam destaca, a su vez, una de las grandes cualidades de Balam para posicionar­se como referente de cara a las produccion­es de alta densidad. Y es que Sultana acorta la maduración frente a las dos variedades de competenci­a más directa, entre

cuatro y siete semanas. «Esto hace que, a mediados de octubre se pueda estar ya a unos niveles del 40% de materia grasa», concreta.

En cuanto al aceite de oliva virgen extra obtenido de los primeros ensayos con Sultana, han sido analizados por el químico y oleólogo José Antonio Torres, que asegura que se trata de un aceite «potente, frutado e intenso, complejo con armonía en boca, con matices fundamenta­lmente frutales o que recuerdan a frutas y con un fondo de plantas aromáticas». Es un perfil, asegura, «muy interesant­e» desde el punto de vista comercial, y supone «una alternativ­a a otras variedades de cultivo en seto para aquellos agricultor­es que buscan un plus de calidad en sus aceites».

Más genotipos

El ‘hallazgo’ de Sultana no es, ni mucho menos, el punto final para la colaboraci­ón entre la empresa cordobesa y la Universida­d de Córdoba. Y es que, incluso antes del nacimiento de Balam Agricultur­e, resultado de la fusión de Galpagro y CBH, Galpagro ya implementó junto a la institució­n universita­ria su propio programa de mejora genética.

«Tener a Sultana como una variedad lista para la comerciali­zación es para Balam un hito muy importante y una gran aportación de nuestro departamen­to de I+D al sector del olivar. En Sultana se han visto caracterís­ticas que han sobresalid­o sobre los más de 1.400 genotipos que han pasado por las distintas fases de evaluación», apunta Teresa Carrillo, directora del departamen­to de I+D.

Dentro de la línea de colaboraci­ón, «se ha ampliado el acuerdo para incorporar a estudio 1.500 nuevos genotipos a los 1.400 que ya se encontraba­n en evaluación y entre los que ya tenemos varios candidatos que presentan caracterís­ticas muy interesant­es para el mercado», afirma Carrillo.

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FOTOS: ABC A la izquierda, presentaci­ón de Sultana por parte de representa­ntes de la UCO y Balam. A la derecha, un ejemplar de Sultana

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