UNA BODEGA QUE ES CLUB Y SEDE CREATIVA
Tres amigos, socios en un sueño: crear una nueva bodega, «vocacional» la apellidan ellos, que a su vez funcione como un club para sus clientes y que además ofrezca residencias creativas a artistas que den a luz obras y creaciones que alimenten a todos los integrantes de este ecosistema regado por el vino.
Su idea es ya una realidad, se llama Residence Wines y está ubicada en Elvillar, Álava. Con las viñas viejas de siete parcelas de esta localidad y de Laserna, enmarcadas en la Denominación de Origen Rioja, elabora sus vinos, de producción muy limitada. De momento, fueron solo cuatro etiquetas en su primera añada, la 2022: un blanco –Farallón blanco, con 1.870 botellas–; un rosado –Farallón rosado, 2.047 botellas– y dos tintos, Andar –ensamblaje de tempranillo, 5.000 botellas– y DHETLA –el acrónimo del brindis «de hoy en todos los años», de los que saca unas 2.000 botellas–. En este último proyecto participará a partir de la añada 2023 una bodega invitada internacional distinta en cada ejercicio. Estrena esta colaboración la argentina Ribera del Cuarzo, ubicada en una inesperada zona de la lejana y ventosa Patagonia, que ha estado de visita.
Las instalaciones donde elabora Residence Wines están dentro de las de la conocida bodega Solar de Samaniego, en Laguardia, donde ocupan un espacio cedido. Y es que este es un proyecto pequeño, «delicado», que pretende poner en valor «el vino, el paisaje y su gastronomía», dicen César León, Laura Ogando y Ernesto Funes, sus fundadores, convencidos de que esos momentos compartidos en torno a una copa, los seres queridos, la tierra y la tradición «son el verdadero lujo».
CASA DE ARTISTAS
Para levantar la segunda parte de esta aventura, la de residencia creativa y club, los tres fundadores adquirieron la casa de los abuelos de León, situada en una loma de Elvillar, mirando al valle de viñas, almendros y frutales que crecen regados por el Arroyo de la Uneba y al abrigo de la Sierra de Cantabria.
En esta antigua propiedad, que remodelaron, se hacen catas y se organizan los talleres y eventos para visitantes y socios. Es el corazón del club que los agrupa, que como objetivo solo reunirá a 500 como máximo. Ellos formarán parte de una red que recibirá cada año el vino, junto con las publicaciones especializadas y las propuestas de Residence Wines.
Pero además la casona familiar será el hogar de los artistas invitados, que, imbuidos de la riqueza del entorno, puedan disponer de tiempo, lugar e inspiración para trabajar en su especialidad añadiendo, a su vez, una vertiente distinta a la misión de la bodega.
A QUÉ HUELE EL VINO
El primero de ellos ya está allí, dispuesto a crear. Es el perfumista Ernesto Collado, quien entre viñedos y toneles buscará encerrar en un frasco la auténtica fragancia de la comarca de la Sonsierra riojanoalavesa.
El artesano de Brava Nariz iniciará su exploración con un viaje de inmersión y trabajo de campo en las viñas viejas, tras lo cual, en una segunda fase, hará distintas actividades y experiencias olfativas que culminarán con la presentación del perfume definitivo, que a su vez se enviará de forma exclusiva a los socios del club enológico.
Su experiencia se documentará asimismo en una revista ilustrada, que acompañará al aroma hasta las casas donde se descorchan estas botellas.