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El Parque Tecnológico de Andalucía es testigo del auge del Big Data o de la inteligencia artificial
l Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) ha cumplido 25 años con 635 empresas que suman 18.000 trabajadores sobre. «Buscábamos fabricar electrónica, pero ahora llegan empresas que trabajan con las tecnologías disruptivas», explica Felipe Romera, director del PTA, sobre el desembarco de empresas dedicadas a crear el coche conectado, desarrollar inteligencia artificial o gestionar el «Big Data», que se suman a TDK (el principal fabricante de componentes electrónicos).
En 2016 el PTA facturó 1.758 millones de euros, de los cuales 700 millones son de las 61 compañías internacionales instaladas, que representan el 30 por ciento de los empleos generados. «En 2017 los resultados siguen yendo al alza», apunta el presidente de la tecnópolis, José Luis Ruiz Espejo. Es una de las puntas de lanza de la innovación en Andalucía con empresas como Aertec, que desarrolla aviones autónomos, o DHV Technology, que se propuso construir los paneles solares para los satélites. Los sistemas de navegación o el software para hacer funcionar las empresas son algunos de los retos, que llegan al coche autónomo. Oracle intenta cambiar el paradigma empresarial desde la nube. Las principales empresas del sector tecnológico se centran en este espacio, como Neueda, que llegó huyendo del «Brexit» y se sumó a un extenso abanico de tecnológicas como Solviteers, Ciklum, ITRS, Ebury o The Workshop. Hot.es trata de revolucionar el sector hotelero al hacer que el cliente pueda gestionar sus estancias desde el móvil.
Llegan atraídas por la costa y por esa idea romántica que movía a los ingenieros americanos a las playas de California. «Es el mismo fenómeno. Cuando estudiaba ingeniería, las ofertas de trabajo venían con surf y golf. Eso se puede hacer en Málaga», asegura el director. A ese atractivo se le suman conexiones rápidas y la Universidad de Málaga.
Nació como un polígono industrial al uso. Se vendía la parcela para que una empresa operara. Así llegó en 1990 la mul- tinacional americana Hughes Microelectronics para hacer componentes electrónicos de uso militar (actualmente se llama Mades). Pero el sistema no funcionaba bien y hubo que cambiar. Sin embargo, en la incubadora de empresas las compañías se asentaban y pasaban al tutelaje del «nido», donde se hacían mayores. El PTA comenzó la promoción de edificios por la necesidad de ofrecer alquileres, al mismo tiempo que se alarmaba porque todo funcionaba «demasiado bien». «Fracasaban poco; eso no era un valor, porque las empresas innovadoras tienen muchas posibilidades de fracasar». Se descubrió que había una «mortalidad infantil de las ideas». Se creó una «preincubadora» y todo eclosionó.
Se formó un ecosistema de pequeños emprendedores, que desarrollaron productos que llegaron a ser comprados por compañías globales. «Google se hizo con varias de ellas (como ocurrió en 2012 con VirusTotal); eso creó un efecto llamada y provocó una expansión», afirma el presidente del PTA, José Luis Ruiz En el peor momento de la crisis de las tecnologías de la información, entre 2007 y 2014, se perdieron 3.000 empleos, pero esa dinámica hizo que multinacionales compraran ideas generadas en el parque y se acabaron creando 5.000 empleos posteriormente. El ejemplo de esto ocurrió con Nokia. Llegó para crear un laboratorio y fracasó. La empresa que alumbraron esos trabajadores despedidos fue Tartessos, que la compró Eriksson por 100 millones de dólares. El caso más llamativo fue CETECOM, creada por los empleados de investigación de Fujitsu en Málaga. Ahora está en manos de Dekra, que está desarrollando coches conectados en las primeras instalaciones creadas en la segunda ampliación del PTA.