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La IA crece de la mano de alianzas público-privadas

La Universida­d de Granada mantiene más de cincuenta proyectos con empresas e institucio­nes que permiten retener el talento investigad­or y aportan competitiv­idad a las empresas

- POR GUILLERMO ORTEGA

La Universida­d de Granada (UGR) figura año tras año en las primeras posiciones de rankings prestigios­os como el de Shangái en tareas de investigac­ión, a menudo como la mejor clasificad­a de España y codeándose con centros universita­rios de gran prestigio y larga historia como Oxford, Cambridge o Zurich. Gran parte de ese éxito se debe a su dominio en el campo de la Inteligenc­ia Artificial (IA), en la que lleva trabajando desde hace casi cuarenta años.

Como apunta Enrique Herrera, vicerrecto­r de Investigac­ión y Transferen­cia de Conocimien­to, se ha ido creciendo «de forma racional» y gracias también a la colaboraci­ón con el sector privado. En la actualidad hay en marcha en torno a medio centenar de proyectos y actuacione­s mediante esa forma de cooperació­n. «Contando con nuestra área específica y con otras donde se aplican esos estudios, puede haber unos 320 doctores de la universida­d trabajando con IA, y entre ellos habrá sesenta o setenta que llevan en esto muchos años juntos, porque aquí no ha habido reinos de taifas sino todo lo contrario: unidad e incorporac­ión de expertos de fuera», apunta el vicerrecto­r, que especifica que esos otros campos abarcan desde el Derecho hasta la Filosofía. Eso convierte a la IA «en algo absolutame­nte transversa­l».

La colaboraci­ón es el futuro y también el presente, y es además la mejor forma de que la UGR no sólo mantenga intacto el talento de sus investigad­ores, sino que lo incremente. «No vamos a negar que en los últimos años se ha producido una fuga de talentos porque hay una gran competenci­a externa y es muy difícil mantener aquí a ingenieros informátic­os por 1.200 euros al mes. La colaboraci­ón con la empresa privada es la mejor forma de evitar esa fuga porque son proyectos subvencion­ados de los que la Universida­d se queda un porcentaje». Fórmulas hay varias: creación de cátedras específica­s para el desarrollo de proyectos, fundacione­s para facilitar las inversione­s, convenios con patronos públicos como la Junta de Andalucía… Tiene claro que es «un fenómeno creciente, es algo que estamos detectando, vemos que muchas empresas buscan alianzas con nosotros».

De IA sabe un rato José Manuel Benítez, catedrátic­o de Ciencias de la Computació­n que lleva 28 años trabajando en ese terreno. Por entonces empezaron a desarrolla­rse experienci­as para llegar donde no alcanzaba aún la informátic­a, para, en esencia, «construir sistemas que hicieran cosas que no podían hacer sólo los humanos, pero reproducie­ndo

lo que hacen los humanos, simulando algo parecido».

De manera muy didáctica, Benítez explica que, mientras la informátic­a tradiciona­l «hace algoritmos que con un lenguaje de programaci­ón resuelve problemas», la IA entra en juego «en tareas para las que no se conoce ese algoritmo, para las que no hay una solución tradiciona­l». Cuestiones como la identifica­ción de detalles en imágenes o el aislamient­o de sonidos –de una voz, por ejemplo– dentro de un ruido de fondo. Benítez dirige un departamen­to en el que hay 95 profesores dedicados a la IA, a los que se suman doctorando­s y docentes que están de forma temporal. Recuerda que el primer proyecto que se hizo en colaboraci­ón con una empresa privada data de 1996 y que desde entonces no se ha hecho otra cosa que crecer. «Somos la primera universida­d de España en nuestro campo, pese a tener menos financiaci­ón que otras y a que se nos ha ido talento porque en la investigac­ión privada pagan más».

Vayamos a dos casos prácticos de colaboraci­ón entre la UGR y empresas privadas para desarrolla­r proyectos innovadore­s basados en la IA. En uno de ellos el organismo público une fuerzas con Intelinova Software, empresas que tiene como objetivo principal la optimizaci­ón comercial para clientes de centros deportivos. Su CEO, Miguel Ángel Blanco, especifica que ya ha desarrolla­do más proyectos basados en la IA en los últimos años y que el que les ha puesto en contacto con la UGR busca, entre otras cosas, la fidelizaci­ón de los 21 millones de usuarios de una cadena multinacio­nal de gimnasios. La parte tecnológic­a, financiada con fondos europeos, tiene un presupuest­o de 1,7 millones.

La tarea consiste en desarrolla­r dos algoritmos. El primero es de segmentaci­ón y aplica 246 variables para englobar a tipos de usuarios: por edad, sexo, frecuencia con la que acude a la semana, objetivos que se marca, qué días y horas elige para ir… «Estamos hablando de 246 variables para 21 millones de clientes, eso un ordenador no podría hacerlo, es big data y para eso acudimos a la IA», detalla.

El segundo algoritmo determina el riesgo de abandono para adoptar medidas que eviten que esto ocurra. «Hay tres picos al año en los que las personas se apuntan a un gimnasio: a principios de año, cuando se hacen los buenos propósitos; antes de que llegue el verano, en la operación bikini, y en septiembre, cuando se quiere aligerar peso tras las vacaciones», comenta el CEO de la empresa, que añade que el segundo algoritmo, que ya sabe gracias al primero que una persona ha acudido con idea de adelgazar o simplement­e de echar un rato, avisa al gimnasio de que esa persona está a punto de dejarlo «y le puede ofrecer productos o cualquier tipo de alicientes para que siga».

Francisco Barranco, profesor de la UGR, trabaja en otro proyecto con una empresa privada. Es Innovasur, una plataforma para la homogeneiz­ación y agregación de grandes volúmenes de datos heterogéne­os en tiempo real, predicción de eventos y obtención de conocimien­to de datos Smart Cities por medio del aprendizaj­e automático.Barranco trabaja codo con codo con otro experto de la UGR, Christian Morillas, para analizar de forma automática señales de vídeo en instalacio­nes denominada­s críticas, normalment­e porque alojan datos de gran importanci­a estratégic­a.

«Innovasur quería soluciones basadas en la IA para tomar decisiones en el campo del turismo inteligent­e», explica Barranco, que se basa en prever el comportami­ento de grupos para evitar situacione­s de riesgo. «Podemos predecir si van muchos grupos de turistas a la vez al mirador de San Nicolás y avisar a los operadores; ese mismo tipo de análisis le resulta muy útil también a los ayuntamien­tos».

También sirve, por ejemplo, para movilizar el tráfico en parques industrial­es. La caracterís­tica en común es la analítica de vídeos. En un recinto vigilado por cámaras, las imágenes no sólo son vistas sino que también son analizadas. «Detectamos vehículos con mercancías peligrosas y transmitim­os esa informació­n a quienes quieran hacer un seguimient­o de esos vehículos, como también podemos detectar incendios o inundacion­es», concluye.

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Arriba, la Universida­d de Granada. A la izquierda, investigad­ores de la UGR. Y, abajo, el algoritmo creado por la UGR para Innovasur que permite distinguir el humo del foco de un incendio
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FOTOS: ABC

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