LOS CALDOS GALLEGOS, DE LA CEPA A LA COPA
La Xunta impulsa una apuesta por la sostenibilidad y la trazabilidad como elemento diferenciador para alcanzar nuevos mercados y generar riqueza
Rías Baixas, Ribeiro, Valdeorras, Monterrei y Ribeira Sacra. Son cinco las denominaciones de origen del vino gallego, sinónimo de sabor, calidad y, en muchos casos, de una tradición centenaria con un valor patrimonial incalculable. Una ‘marca’ reconocible tanto en el país como fuera de él y que, además, conforma uno de los pilares económicos de la Comunidad. Se calcula que en Galicia hay unas 600 bodegas en las que trabajan más de 10.000 personas, y que generan 230 millones de euros al año. Además, la de este año fue una vendimia de récords, con más 88 toneladas de uva recogida, cifra que solo es superada por la del 2011. Pero el sector vitivinícola de la Comunidad es aún un diamante en bruto que no ha alcanzado su máximo potencial, algo que la nueva ley de calidad alimentaria busca solucionar acercando los vinos gallegos a una nueva dimensión del mercado, más competitiva y atractiva para ciudadanía para que, a su vez, repercuta positivamente en el desarrollo local y la creación de empleo.
Todo ello pasa por ofrecer al consumidor final toda la información posible sobre el producto, un aspecto que regulará la nueva norma, aprobada recientemente por la Xunta y pendiente sólo de la ratificación del legislativo regional. Mediante la digitalización de su origen y una trazabilidad minuciosa, la ciudadanía tendrá acceso a más información sobre la procedencia del vino y el territorio, lo que también facilitará las labores de control de los Consejos Reguladores de las diferentes DOP y, consecuentemente, su calidad.
Otra de las cuestiones con las que se busca revalorizar el sector es la sostenibilidad, comprendida como un concepto transversal que abarca desde el entorno hasta la población. Respecto al medioambiente, la nueva norma autonómica tiene como meta consolidar un motor económico que mantenga las virtudes del agro gallego para que se pueda producir en él de forma respetuosa. Del mismo modo, relaciona estrechamente los ámbitos social y económico con la generación de riqueza dentro del propio sector —con actividades vinculadas al vino como el enoturismo—, y que a su vez permite el desarrollo del territorio y la fijación poblacional, sobre todo en zonas rurales.
Bajo estas premisas el nuevo texto legal de la Agencia Gallega de la Calidad Alimentaria, dependiente de la Consellería del Medio Rural, plantea un marco normativo que permitirá al sector revalorizarse, llegar a nuevos mercados y diferenciarse de otras DOP, siempre defendiendo la lealtad de las transacciones comerciales y los derechos e intereses legítimos de los productores primarios. Se pretende así fomentar y garantizar la producción de alimentos de calidad en Galicia, regular el funcionamiento de los Consejos Reguladores como entidades de gestión de figuras de protección de dicha calidad y consolidar el sector, asegurando a los vinos gallegos el lugar y el reconocimiento que se merecen en el mercado y cuidando a la gente que los cultiva y produce.